Di “gracias” a tus miedos y suéltalos.
No te das cuenta de que eres prisionero del miedo, hasta que dejas la comodidad del sofá de tu sala para emprender algo diferente a lo que siempre has hecho, pero que tiene relación con tu verdadera pasión, y que con frecuencia está conectado con tu misión en la vida. Algo semejante le ocurre al pez, que no sabe que está en el agua, ni cree que pueda existir un medio distinto al del océano o de los ríos. La diferencia, es que los seres humanos podemos tener logros insospechados, cuando nos atrevemos a salir de nuestra zona de confort.
En el fondo, tiene miedo quien no sabe quién es, porque no sabe que la muerte no existe, que no es un cuerpo… Tiene miedo quien cree que está solo, que Dios le abandonó a su suerte cuando nació… También le tiene miedo a lo desconocido, al rechazo, al fracaso, al vivir y al morir.
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