Ser mamá es un sueño que acaricia el cielo, una estrella que se puede alcanzar. Es ver florecer el alma y un anhelo de Dios guardado en el corazón. Pero más allá de la maravillosa experiencia de ser madre, debo confesar que el proceso no es fácil, porque hay clases para todo, escuelas para aprender, pero no para ser madre, no para ser padre. Acepté con infinito amor el privilegio y la responsabilidad de ser madre, pero sin duda cometí muchos errores, errores de inconsciencia.
Mira, hijo, mira, hija, yo hubiera querido darte sólo lo mejor, hubiera querido, hijo, que por tu rostro jamás se vertieran lágrimas de dolor, de vergüenza o de culpa. Hubiera querido una manera diferente de enseñarte, y sin darme cuenta repetí contigo lo que un día me enseñaron a mí. Sólo quiero que sepas que siempre quise dar mi mejor esfuerzo y que en cada actitud y circunstancia solamente pretendía tu bien. Hoy que me doy cuenta, con plena conciencia, de que en muchas ocasiones te dañé, de que en muchas ocasiones te lastimé, de que en otras te descalifiqué y te hice dudar de ti mismo. Hoy quiero decirte que: No sabía, no conocía una manera diferente de darte armas para luchar, enseñarte a amar, a perdonar, a conocer a Dios; de entregarte alas y de verte volar. Tenía miedo, miedo de que no me quisieras, miedo de verte volar. Miedo de que me juzgaras, miedo de ser mamá. Pero hoy te digo, a corazón abierto y con plena conciencia y libertad, que la única verdad, mi verdad, es que te amo y que no quiero, nunca más, verte llorar ni verte deprimido o triste, neurótico o lleno de conflictos, adicto a algo o a alguien; no quiero que sean los gritos o las ofensas los que normen nuestra relación. Quiero amarte sin miedo, sin olvidar que soy tu madre y que merezco respeto; el cariño, el cariño hijo, tú sabes si me lo das. Ser mamá, un sueño que acaricia el cielo, un sueño que se hace realidad. Y a pesar de los errores, hoy te digo que te amo y que soy la más feliz por el simple hecho de ser mamá, ¡tu mamá!
Comentarios