El abordaje de la salud va sufriendo modificaciones en la medida que los avances tecnológicos y científicos, nos van proporcionando herramientas para un diagnóstico más rápido y más certero, de la alteración de los órganos o sistemas que integran nuestro cuerpo físico.
Pero paralelamente a estos adelantos sin duda importantes, hemos ido perdiendo progresivamente algo que jamás la tecnología podrá sustituir y que es la relación entre el médico y el paciente. Esta relación muy particular se da, entre una persona que viene en busca de ayuda, y otra que domina el arte de curar en sus más diversas formas.
De este modo debe establecerse un vínculo humano, que le permita al profesional conocer lo que le sucede a su paciente, a través de la escucha empática, que no es otra cosa que recepcionar objetivamente la vivencia de ese individuo, en el marco de referencia de lo que sucede, y no como el médico quiere interpretarlo.
En este siglo veintiuno que hemos comenzado a transitar, los adelantos en el campo de las comunicaciones son sorprendentes. A través del correo electrónico nos podemos comunicar en forma instantánea a cualquier parte del mundo, y también lo podemos hacer a través de un mensaje de texto desde nuestro teléfono celular.
Sin embargo estamos perdiendo la capacidad de comunicarnos frente a frente, cara a cara, diciendo nuestra verdad sin tapujos, prefiriendo utilizar los medios electrónicos para ello.
Por ello, a la hora de decidir por un determinado profesional, o por un determinado tratamiento, tú como usuaria de tu propio cuerpo, tienes la obligación de tener algunos parámetros en cuenta. Por supuesto que los méritos académicos son importantes a la hora de la elección, pero también la buena disposición al diálogo es importante, para establecer una comunicación fluida, que le permita al profesional, llegar a un diagnóstico y tratamiento en el menor tiempo posible.
Personalmente creo que el orden debe ser el siguiente: ante todo, la búsqueda de la causa de la enfermedad debe ser exhaustiva desde el punto de vista de la organicidad de la misma. Es decir buscar y hurgar en la profundidad para poder encontrar en que órgano o en que aparato de nuestro cuerpo físico se encuentra la misma. Recién si el examen clínico, y los resultados de laboratorio, radiológicos, tomográficos etc. son normales, podremos abordar las causas emocionales que hoy están íntimamente ligadas a la génesis de un sinnúmero de enfermedades. Nunca hay que recorrer el camino inverso, y estar tentado de atribuir a causas emocionales, la totalidad de la responsabilidad de la aparición de determinada patología.
Creo conveniente hacer esta aclaración, porque el crecimiento explosivo de las Medicinas Complementarias, han hecho que muchas veces se comience la investigación a través de disturbios en las emociones, omitiendo recorrer los pasos diagnósticos necesarios para determinar la verdadera razón de la alteración.
Es más, en Medicina Homeopática, que tiene diferencias sustanciales en la confección de una Historia Clínica con la Medicina Tradicional, el primer diagnóstico a realizar es el diagnóstico clínico. Esto significa, que el médico debe saber frente a qué paciente se encuentra y frente a que enfermedad tendrá que luchar. Recién después vienen otros diagnósticos vinculados a episodios emocionales importantes que pueden haber incidido y ser responsables del disturbio en cuestión.
Desde el punto de vista humano, abrir mi mente ha sido uno de los pasos más importantes en mi evolución como médico, pues eso me ha permitido no rechazar ninguna práctica que pueda aliviar el sufrimiento del paciente, siempre y cuando las técnicas sean realizadas por personas responsables y con una sólida formación. Este último detalle, es sumamente importante a la hora de que tú elijas un profesional u otro.
La Medicina recorre distintos caminos, pero su futuro estará marcado por un regreso a una comunicación que nunca debió alterarse, que es la comunicación que se establece entre dos seres humanos. La tecnología como hemos señalado seguirá avanzando, y cada vez tendremos seguramente más aparatos sofisticados para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, pero hay algo que se destaca entre todo esto, y es que los médicos en lugar de enfrentarnos en una lucha estéril, tratando de hacer valer tal o cual técnica por encima de otras, deberemos unirnos, poniendo en el centro de nuestra preocupación, a nuestro paciente.
De ese modo, sumando nuestros conocimientos en las distintas áreas y especialidades, lograremos acortar significativamente el período de recuperación de la enfermedad. Hoy, los motivos de consulta han cambiado, y más allá de las enfermedades clásicas que hemos estudiado en la Facultad, han aparecido dificultades notorias para responder a los desafíos a los que la vida nos expone. Esto ha llevado a que los seres humanos atravesemos por períodos muy turbulentos de nuestra vida, sumidos en crisis personales, que afectan el funcionamiento global de nuestro organismo.
No son muchas veces enfermedades concretas, pero sí, sin duda un desajuste muy importante de nuestras funciones básicas. Reconocer estas situaciones que son cada vez más frecuentes es uno de los desafíos importantes que tendrá la Medicina del futuro.
En el pasado quedará el concepto de separación entre los fenómenos de la mente y los del cuerpo. Es innegable hoy, que hay una interrelación profunda entre los fenómenos que se suceden en cada sector. Un cuerpo físico enfermo, termina enfermando el alma, y a la inversa un cuerpo emocional alterado, proyecta su desequilibrio sobre nuestro organismo, provocando una alteración global de todas sus funciones.
Los sistemas de salud actuales tendrán que abocarse a una reestructura que le permita al profesional, dedicarle el tiempo necesario a su paciente, para poder establecer un diálogo profundo y esclarecedor, acerca de la historia de su enfermedad. No es posible que se determine administrativamente, la necesidad de atender a 6 o 7 pacientes por hora, lo que aumenta significativamente la posibilidad de cometer errores graves a la hora de llegar a un diagnóstico.
El tema es por demás profundo e importante, y es una responsabilidad colectiva, el hallar soluciones que prioricen la dignidad del ser humano, cuando de la Salud se trata.
Dr. Walter Dresel
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