¿Te concentras en el dolor que representa no comer todo lo que te gustaría comer? Pero ¿qué podría ser más doloroso que sentirte con sobrepeso, indefenso e incómodo?
Es verdad que mantenerse a dieta requiere esfuerzo. Pensamos en la comida todo el tiempo. Nos reunimos para comer. ¿Qué vamos a comer y dónde? Siempre hay comida a tu alrededor, dondequiera que vayas.
Podemos usar las herramientas del Ho’oponopono, a la vez que asumimos el cien por cien de la responsabilidad, para limpiar constantemente las memorias y pensamientos que tengan relación con la comida, tanto de forma consciente como inconsciente. Una muy buena forma de hacerlo es decir «gracias» y «te amo» a estas memorias.
Sin embargo, conviene no olvidarse de desarrollar una fuerte relación de amor y confianza con nuestro niño interior para lograr el éxito. Recuerda que es esta parte de ti, tu parte emocional, la que sufre, no tú. ¡Esta es nuestra parte hambrienta o que piensa que no puede sobrevivir a menos que coma un helado de vainilla!
Una vez que comenzamos a soltar estas memorias de repetición y a ver los resultados elegimos mejor. Es una reacción en cadena. Cuando lo hacemos, nos sentimos tan bien y tan orgullosos de nosotros mismos que avanzamos con otras cosas que teníamos en suspenso. Nos sentimos cada vez mejor y nos volvemos imparables.
¿Con qué intensidad deseas lograrlo? ¿Estás dispuesto a hacer lo que sea necesario? A veces hace falta esforzarnos para conseguir lo que queremos, ¡pero podemos elegir practicar Ho’oponopono y realmente disfrutar el viaje!
Modificar nuestro peso o nuestra apariencia no será suficiente. Ellos están «fuera». Son solamente la manifestación física de las memorias y los programas, aquello que decidimos creer que necesitamos. Si no cambias estos últimos, incluso si pierdes peso la felicidad puede ser temporal. Quiero compartir algo que me sucedió en mi último viaje a Japón. Fue muy importante para mí. Estábamos en Okinawa y encargué que me subiesen comida a la habitación. El pollo que me trajeron venía con arroz y les pedí que cambiasen el arroz por vegetales. Dijeron que de acuerdo, pero cuando volvieron a traer la cena a mi habitación ¡habían reemplazado el arroz por patatas fritas!
Amo las patatas fritas; diría que son una de mis debilidades. En el pasado nunca habría podido decirles «no», ¡de ninguna manera! Incluso solía comer las que les sobraban a los demás. En esa ocasión me introduje una patata en la boca, hasta llegué a saborearla, pero me la saqué de la boca y corrí con el plato al baño. Las tiré. Sí, ¡las tiré! Ni yo lo podía creer, porque además tenía una excelente excusa para no hacerlo: la comida que quedaba en el plato no era suficiente para satisfacer mi hambre.
En mi experiencia, logré hacerlo porque llegué al punto de decir: «¡Ya basta!». Al llegar a este punto te comprometes contigo mismo a hacer lo necesario para cuidar bien de ti, a no lastimarte más. Debes amarte a ti mismo lo suficiente para tener la fuerza para hacerlo. Jamás habría logrado esto sin la ayuda de mi niña interior.
Mientras me sacaba la patata frita de la boca, hablaba y tranquilizaba a mi niña interior diciéndole: «Podemos hacerlo. Todo estará bien. Nosotras estaremos bien». Recuerda siempre que nada de lo que sucede en el presente tiene que ver con lo que realmente está sucediendo ahora mismo. Para cambiar algo en tu vida, es esencial trabajar con las memorias que se repiten sin cesar y te mantienen atrapado en tu realidad actual.
Mis Reflexiones sobre Ho'oponopono
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Comentarios
QUE FUERZA DE VOLUNTAD ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