Cataluña es una región de España, en la que llevo cincuenta años viviendo, es decir, toda mi vida, lo que me permite hablar con el conocimiento que da la experiencia. Por otro lado, hace ya muchos años que me dedico a ayudar a que las personas entiendan cómo funciona el subconsciente y asuman el control de su vida alienando su programación con la vida que quieren vivir.
Han sido muchas las personas de todo el mundo que me han venido preguntando hasta qué punto es grave la situación en Cataluña, y sinceramente, como profesional puedo decir que es muy grave.
Más allá de las imágenes mostradas por los medios de comunicación, de actos puntuales, que afortunadamente no es el día a día de lo que vivimos aquí en Cataluña la gran mayoría de personas, hay una realidad latente que de no frenarla puede hacernos acabar a todos en una situación mucho peor de la que ya tenemos.
Todo lo que está ocurriendo en un gran acto organizado de manipulación social, que tiene su origen hace veinticinco o treinta años, cuando desde el gobierno de la Generalitat de Cataluña se negociaba con el gobierno central el reparto económico de los ingresos obtenidos por los impuestos.
Como medida de presión en la negociación se comenzó a transmitir a la población de Cataluña una serie de creencias del tipo “España nos roba”, “España no nos da lo que es nuestro”, “Todos los problemas que tenemos en Cataluña es por culpa de España”, “España trata peor a Cataluña que al resto de España”, y así hasta las más recientes de “España coarta nuestras libertades”, “España no nos permite decidir nuestro futuro”, o “España me impide ejercer mi derecho al voto”.
Lo que comenzó con una negociación política para conseguir más dinero, gracias a las creencias que han llegado a instaurar en buena parte de la población durante estas últimas décadas, se ha convertido en una lucha por las libertades y los derechos de un pueblo.
Nada tiene que ver con el tema histórico. Por un lado, Cataluña jamás en la historia ha sido independiente. Además, cuando yo era joven, salvo un pequeño grupo de políticos, nadie se planteaba que Cataluña fuera diferente al resto de España. De hecho, en la actualidad, buena parte de la población que grita a favor de la independencia no son catalanes. Muchos de ellos ni siquiera son españoles.
El adoctrinamiento llevado a cabo en Cataluña durante estas décadas ha tenido dos puntos estratégicos, la educación y los medios de comunicación. En los colegios se ha adoctrinado totalmente a los niños desde bien pequeños. Mis propias hijas fueron llevadas hace más de diez años, sin preguntar siquiera a los padres, a ver obras de teatro sobre la independencia de Cataluña. Al extremo que muchos jóvenes, incluso a nivel universitario, creen que la guerra civil española fue una guerra entre Cataluña y el resto de España.
La utilización de los medios de comunicación pública en pro del adoctrinamiento, o lo que es lo mismo, de la interiorización en la población de determinadas creencias, nos ha llevado a tener continuamente una cierta memoria histórica presente. Los actos criminales cometidos durante la guerra civil son considerados una afrenta a Cataluña, como si el resto de España no los hubiera vivido.
El origen de lo que se está viviendo en Cataluña actualmente está en las últimas tres décadas, y es consecuencia de todas esas creencias que nos han venido introduciendo por distintas vías.
El problema se ha agravado a consecuencia de lo ocurrido el uno de octubre, momento en el que el referéndum ilegal, según dictaminó el tribunal superior de justicia, intentó llevarse a cabo de todos modos. Desgraciadamente la policía, al igual que sucede en cualquier momento en el que actúan las fuerzas del orden y existe alguna resistencia a la autoridad, empleó la fuerza, y hubo algo de sangre. En ese momento, las creencias que nos habían estado metiendo sin un sustento realmente cierto, fueron reforzadas por unos hechos. Lo que llevó a muchos a interiorizarlas cuando todavía no lo habían hecho.
En ese momento, no importa si las imágenes y las noticias transmitidas pudieran estar parcial o totalmente manipuladas. Que aquellos que manifestaban que les habían roto todos los dedos de una mano, en realidad tuvieran sólo una fisura en un dedo, y precisamente de la otra mano. O que algunas de las imágenes transmitidas ese día por los medios de comunicación correspondieran a actuaciones realizadas por la propia policía catalana un tiempo atrás.
