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                                  Porque llorar no aligera la pena; quiza sea mejor reír

 Perder a una persona querida, cercana y especial nunca es fácil, el vacío que se queda, el dolor que se crea, la perdida que no se puede reponer… no hay palabras, ni motivos, tampoco hay comprensión, solamente tiempo.

 Con suerte el tiempo y los recuerdos de una buena relación pueden diluir el sufrimiento y traer un poco de paz y confortar el alma rota de la persona que sufre una pérdida.

Luisa es una mujer de 67 años es divertida, elocuente y sobretodo de lo más agradable, cuando está  cerca contagia su alegría y su buen ánimo. Nadie creería que tan solo, hace unos   años perdió a su esposo, su compañero y su mejor amigo. José, fue un hombre ejemplar, buen esposo, excelente padre, un buen amigo el, se dedicó a ayudar a toda persona que conocía, noble y generoso.

El día que se murió, Luisa sintió que su vida ya no tenía sentido, ella enterró junto a él, una parte de ella misma.  Para esta mujer, su marido lo era todo. Por más de tres años Luisa no dejó de llorar. Sufrió la pérdida de la persona que más quiera, su primer amor, su compañero su amigo, raramente salía de su casa, no tenía ánimos ni siquiera de salir a trabajar; se repetía con mucha tristeza; "no entiendo de donde me salen tantas lágrimas." El dolor era tan intenso que sentía no poder sobrevivir más tiempo sin su querido marido.

Una mañana repentinamente dejo de lamentarse y paró de llorar; la luz , los recuerdos de su marido, sus hijos, sus nietos, todo lo que le rodeaba la hizo sentir en paz, realizo cuan afortunada había sido por haber compartido cuarenta años maravillosos con su esposo, una   buena vida, llena de logros y buenas memorias.

Luisa decidió retomar sus buenos recuerdos y el amor que sentía por su esposo, dejo de sufrir y transformo su dolor en un motivo para sonreír, para compartir y para repartir. Es así como hoy, estar cerca de Luisa es un privilegio y una gran inspiración. Luisa canta a la vida, sonríe y trata de alegrar y alentar a toda persona que se encuentra cerca de ella.

 La alegría se contagia, ¿tú ya repartiste un poquito hoy?

Recetasparalavida.com 
 La receta

  Compartiendo Alegría   

Ingredientes:

• 1 caja de aceptación; reconocer la perdida y el dolor
• 3 cucharadas de gratitud; reconocer los momentos, los  logros, los recuerdos
• 1 manojo de actitud positiva; iniciativa y motivación personal que fortalece
• 1 taza de  tiempo; proceso natural de sanación
• 1 Sobre de amor a sí mismo y a todos los que están cerca también
• 1  racimo de sentido a la vida; ver abundancia y la razón de ser de cada momento

Recomendación del chef: No importa que tan profundo es tu dolor, solo tienes que vivir un día a la vez, agradece  la oportunidad de haber tenido un gran amor, busca el sol y respira profundamente.   

Modo de Preparación:

1. La perdida y el dolor las lleva el alma en silencio. Solo el que ha perdido un gran amor sabe cuánta pena se siente; sin embargo la vida continua a pesar del vacío que se siente. Hay que valorar la vida y no morir cuando aún se tiene la oportunidad de vivir.  
2. El dolor es un sentimiento natural e involuntario, el sufrir es  opcional. A pesar de que siempre se necesita más tiempo para vivir, para reír y para compartir, algún día todos tenemos que partir, esta es la ley, aceptar con dignidad el ciclo natural de la vida, da conciencia y valor para aprender a querer y disfrutar lo que se tiene y cunado uno si lo tiene.
3. Siempre hay que elegir la vida ser positivo y ver lo bueno que se tiene. Entre la vida y la muerte, sin duda la primera es la mejor elección; esta viene acompañada con la obligación y el compromiso de buscar razones diarias para vivir aun cuando el corazón no las quiera reconocer.  

Se requiere una verdadera fortaleza para poder aceptar la verdad y sentir el dolor  que causa una gran pérdida, sobre todo cuando hay que seguir viviendo.

 *Prohibida su reproducción total o parcial sin el permiso escrito del editor y sin citar la fuente.
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