Pensar y sentir nuestro cuerpo en positivo
Por Alejandra Buggs Lomelí*
México, DF, 28 feb 12 (CIMAC).- Es importante compartirles la dificultad que me significó abordar este tema y fluir con él, resultado del aprendizaje de los mensajes de la sociedad patriarcal sobre el cuerpo de las mujeres y donde la imagen de la mujer físicamente perfecta llena el panorama de la publicidad en los medios.
Las mujeres hemos construido un modelo irreal impuesto con el que debemos cumplir para ser aceptadas socialmente; esta constante presión genera que muchas mujeres peligrosamente sientan que cuerpo e identidad son sinónimos.
Esta situación tan cotidiana genera que la mirada de los hombres en relación con el cuerpo de las mujeres sea el de un sujeto y un objeto deseado, por lo que nuestro cuerpo femenino aparece durante siglos y en todas las sociedades como un cuerpo “al servicio de”, controlado, usurpado, colonizado, observado, exhibido, medido, comprobado, cosificado, ofrecido y vendido.
¿Cómo afecta esta construcción social de nuestro cuerpo a nuestras emociones? Las consecuencias emocionales de esta forma social de construir y de vivir nuestros cuerpos han sido tristemente que las mujeres no exploremos nuestros cuerpos, no los toquemos, no los conozcamos, no los miremos más que para criticarlos y descalificarlos, no les demos placer y sobre todo que congelemos nuestra capacidad de sentir y de disfrutar haciendo lo que la psicóloga española Rocío Carmona Horta ha llamado “deshabitar” nuestro cuerpo.
Me parece que desafortunada y riesgosamente este deshabitar corporal hace que nulifiquemos nuestra capacidad de placer, lo que conlleva a que a la mayoría de nosotras se nos dificulte establecer contacto directo con nuestras necesidades y deseos.
La antropóloga Gilda Salazar Antúnez señala que los hombres y las mujeres no vivimos la experiencia corporal de igual manera, y por lo tanto nos conducimos de forma distinta en relación a nuestros cuerpos.
Y surge un cuestionamiento: si las mujeres ¿somos o tenemos un cuerpo? Y si lo tenemos ¿cómo lo habitamos? Para habitarlo habrá que sentirlo y vivirlo en positivo; estoy consciente de que no es una tarea sencilla cuando han sido siglos de tabúes y ocultamiento de nuestro cuerpo; sin embargo es importante permitirnos la oportunidad de buscarnos y de encontrarnos en este proceso largo, paulatino, posible y sanador.
¿Por dónde empezar? Cuando hace algunos años vi una escena de la película Amélie, en la que la protagonista disfrutaba tanto meter su mano en el saco de lentejas, me remonté a algo que mis manos disfrutaban mucho de niña cuando mi mamá me llevaba al mercado de Medellín.
Yo metía mis manos en los cajones de frijoles bayos, canarios y negros y podía perderme en esa sensación de disfrute, son estas sensaciones aparentemente insignificantes e importantes, por las que podemos empezar a recuperar nuestra capacidad de sentir y disfrutar de nuestro cuerpo.
También será pieza clave para vivirnos en positivo convertir nuestro cuerpo en un aliado y verlo como un vehículo hacia el autoconocimiento que permita concentrarnos en lo que hacemos de manera muy consciente, como por ejemplo: darnos un tiempo para recordar qué nos gusta.
Saborear, oler, tocar (sentir), escuchar y mirar, y de ser posible no sólo recordarlo sino ponerlo en práctica, porque estas experiencias no dependen de ninguna otra persona más que de nosotras mismas.
Son estas algunas alternativas para iniciar el proceso de entrar en contacto con nosotras mismas y descubrir todo lo que somos capaces de sentir, se trata entonces de experimentar cada una en propia piel, pues es algo que no se vive a través de que alguien venga y nos lo cuente.
La invitación es a que esta forma de conocernos, de comunicarnos con y a través de nuestro cuerpo y de estar en contacto con nosotras mismas, se convierta en un proceso de atención física y emocional para toda la vida.
*Directora del Centro de Salud Mental y Género, psicóloga clínica, psicoterapeuta humanista existencial y especialista en Estudios de Género.
www.saludmentalygenero.com.mx
Comentarios
En varias ocasiones te he escuchado cuando has participado en la radio y tu forma de exponer me gusta porque me ayuda a clarificar mi presente y sobre todo a encontrar no solo el por qué sino el para qué y grandiosamente el cómo enriquecer mi vivir cotidiano.
Ahora que te leo entiendo que formas parte de las personas que me han ayudado a mirar el mundo de otra forma. Gracias Alejandra por ser y hacer.