Existe un libro titulado ‘POR MAL CAMINO’, cuya lectura recomiendo encarecidamente, el cual leí hace casi veinte años…. Su autora es una filósofa francesa, muy prestigiosa y talentosa: Elisabeth Badinter.
Segú Elisabeth, las relaciones entre hombres y mujeres, hace ya años, que van por muy mal camino.
¿Estoy de acuerdo con ella? ¿Es cierto que van por mal camino?
A mi entender, sí.
Permíteme que te ofrezca mi teoría.
Resido en España, por lo que, obviamente, mi teoría se fundamenta principalmente en la observación y análisis que este ‘escenario’, me ofrece. No ignoro que, el resto del mundo, también está sometido a cambios producto resultante de las ‘influencias’ psicoemocionales y de las presiones ejercidas por la ‘reingeniería social’ que sufrimos desde hace años y de la que, no todo el mundo, es consciente.
Desde hace bastante tiempo, a las mujeres se nos está tratando de convencer de que, los hombres, son malos, machistas, misóginos, poseedores de características que les nublan ciertas capacidades. Lo cual, no sólo les hace diferentes a las mujeres, sino que les envilece y, además, crea el efecto colateral, de contaminar las relaciones provocando, a su vez, que estas sean difíciles, disfuncionales… y, el entenderse, casi imposible.
Los hombres son esos seres humanos con un cromosoma diferente al de las mujeres. Punto. En lo biológico es cierto que somos diferentes. En cuanto al interior, ambos sentimos, padecemos, lloramos, fracasamos, nos perdemos, tenemos sueños, queremos ser amados y aceptados… El alma, lo he dicho en muchas ocasiones, desconoce tanto el género (masculino, femenino y neutro), como el sexo (femenino y masculino).
- Hace años que asisto a la demolición ‘consentida’ (en muchas ocasiones por ignorancia o por falta de sentido común y de valentía) de las relaciones afectivas entre hombres y mujeres. No se puede ni se debe, pasados los veinticinco años, culpar a ‘otros’ de nuestras miserias. Nadie nos hace nada que no le consintamos. Si una mujer comienza una relación con un hombre, ante todo, deberá tener mucha valentía para atreverse a ‘ver lo que hay’ y no llevarse a engaño a sí misma ‘viendo lo que quiere ver, esto es, la proyección de sus deseos’. Nadie nos engaña sino no es con nuestra colaboración.
En España, hay un cuento para niños, en el que se le pide al lobo que enseñe la patita por debajo de la puerta antes de abrirle ésta (Los siete cabritillos). El equivalente sería dedicarse a observarle, analizarle, hacerle preguntas… Se trataría, en definitiva, de entrevistarle a fondo antes de darle el ‘cargo de pareja’. De hacerlo, muchas mujeres no empezarían jamás una relación con ciertos hombres porque, haberlos malos, haylos como sucede con las meigas (brujas, en Galicia, España). Obviamente, existen las mujeres malas, inmaduras, codependientes, psicológica y emocionalmente ineptas. Ya lo dije antes, nos diferencia el envoltorio externo y nuestra historia personal. El resto, es universal.
En mi país, sobre todo, en los últimos cinco años, hemos asistido a un machaque permanente de gran intensidad, según el cual, las mujeres ‘estamos inmersas en una cultura heteropatriarcal’ que no nos deja ni respirar.
¿Verdadero o falso?
Falso, totalmente falso.
Actualmente, las mujeres viven (vivimos) condicionadas por consignas disfuncionales de las que se autoproclaman feministas pero que no son sino unas aprovechadas, falsas y hembristas que han medrado a costa de engañar a quienes (hombres y mujeres), se han dejado embaucar por sus consignas malévolas.
¿Acaso, sus padres, sus hermanos, sus abuelos son todos unos machistas?
¿Acaso, no se salva nadie?
¿Acaso, son todas unas lerdas, incapaces de ponerse en su lugar y en el de todas y cada una de las mujeres de su familia?
En la mía, todas sin excepción, han sido mujeres fuertes y sabias que llevaban la dignidad por corona. ¿Los hombres? Unos metroemocionales. ¿Eran perfectos? No, por supuesto que no, nadie lo es, todos tenemos nuestros matices.
- ¿Cómo es que se dejan embaucar, liar, convencer… por esos cantos de hembristas o falsas feministas?
