Es que es muy interesante descubrir las creencias que vienes cargando desde pequeño y que afloran ante cualquier situación en tu vida.
¿Sabías eso? El niño interior herido se da a conocer cuando tienes conflictos en tu día a día. Te voy a contar algo súper interesante que le pasaba a una paciente y que trabajamos en consulta.
Ella era una mujer muy trabajadora. Le iba muy bien en su trabajo, tenía mucha gente a su cargo y en realidad era competente y profesional. Sin embargo, cada vez que su jefe la regañaba, ella se congelaba. Se sentía incapaz, no sabía cómo contestar y simplemente se hacía pequeña… ¿qué le estaba pasando?
Empezamos a trabajar esta situación, ¿y qué crees? Cuando esta mujer era niña se perdió en un centro comercial. Cuando su papá la encontró, estaba tan preocupado que la regañó muy fuerte y a partir de ahí comenzarían los maltratos que pasó durante su infancia, con reglas muy estrictas y castigos.
Después, esta niña creció. Se convirtió en una importante ejecutiva, pero cuando su jefe la regañaba, su niña interior herida surgía e identificaba a ese señor como su padre… el padre que la regañaba y ante el cual ella se sentía muy pequeña.
Y no solo eso, también identificaba de esta manera a su esposo, cuando se enojaban ella se sentía pequeña, pues a toda figura de autoridad la identificaba como su papá a nivel inconsciente.
Lo trabajamos en consulta y le conté algo que te voy a decir ahora. En realidad, el niño interior no crece. Cuando somos niños recibimos información (buena o mala) que se nos queda en el cuerpo de forma inconsciente y cuando crecemos, somos niños en el cuerpo de adultos, reproduciendo situaciones que nos perturbaron de niños y actuando como tal, aunque parezcamos tan adultos.
¡Qué fuerte! ¿No crees? Cuando eres un niño con cuerpo de adulto, este niño contamina a la persona mayor y tenemos reacciones inconscientes que en realidad corresponden a situaciones no resueltas.
¿Has pensado en por qué reaccionas de cierta forma ante las más diversas situaciones? A veces no lo podemos explicar de manera racional. Quizás la explicación esté en nuestra infancia.
¿Qué situación es la que menos has podido explicar tu reacción? Cuéntame e identifica qué situación de tu infancia pudo haberlo creado.
Nos vemos en el próximo correo, donde te platicaré un poco más sobre el niño herido y en qué puede derivar.
¡Te mando un abrazo con mucho cariño!
Yola Padilla
Creadora del Programa
Autoestima a Prueba de Balas
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