Reflexionamos sobre el vínculo asimétrico que hay entre el manipulador y su víctima y delineamos el perfil del manipulador como un individuo inseguro que intenta por todos los medios imponer su criterio y lo logra, porque si no lo consigue por las buenas termina lográndolo a través de las amenazas, a través de los distintos tipos de violencia. Pero… ¿cuál es la actitud que debe tomar quien se considera víctima de esa manipulación? Quizás la primera actitud es la de reconocer que hasta el momento en que nos ponemos a pensar en esto, hemos cedido frente a las demandas de quién nos está manipulando, intentando por todos los medios satisfacerle; pero lógicamente que aceptar esto y darnos cuenta de que quizás por muchos años hemos tenido una actitud pasiva o una actitud conciliadora, no surtió el efecto que buscábamos.
No obstante, el reconocer que el manipulador existió, existe y ha crecido, se debió a esa cesión de espacios, se debió a esa permeabilidad nuestra por tratar de que el otro se sienta bien, en desmedro de nuestro propio bienestar.
Una forma práctica de autoevaluarnos respecto a si estamos inmersos en una relación de manipulación con determinada persona, es analizar cómo nos sentimos a través del tiempo en su presencia. Qué sentimientos nos despierta el contacto diario con esa persona, porque acá ya no estamos hablando de amor, porque el amor quizás se fue hace mucho tiempo. Y probablemente exista un respeto, un cariño de parte de la víctima hacia el manipulador. Por supuesto que a la inversa no es así.
Y ¿por qué es tan destructiva la actitud del manipulador? Porque se da en intensidad y en duración en el tiempo y eso hace que lentamente nosotros vayamos cambiando nuestro sentimiento hacia esa persona. Y eso es lo que tenemos que evaluar. Al día de hoy ¿qué es lo que estoy sintiendo? Si de esa mirada en el espejo de nuestra alma aparecen sentimientos de rechazo, de inseguridad, de miedo u otras emociones negativas, una luz roja se va a encender en nuestro interior, que nos va a estar advirtiendo que hay algo anormal en ese vínculo, que hay algo que no está bien, porque no puedo estar con una persona con miedo, con inseguridad o con un sentimiento de rechazo permanente.
Las emociones negativas pueden existir circunstancialmente en la vida de cualquier ser humano porque a todos nos pasan cosas, porque estamos permanentemente en contacto con situaciones que nos involucran y que nos afectan, pero lo lógico es que las emociones positivas estén por encima en los vínculos de los cuales nosotros voluntariamente formamos parte. Y ¿cómo hacemos para manejar lo que estamos sintiendo una vez que lo detectamos y una vez que nos damos cuenta dónde está la razón de nuestro malestar? Una vez que la encontramos ¿qué hacemos con ella? Las primeras preguntas a las cuales debemos enfrentarnos son: si estamos conformes con nuestro estilo de vida, si queda todavía algo más de espacio para ceder o estamos al borde de perder nuestra identidad o si ya la perdimos definitivamente y una tercera pregunta que quizás sea la más dura es si hay alguna justificación razonable que explique nuestra conducta y nuestra actitud tan servil.
Y hay que comenzar a responder estas preguntas lentamente, con una característica: que las respuestas únicamente van a poder surgir de un diálogo franco, interno y honesto con nuestras más genuinas ambiciones. El propio instinto de conservación, que es el pilar fundamental de la supervivencia del ser humano, nos ayuda a que en determinado momento nosotros pongamos un límite. Nos damos cuenta que no queremos seguir consintiendo más todo lo que se nos pida, desde las más diversas formas, desde la más amable hasta los episodios violentos. Pero también nos damos cuenta que esa infructuosa negativa a ceder a los designios del manipulador, hace que muchas veces ni siquiera tengamos la fuerza como para poder dialogar.
Lo más probable es que el manipulador jamás cambie su actitud porque en primer lugar esa figura de manipulador tiene sus propios problemas, conflictos e inseguridades que lo han llevado a desarrollar esta forma tan anormal de vincularse y de comunicarse. Entonces tienes que trabajar sobre tu conducta y sobre tu actitud, que es el único camino lógico y que puede finalmente redundar en beneficios al cambiar tú radicalmente tu postura, reconociendo cuáles son las áreas de tu autoestima que se han debilitado con el paso del tiempo y dónde deberás trabajar con mucha firmeza para recuperar, en el plazo más breve posible, sobre todo la confianza y el respeto por ti mismo, los dos pilares básicos de esa autoestima.
Y lo que se impone ya mismo, hoy, es comenzar a elaborar un plan de acción que estimule tu motivación y te permita empezar a creer en tu capacidad para poder darle forma a tu futuro, a tu destino, sin presiones exteriores y volcando toda tu creatividad a un proyecto de vida que quizás has postergado muchísimas veces pero ya no más, y ese “ya no más” tiene que surgir del centro mismo de tu persona, tiene que ser un mandato indoblegable que haga que a partir de este momento, a pesar de la malicia del manipulador, tú vas a salir adelante, promoviendo tu propio proyecto, tus metas y tus objetivos y rescatando, de lo más profundo de tu ser, los sueños que seguramente has acuñado y has guardado por mucho tiempo, dado que el manipulador no te ha permitido que tú puedas cumplir con eso que has soñado durante toda la vida.
Este es el momento de recuperar los sueños. Este es el momento de ponerte en carrera nuevamente. Este es el momento de poner las cosas en orden y de marcar los límites necesarios, justamente para preservar tu salud física y también tu salud emocional.
Piensa y trabaja sobre esto. ¡Créeme que es extremadamente importante!
Dr. Walter Dresel
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