Es compleja la respuesta. Sencillamente, porque no interviene una sola variable (las hembristas y sus mensajes). Desde años, otro de los cometidos de la reingeniería social, consiste en hacerle creer a la gente que ‘tiene derechos’ pero que carece de ‘obligaciones o responsabilidades’. Nos han bombardeado por activa y por pasiva,con mensajes ‘positivos’ cuya finalidad es entontecernos, hacernos manejables psicológicamente hablando, debilitarnos mentalmente… Y, lo han logrado. El nivel de inmadurez psicológica, el casi, uso nulo del sentido común, la bobería intelectual, la pobreza de espíritu crítico, la dejadez de sí mismo, el seguidismo de ‘influencers’ sin nada valioso que ofrecer más allá de la pura banalidad, añadido a que se ha instaurado la ‘cultura del no molestar, no agraviar’, que no es sino el ‘igualar hacia abajo’. En lugar de elevar el nivel de enseñanza (hablo de España), se ha rebajado para que, aquellos con un coeficiente intelectual inferior y/o que no quieren esforzarse, no destaquen en clase, no se note que son 'tontos'. Todo lo cual, y mucho más, ha ido creando un caldo de cultivo que ha acabado por normalizar el ‘victimismo’ de tal manera que, cualquier mujer que no quiera asumir las riendas de su vida, pueda acogerse al ‘machismo’, o lo que es lo mismo, a la consigna hembrista del: ‘Si no puedo alcanzar tal o cual meta, es porque me lo impide el machismo, los hombres, la sociedad heteropatriarcal’. Les han servido una coartada en bandeja de plata. Una, que lamentablemente, les viene como anillo al dedo cuando se trata de disimular la no asunción de responsabilidades, la incompetencia, la inmadurez psicoemocional o cualquier propósito manipulador de la realidad.
Actualmente, todo es machismo. Lo que hace años eran conductas normales entre hombres y mujeres (que conste que soy una firme defensora del feminismo clásico o verdadero. Soy muy feminista pero no hembrista ni tontista), ahora son delictivas, o sea, motivo de denuncia.
Yo, como mujer, he tenido que esforzarme en el mundo profesional para lograr metas, al igual que le sucede a caulquier hombre. Nunca usé mis ‘armas de mujer’ para seducir a un hombre, sacar ventaja o lograr favores. Mi dignidad me impidió usar otra cosa que no fueran mi inteligencia, mi esfuerzo y mi competencia para lograr lo que me hubiera propuesto. Antes he dejado de conseguir un contrato que prostituir mi dignidad.
Las hembristas se han cargado las relaciones entre hombres y mujeres…
Vamos camino del desastre. Las mujeres que se han dejado abducir el sentido común por las consignas hembristas (para mí que muchas de ellas son mujeres muy resentidas con la vida en general y con ellas mismas, en particular), han envenenado no sólo su vida sino también la de su expareja, la de sus hijos. Cuando una pareja no funciona, no es uno sólo el que tiene la culpa, es cosa de dos. Ya lo apunté anteriormente, muchas mujeres no han superado la fase ‘princesa’ esa según la cual ‘vendrá un caballero montado en un corcel y le dará sentido a su vida’. Parece mentira que aún estemos en esas… Lo estamos pero con la versión ‘3.0’, o sea, la de 2023… Ningún hombre le hace nada a una mujer que ésta no le consienta. Aquellas épocas del mundo (si bien la Historia está llena de mujeres valientes que salieron adelante sin un hombre en cualquier siglo y lugar), en las que el machismo era real y con letras mayúsculas, impidiendo a las mujeres decidir por sí mismas porque estaban sometidas al poder paterno o al del marido, se acabaron hace mucho tiempo en los países democráticos.
- Por consiguiente, ¿por qué y para qué envenenar las relaciones entre hombres y mujeres?
Si se destruye el amor propio (autoestima), si se proscribe la dignidad y se encierra bajo siete llaves al sentido común, al ser humano, a cualquiera, se nos puede llevar por mal camino, esto es, se nos puede convencer de cualquier cosa que sea perjudicial para nosotros pero ‘beneficiosa’ para quien ostenta el Poder.
