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Quien por la vida va sin usar su sentido común, sin pararse a confeccionar una opinión propia acerca de las cosas en general y de sí misma en particular, sin asumir la responsabilidad sobre sus acciones y omisiones, renegando de los resultados no deseados y echando la culpa de todo lo ‘malo’ que le acontece a la mala suerte o al ‘cha cha chá’ (léase padre, madre, pareja, boss, tiempo, edad, dinero…), es una ‘rana cocida’. Podríamos llamarlo asimismo síndrome de la indefensión aprendida o del victimitis aguditis.

Mi profesor de ‘assertiveness’ solía decir: “What you permit is what you promote” (lo que permites, lo fomentas).

La metáfora de la ‘rana cocida’ es que si se quiere cocer una basta con echarla a un cazo con agua fresquita y ponerlo a cocer a fuego lento. La rana, al irse calentando poco a poco el agua, no notará la diferencia (lo haría de ser una rana despierta que usa su sentido común que gusta de elaborar opiniones propias pues adora hacer uso de su libertad), con lo que, cuando quiera darse cuenta, si es que llega a notar algo, ya estará cocida, o sea, ya se la habrán dado con queso (la habrán engañado), o lo que es lo mismo, ya habrá caído en la trampa (la que sea).

Obviamente, si a la rana se la echase directamente en agua caliente, al entrar en contacto con el agua hirviendo, saldría por patas. Aunque, literalmente, en la vida, aún y a pesar de las evidencias, hay quien se empecina en negar la realidad (agua hirviendo), léase:

  • una pareja que la maltrata psicológicamente.
  • un ‘boss’ (jefe o jefa) que la ningunea y nunca valora ni su talento ni su esfuerzo.
  • una amiga/o que se aprovecha de su bondad y la usa como ‘consejera’, cajero automático, niñera… etc. etc.
  • un cliente que no paga a tiempo o no paga, que discute los honorarios, o se queja o no suele agradecer ni reconocer nada del buen hacer profesional.
  • un paciente que llega tarde y paga tarde o trata de sacar la sesión gratis o de tener sesiones ‘entre sesiones’ pero sin pagar.
  • crítica veladamente características de la personalidad o de la vida de esa persona que es su amiga, colega, pareja o…
  • alguien (boss, amigos, pareja…), que no cumplen la palabra dada.
  • alguien (boss, amigos, pareja…), que miente y nunca reconoce las mentiras.
  • alguien que falta al respeto de mil y una maneras…

 

 

  • Las personas que se empeñan en ser ‘ranas cocidas’ suelen tener una autoestima muy baja y, consecuentemente, su inteligencia emocional está muy perjudicada.

 

La realidad, por ‘fea’ que sea, es siempre más bella que la mentira más adornada. Asumir la realidad nos permite liderar las situaciones, tomar decisiones y prepararnos para los diferentes escenarios posibles. Asumir las riendas de nuestra vida fortalece la autoestima y genera inteligencia emocional.

A nadie en su sano juicio se le ocurriría conducir de noche con los faros del coche apagados. Sin embargo, muchas son las personas que van a ciegas, por la vida, a ciegas y con los oídos tapados. Las consecuencias de proceder así suelen ser letales (rana cocida).

Nunca hay que disculpar ni colorear la conducta de otros.

Nunca hay que disculpar ni colorear ni ignorar las ‘señales de aviso de peligro’, ya sean las mencionadas anteriormente o cualesquiera que se den.

Las cosas, no siempre parecen lo que son ni son lo que parecen. Par ello contamos con capacidades que nos pueden ayudar a ir por la vida liderando y sino, al menos, con la preparación suficiente para hacer frente a las diversas situaciones que se puedan presentar.

Hay que fomentar el criterio propio, para ello, hay que entrenar la capacidad de análisis, el discernimiento, el sentido común, la intuición. Si bien, lo que de verdad es el ingrediente básico y que no debería nunca ser enviado a las mazmorras de la ignominia, es la rebeldía.

La rebeldía es la característica común a genios y a supervivientes.

El rebelde se erige en su propia figura de autoridad por eso no agacha la cabeza cuando se lo manda otro, ni reniega de su singularidad ni abjura de sus principios cuando alguien (ya sea el ‘boss’ o la autoridad de turno), se lo trata de imponer.

El rebelde no es un ‘ilegal’, es un fuera de ley (Sam Keen: “La vida apasionada”), por cuanto no sigue las leyes del ‘Club del Redil’ (sociedad), pues no tiene espíritu de borrego.

  • El rebelde….
  • es el que establece las leyes acordes a las cuales quiere vivir su vida
  • gusta de tener ideas propias
  • practica el auto respeto
  • ofrece respeto a los demás
  • su lema: “respeto, sí. Servilismo, no”
  • asume las consecuencias de sus decisiones
  • está encantado de tomar sus propias decisiones y de asumir los resultados
  • cree en sí mismo
  • sabe que todo en la vida tiene un precio y que lo ‘gratis’ siempre tiene trampa
  • se afana en ver lo que hay y no lo que parece
  • es auténtico sin trampa ni cartón (agendas escondidas, esqueletos en el armario…)
  • no echa las culpas de los resultados no deseados a un tercero
  • no permite que nadie le use de ‘cubo de sus frustraciones existenciales’, o sea, no le paga las ‘facturas’ a otro
  • no tolera faltas de respeto
  • si se le ningunea, o sea, no se le reconoce su valía, se va de esa relación sin armar jaleo
  • asume que ‘el derecho a equivocarse’ es muy útil y práctico
  • sabe que no existen los ‘errores’ sólo los resultados no deseados
  • tiene meridianamente claro que nada es más valioso que la integridad de su ser, por eso, no se vende (no traiciona su dignidad, no agacha la cabeza, no se queda en una relación disfuncional…) por dinero ni por poder.
  • Afronta, confronta, domestica, desmonta… al miedo
  • Sabe que nadie vivirá su vida por ella/él
  • Tiene claro que, un día, se irá de este mundo y que sólo se llevará lo que ha disfrutado y amado
  • Quiere irse de este mundo con la conciencia tranquila y la dignidad por corona

 

Hace tiempo, creé el concepto ‘reina’ versus ‘damisela de diadema floja’.

La reina vive acorde al lema: ‘ponerse la corona y no quitársela ni para dormir)

La damisela, en cambio, con tal de no ‘estar sola’, traiciona su integridad.

La próxima vez que, creas que alguien te ha ‘echado en una cazuela con agua hirviendo’ o que, a pesar de estar el agua fresquita notas algo raro, haz caso a tus instintos.

No te quedes donde no te valoran ni te tratan como a una reina/rey.

No permitas que te digan que no vales o que eres menos que otra persona.

No te acostumbres a la inferioridad.

Construye tu liderazgo, alimenta tu rebeldía, trabaja tus capacidades ‘discernidoras’ y no entres en ninguna cazuela ni siquiera en la tuya.

© Rosetta Forner 21.06.2412666420089?profile=RESIZE_400x

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