Estar inspirado es sentirse positivo, con el ánimo para crear, cambiar, actuar o imaginar. Por supuesto que hay eventos negativos que inspiran a escribir un poema, hacer un guion para una película o componer una canción, pero eso solo ocurre cuando el momento de mayor tristeza pasa, para dar cabida a la nostalgia, y con ello, a la imaginación.
Inspiración es encontrar razones para intentar, para decidir o para luchar, es decir, para vivir. La ausencia de este elemento conduce a la depresión, al conformismo o a la mediocridad. La persona se conforma con sobrevivir y levantarse por inercia, sin una razón de peso, sin una ilusión, sin ánimo alguno.
Si no hay algo que te inspire, puedes buscar en tu pasado, en tu presente y en tu futuro. Cuando el pasado es inspiración es porque una o más experiencias tenidas, dibujan una sonrisa en tu rostro y el recuerdo te fortalece; por ejemplo, el nacimiento de tu hijo. Traer a tu mente la dicha enorme que te invadió y el amor que sigues teniendo por él, es una gran fuente de inspiración para hacer lo necesario para darle una vida digna y guiarlo por buen sendero. Haber terminado una carrera profesional, es otro gran motivo; tener un patrimonio es, seguramente, el resultado de un esfuerzo que dio frutos, entre muchas otras experiencias que guardas en el baúl del pasado, y te han dado energía y razones suficientes para seguir avanzando.
A lo mejor el pasado tiene una cara amarga; tal vez trae a tu mente escenas cuyos detalles no deseas reconstruir, pero que no puedes evitar sentir. Es probable que el contexto en el que creciste no haya sido el mejor y tus relaciones implicaron sufrimiento. Este escenario oscuro puede ser tu gran fuente de inspiración: tener el firme propósito de no volver a pasar por esas experiencias o hacer lo conducente para que tus seres amados escriban una historia de vida totalmente distinta. Toma acción y cambia el presente y el futuro; el pasado no cambia, pero deja importantes aprendizajes.
Si te es difícil apreciar tu presente, es, probablemente, porque te enfocas más en el pasado que añoras o lamentas, o en el futuro que deseas construir. El presente es, sin embargo, una gran fuente de inspiración porque te permite reflexionar sobre los obstáculos superados, sobre lo que hoy tienes, sobre lo que hoy eres y sobre lo que hoy eres capaz de hacer. Vivir en el presente es valorar en lugar de lamentar. Si lo que hoy observas no te satisface o te decepciona, haz un recuento de las decisiones tomadas o de las que todos los días quieres tomar y, por no atreverte, te han colocado donde estás. Inspírate en ti, pide ayuda si es necesario, trabaja en enamorarte de ti misma(o) y pon manos a la obra. Echa a andar tu imaginación y orienta tus fortalezas hacia el futuro.
El futuro inspira a través de la imaginación, de la creatividad y convicción para modelar la vida que deseas. Genera un cronograma con todos los pasos que habrás de dar, con un objetivo claro y concreto, perfectamente trazado. Siéntete con las competencias requeridas para lograrlo, a pesar de los inconvenientes que encuentres en el trayecto. El futuro nos inspira pero no olvides que se edifica a partir de ahora.
Abre las puertas a la inspiración y encuentra la motivación para perseguir tus sueños, convertirlos en objetivos y trabajar para hacerlos una realidad. Puede ser de ayuda un amigo, familiar o personaje a quien admires y que sea un referente para aproximarte a tus metas, con la seguridad de que cada amanecer es una invaluable oportunidad de renacer y volver a empezar
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