En España, las hembristas o ‘feministas 3.0’, han implantado el ‘culpar a otro’ de todas y cada una de sus conductas o acciones, cuyo resultado, no les conviene. A la actual ministra de Igualdad en funciones (llegó al cargo de ministra no en base a sus méritos profesionales, -su CV se reduce a una licenciatura en Psicología y a, antes de ser 'ministra', una experiencia profesional de tres meses como cajera en un supermercado-, sino a otras razones más propias del machismo más rancio, el cual, ella dice combatir), debería darle vergüenza llamarse ‘feminista’ y dar lecciones a las verdaderas feministas-. Las hembristas han usado un problema para crearse un negocio y una red clientelar que 'divulgue' y normalice sus consignas permitiéndoles aplicar técnicas del Comunismo de forma disimulada. Si lo observamos desde la óptica psicológica, la susodicha 'ministra', al igual que otras personas, ignora el trabajo de C.G. Jung acerca de la ‘sombra’ y las proyecciones (se ve la paja en el ojo ajeno y se niega la viga en el propio). Consecuentemente, esta tipología de mujeres, persiguen con ahínco, combaten con fervor, supuestos ‘pecados’, ‘errores’ o disfuncionalidades varias (machismo, misoginismo y todos los ‘istmos’). Es la consecuencia de no poder soportar, la existencia en su psique, de los ‘pecados’ anteriormente citados, por eso se esfuerzan tanto en acusar a otros de cometerlos (proyección): se combate afuera lo que en uno se niega. La negación está haciendo estragos en las relaciones entre los seres humanos.
Por cierto, en España, las mujeres ya no somos mujeres, ahora somos ‘personas menstruantes’. Habría que preguntarle a la ministra de Igualdad en funciones, ¿qué son las mujeres que ya no menstrúan? Hace unos meses, en un mitin, una mujer tuvo la valentía (osadía, cabría decir) de preguntarle a la ministra: "¿qué es una mujer?" En lugar de responderle, la ministra se quedó callada, mientras otras de su equipo se dedicaron a increpar a la que había osado formular semejante pregunta y la 'invitaron' a irse, es decir, la echaron del acto… Para la susodicha la ministra española de igualdad (¿no será desigualdad?), la menstruación ha sido y es una suerte de ‘castigo’ u objeto de discriminación para las mujeres. Así es, nos ha querido convencer de ello. Lo malo es que, muchas mujeres jóvenes (desconozco qué les habrán contado sus madres y abuelas), se han tragado el cuento, les han comprado el discurso de que 'vivimos en la edad media'. Hace tiempo que no trabajo en el mundo de la empresa, ergo, no le voy a llevar la contraria (lo digo con ironía). Ahora bien, en mi época (década ochenta, noventa del siglo XX), esa ‘realidad’ no existía. La regla o menstruación no era objeto ni de mofa ni de befa ni de discriminación alguna, muy al contrario, estaba totalmente normalizada.
- Vamos por muy mal camino.
- Echarle la culpa al otro (quien quiera que sea y de lo que sea), nunca ha sido la solución. Muy al contrario, crea problemas nuevos donde antes no los había o provoca efectos colaterales perversos.
- Hemos perdido el norte (hace años que lo vengo diciendo). La infantilización, la inmadurez psicológica, la no asunción de responsabilidades, la falta de coherencia y de sentido común, la ausencia de dignidad… son síntomas de una baja autoestima, de una disociación de la persona con su psique, su alma, su vida.
He escrito muchos libros con el fin de inspirar, principalmente, a la mujer a mejorar la relación consigo misma, dejar de ser una víctima, librarse de la ‘victimitis aguditis’, asumir las riendas de su vida, ponerse la corona y dedicarse a ser lo mejor que le ha pasado. Y, desde ese ser ‘reina de su vida’, relacionarse en armonía con quien a ella le diera la gana en libertad, igualdad, respeto y amor.
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FUENTE WIKIPEDIA:
Distinción entre sexo y género
Distinción entre sexo y género en el habla cotidiana[editar]
La distinción de sexo y género no es universal. En español, sexo y género no son sinónimos, ya que sexo se refiere a una condición orgánica,3 mientras que género se usa para clasificar personas o cosas con características similares4 (por ejemplo, el género gramatical, el género en biología o el género artístico). El Diccionario panhispánico de dudas advierte que no debe confundirse el género gramatical con el sexo y que para diferenciar la condición biológica de las personas como masculinas o femeninas debe usarse la palabra sexo, pero es admisible usar género, como una categoría cultural, únicamente dentro del ámbito específico y técnico de los estudios sociológicos.5 Ahora bien, desde 2014, sin hacer hincapié en un uso técnico, el Diccionario de la lengua española recoge la tercera acepción de género como una categoría sociocultural, pero no biológica, «al que pertenecen los seres humanos de cada sexo».6
En el habla ordinaria del inglés, sex y gender son a menudo usadas indistintamente.78 Algunos diccionarios y disciplinas académicas les dan diferentes definiciones, mientras que otros no. Algunos idiomas, como el alemán o el finlandés, no tienen palabras separadas para sexo y género, y la distinción debe hacerse a través del contexto. En ocasiones, es apropiado usar la palabra inglesa gender.910
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