Nuestra historia personal se ha escrito con alegrías, con tristezas, con éxitos y con fracasos. Aceptemos la naturaleza humana. Pero aún sintiendo dolor por lo que nos ha tocado vivir, los proyectos de vida los construimos en el presente, anhelando un futuro decoroso para nuestra existencia. ¡No permitamos que un pasado difícil les quite luz a nuestras esperanzas, y vayamos al encuentro del bienestar que todos merecemos!
Esto lo escribía yo como inicio de uno de los capítulos de mi libro: ” Yo te manipulo…¿y tú qué haces?” Y es así, porque esa historia personal, esa enciclopedia de nuestra vida, incide directamente en la manera en que nosotros nos relacionamos con el mundo exterior y por sobre todas las cosas va a reflejar la imagen que nosotros tenemos de nuestra propia persona. Por lo tanto, me estoy refiriendo específicamente al rol que va a jugar ese pasado inevitable, que tenemos todos los seres humanos, en la construcción de una autoestima saludable, o a la inversa, en la responsabilidad que tiene ese pasado en las dificultades que podamos tener hoy, en la defensa de nuestros legítimos intereses.
Es que suele suceder, que en el pasado pueden haber ocurrido situaciones y circunstancias dolorosas, tristes, difíciles de manejar y que nos marcan y que de alguna manera obstruyen, aparecen como obstáculos, en el camino para la elaboración de un presente que sea absolutamente diferente. Y tú, y cada uno de nosotros, deberemos hacer, a partir de ahora, una revisión de ese pasado para tratar de encontrar respuestas que nos hagan comprender por qué actuamos como lo hacemos.
Cuando muchas veces los pacientes me dicen: no, pero yo no quiero retroceder al pasado, yo no quiero “ revolver”- porque esa es la palabra que se usa habitualmente- las cosas que me pasaron, porque sé que me voy a angustiar mucho, y yo suelo decirles siempre lo mismo: no se trata de “revolver”, se trata de “aprender”, se trata de “descubrir”, cuáles pueden haber sido nuestras actitudes, cuáles pueden haber sido nuestros errores, por qué cedimos tantos espacios que otros tomaron gustosamente y por qué nos hemos dejado también manipular hasta el día de hoy, sin esbozar siquiera una protesta formal ante los hechos que siempre nos causaron gran decepción y desazón a través del tiempo.
Y esto no es un trabajo que uno pueda compartir o que uno pueda pedirle a otro que lo haga por uno. Esto es personal, esto lo puede hacer uno solo o puede pedir una ayuda o una orientación para tener una opinión objetiva, para evaluar de ese modo, ese pasado. Pero lo que estamos analizando es un tiempo que no va a regresar. Por lo tanto, no debería causarnos daño, o por lo menos, tanto daño. No vamos a volver a la misma situación de antes. Y por otro lado, dependerá de nosotros, que esa historia no se repita una y otra vez. Y ese depender, tendrá que ver con que nosotros podamos modificar nuestros comportamientos, nuestros modelos y nuestros paradigmas.
Entonces, lo que vamos a ver en ese pasado, lo que vamos a encontrar, no necesariamente se va a tener que repetir en el presente y en el futuro. Si es así, es porque tenemos miedo de nosotros mismos. Si es así, es porque no tenemos la valentía de reconocer que nos hemos equivocado. Y por otro lado, es una señal muy clara de una muy pobre autoestima, que hace que no podamos sentir que merecemos algo mejor para nuestra vida.
Esto quiere decir, que aún en las situaciones más adversas, con serenidad y con firmeza, uno puede cambiar su actitud frente a la vida, rescatando ese derecho al bienestar y a la felicidad, estableciendo límites que corresponderán a los vínculos, tanto sean afectivos, como de interacción social, como laborales.
Y en realidad, de lo que se trata, es que cuando uno hace una revisión profunda de los acontecimientos que nos han tenido como protagonistas a lo largo de la vida, uno pueda sacar conclusiones válidas que nos den la pauta de por qué somos como somos. Porque tú, yo y cada ser humano, es la consecuencia de las cosas que le han tocado vivir. No somos así porque sí. No actuamos de una determinada manera, porque simplemente se nos ocurrió, sino que esos acontecimientos que van marcando el camino de la vida de cada ser humano, convergen para que finalmente cada uno al día de hoy sea como es.
La pregunta que nos tenemos que hacer y responder es : ¿Es esto inamovible definitivamente? ¿Es esto algo que no podemos cambiar, o sí, realmente podríamos hacerlo? Y… encontrar esa verdad va a producirte al principio, un sentimiento de enojo hacia tu propia persona, porque seguramente habrás descubierto, que el verdadero enemigo nunca estuvo afuera, sino que, no solamente no son aquellas personas que pensamos que se empeñaron en hacer de nuestra vida un campo de batalla, sino que las limitaciones fueron siempre propias, tienen nombre y apellido y ese nombre y apellido es el tuyo y es el mío.
Cada uno es como es. Y el otro, si te manipuló y actuó y te invadió y ejerció violencia psicológica o te inoculó sentimientos de culpa, fue porque tú lo permitiste. Y la debilidad, por más que no nos guste reconocerlo, por más que nos desprenda alguna lágrima, esa debilidad fue responsabilidad nuestra. Y ese es el valor supremo que tiene la revisión del pasado. Es descubrir por qué nos dejamos invadir, por qué no supimos defender nuestro territorio, por qué no hablamos y por qué no pusimos los límites en el momento que correspondía, por qué no nos dimos cuenta de que estábamos frente a uno o más de un problema, porque las cosas no eran como debieran ser.
Entonces, una vez que tú logres admitir que tu principal enemigo no ha sido tu historia personal, que sin duda forma una parte inseparable de tu vida, sino la interpretación que tú has hecho de los acontecimientos que has vivido, ahí estarás en las mejores condiciones para empezar a trazar un nuevo mapa de ruta, que te permita, ahora sí, levantar la cabeza, con la mirada puesta en el presente y en el futuro, generando las condiciones para una vida digna de aquí en adelante, con la firme convicción de no retornar jamás a ese pasado que hoy se terminó.
Dr. Walter Dresel
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