Las creencias que actualmente tiene un porcentaje importante de la población en Cataluña son “España coarta con violencia mi libertad de decidir”, “Que Cataluña sea independiente es un tema de principios y de libertades”, “Yo estoy obligado a luchar por mi libertad”.
Si lo observamos desde el punto de vista del subconsciente esto es gravísimo, ya que tenemos a mucha gente con creencias idénticas, que les impulsan a actuar para luchar por un ideal. Es la situación idónea para tener una utilización masiva de la gente. El llamado fenómeno de masas.
Basta con que alguien active emocionalmente a todas estas personas para que su capacidad de pensar y analizar se reduzca, y sigan al líder que aparezca delante. Ante las emociones, los lóbulos prefrontales del cerebro reducen su actividad, lo que nos lleva a reaccionar automáticamente en base a la programación que cada individuo tiene.
Si esto ocurre estando en grupo, el colectivo anula al individuo, y nos dejamos llevar, con el riesgo que supone.
Ahora ya nadie se acuerda que detrás de todo este conflicto había un tema económico. Ahora para mucha gente no importa si vamos a estar mejor o peor de lo que estábamos, lo que importa es ser independientes porque es nuestro derecho.
El daño está hecho, en esta lucha nadie va a salir victorioso. Todos hemos perdido ya. A nivel económico la riqueza de Cataluña se está esfumando. Más del 30% del PIB de Cataluña correspondía a empresas que se han marchado, y lo que falta por llegar. En el momento en el que comience la gente a pensar que pagar impuestos en Cataluña significa apoyar el financiamiento de la lucha por la independencia, la gente comenzará a empadronarse fuera de Cataluña, y consecuentemente a pagar impuestos fuera.
Pero más allá del coste económico, la fractura social es lo realmente importante. Amigos que dejan de serlo por pensar de forma distinta, o familias en que se separan. Si estás en Cataluña posiblemente habrás visto cómo muchas personas se han salido de grupos de whatsapp por no compartir ideologías de otros, o de personas que han dejado de seguir a otros en Facebook, Instagram u otras redes sociales.
Estamos en un momento crítico. Retornar a la situación anterior es imposible. Las creencias han calado tan profundamente que debemos hacer un trabajo importante a ese mismo nivel, a nivel subconsciente de cada persona. Debemos interiorizar cada uno de nosotros creencias que nos lleven a fijarnos en lo que nos une, y no en lo que nos separa.
Al igual que ocurre en las familias, donde hay personas que aportan más dinero que otros, y con ese dinero se financian los gastos de todos, a un nivel macro también ocurre. Los países y las zonas ricas están obligados a enviar dinero a las zonas más pobres. De no hacerlo, se produciría un flujo migratorio que pondría en peligro el bienestar en las zonas ricas.
Buena parte de la población en Cataluña está programada para poder ser utilizada con facilidad por parte de aquellos que sepan cómo hacerlo. Si es tu caso, te recomiendo que tomes conciencia de ello, revisa tus creencias más profundas, y no permitas que te lleven como una marioneta. Decide cuáles quieres que sean las creencias que dirigen tu vida, y prográmate de ese modo. Afortunadamente tenemos muchos caminos para hacerlo.
Personalmente elijo creencias del tipo “Vivo en paz y armonía en todo momento”, “Identifico rápidamente cuándo me quieren manipular, y evito caer en la manipulación”, “Tengo criterio propio para analizar lo que ocurre”, “La paz y la convivencia están por encima de todo”,…
La situación actual es muy grave y peligrosa. Ya he oído comentarios de personas, incluso algunas muy próximas, diciendo cosas del tipo “seamos pacíficos, ya tendremos tiempo de matarlos”, o bien “a esos deberían matarlos a todos”. Las personas que dicen eso, lo hacen desde sus creencias más profundas de que la violencia está justificada para defender sus derechos. El peligro de utilización de estas personas es enorme y al mismo tiempo, muy fácil de llevar a cabo. Dios quiera que no veamos materializada esa situación como realidad.
Ricardo Eiriz
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