Cuando lo que escuchan… no es lo que dijiste
Discutir con gente querida o cercana y lastimarse por lo que dijo uno y entendió el otro… no es un tema agradable, ni productivo. De hecho solo crea resentimientos y barreras que impiden fluir la relación.
En ocasiones uno piensa que está diciendo las cosas en el lugar adecuado, con el tono indicado y las personas que escuchan, no solo reaccionan de la manera contraria a lo que se esperaba, estas además de que se enfurecen, se ofenden y en lugar de poder dialogar, gritan, insultan y terminan la conversación en un tono molesto, sin una buena conclusión.
Cuando surge cualquier discusión, es difícil que las personas involucradas se quieran escuchar sin sentir la necesidad de defenderse o atacar. Por lo que la probabilidad que se pueda resolver o llegar a un acuerdo es casi imposible.
Cuando uno entiende lo que quiere y no escucha lo que se le dice, el problema no radica en las palabras que se dicen, ni en el punto de vista del otro, ni el tono que se utilizó, más bien, se trata de una lucha de poder en donde lo importante no es lo que se dice, sino aclarar quién tiene la razón.
Estas luchas son crueles y complicadas ya que el trasfondo es un tema personal y no tiene nada que ver con el problema que se discute y se quiere resolver.
Si bien es importante hablar con la verdad, también es necesario aprender a utilizar las palabras de tal manera que logren construir puentes de comunicación y fortalezcan las relaciones personales. De nada sirve lastimar, provocar enojo y crear inconvenientes, por decir la “verdad” y no conseguir nada a cambio.
Las palabras deben de ser acompañadas por la sensibilidad para saber con quién se habla. Además, de tener el deseo genuino de querer comunicarse sin la necesidad de imponer la opinion propia.
De nada sirve decir lo que el otro no quiere escuchar. No es muy inteligente provocar una discusión cuando de entrada se sabe que no hay con quien hablar.
¿Entonces qué se debe hacer? ¿Callarse para no provocar un mal rato?, ¿Decir la verdad, a pesar de que nadie la va a escuchar? ¿Ignorar el problema? Definitivamente hay que hablar tratando de causar el menor daño posible.
Lo que se recomienda hacer:
• Dialogar sin enojo, controlar los pensamientos y tener claro que el objetivo es escuchar lo que el otro tiene que decir.
• No buscar venganza, ni querer lastimar.
• No guardar y cobrar resentimientos pasados, o hablar de mala gana.
• No hay que demostrar que uno es mejor.
• No reprochar, ni aferrarse al pasado.
Para lograr un dialogo efectivo, tranquilo y sincero se necesita soltar el enojo y aprender a amar al prójimo como uno se ama a uno mismo.
La receta
Dialogando sin herir
Ingredientes:
Ingredientes
Perspectiva- tener el objetivo claro, no imponer la opinion propia
Prudencia – calma y compasión cuando al escuchar
Responsabilidad - aceptar el valor de la relación y las consecuencias al resolver el problema
Integridad – Nunca comprometer los valores personales, ni causar daños colaterales
Cariño – amor al prójimo, a la vida y a la relación que se tiene.
Afirmación Positiva para no lastimar al hablar.
Tengo fe que el problema, el mal entendido o le que me cause una discusión se van a resolver. No me voy a exaltar, ni voy a provocar una disputa mayor, cuando lo que quiero es entender lo que sucede para poder solucionarlo. Siempre hay una mejor manera para dialogar sin tener que ofender. Yo soy responsable de mis palabras y de sus consecuencias. Me puedo controlar y escuchar sin tener que reaccionar. Amo a mi prójimo y estoy listo para solucionar esta discusión.
Como poder escuchar sin reaccionar:
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1. Siempre hay una manera de hacer que los diálogos funcionen. Cuando se cuidan las palabras y se tiene el compromiso de no transgredir, ni causar daño, se consigue una probabilidad mayor para escuchar y ser escuchado.
2. Hacer el bien y preservar la armonía de las relaciones es tan valioso como el hablar con la verdad. En ocasiones, es preciso estirar la verdad con el fin de hacer el bien. El no decir todo lo que uno sabe, no significa que uno esté mintiendo.
3. Reconocer el impacto que uno tiene en la resolución de un conflicto, es parte de la solución. Cuando uno es responsable de sus acciones y tiene claro el deseo de solucionar el problema, las palabras salen sobrando y las acciones ayudan a crear un ambiente seguro para dialogar.
Uno siempre puede ser más sensible, más prudente y sobretodo hacerse responsable del tono con que dice las cosas para no ofender, ni lastimar.
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