Fabiola Guerra Ugalde
¿Qué te deja con la boca babeante? Las zonas arqueológicas son algo que te hace sentir humilde. En Teotihuacán se encuentran cerca de 200 extraordinarios frescos de la vida de una época –como en ningún lugar en el mundo-. Una vida pasada que era un replicar de colinas en cada pirámide, -las Piedras vivientes con piernas hablan-. ¿A caso no es algo que va como una flecha directo al corazón?, “¿Porqué abdicar de todo lo que a nuestros antepasados fue agradable?” –las ciudades entre las ciudades, las montañas mitológicas consideradas y veneradas como centros del universo-.
El amor a campo abierto es oficio de todos; príncipes hereditarios entre el linaje antiguo pero también de los plebeyos de ayer y hoy. No es superfluo ni superficial emprender búsquedas relacionadas a la arquitectura del paisaje. Las costumbres nos transportan a un pasado alucinante y a un horizonte infinito de territorio cultural. La palabra conmemorar combina dos palabras, “recordar y celebrar”.
Seamos viajeros del tiempo de nuestra propia vida. Es misión del hombre crear y administrar cultura. Identificarse con estructuras en la que se resguardan reliquias sagradas. ¡Hasta que Dios amanezca en nuestros corazones aprenderemos que el paraíso se puede encontrar aquí –a través de la educación! “Sé un patriota sin paralelo”. La vida es un vuelo largo con muchas escalas. Celebrar estos mágicos lugares es combustible espiritual. Todos tenemos un anhelo emocional. Ten una mirada de turista internacional y emprende su encuentro. –me parece que un extranjero se sorprende y disfruta más-.
Aprovecha que todo el calendario es católico y los días festivos son para disfrutar. Aprendamos a vivir la vida con lo que hay, -Templos que hablan sobre nuestras dinásticas ciudades-.
Nada aparece gratis somos convocados. ¿Qué haremos en el mundo? ¿Con nuestro espacio y amor? Las largas ausencias son nuestras verdaderas compañeras. Por qué vas a un museo o sitio de interés y está sólo, como abandonado. Todos los guardias que lo custodian aburridos. La gente que quiere emprender la aventura se va a otro lado –pone un continente de distancia-. Hay una tendencia extranjerizante cuándo estar en México es como estar en 16 países diferentes al mismo tiempo. Hay muchos genios detrás de estas tierras entre ellas la biodiversidad. Convierte lo gris de tu vida en verde.
Maravillas arqueológicas nos sumergen a un estado de armonía atemporal en construcciones milenarias. En resumen seamos amos de nuestro propio destino. Tengamos una identidad con el pasado, un lugar en el cosmos.
Hazlo por el amor que nos hace hacer las cosas hermosamente. Por tu voluntad. Ten de la vida un dibujo detallista y simple. Una visión tridimensional donde se junten –pasado, presente y futuro- Haz de la generosidad una moral y no des por enterrado tu legado; ¿Alguna vez has sentido alguna clase de espontaneidad arqueológica o inquietud que te lleve en pos de la historia, arte y monumentos? Cuando te brindas la oportunidad, la vida se vuelve un barquito de papel en el que se puede navegar por el México viejo. La historia no es aburrida: es una épica y es una aventura.
¿Qué nos hace recordar y celebrar la vida?
Tu país como parte de tu vanidad. Para los aztecas el guajolote representa la exaltación de la importancia personal, el ego de los humanos, enorgullecidos de su plumaje. Un ego hermosamente pequeño y humilde que te lleve a donde te plazca y dónde se pueda capturar el espíritu de un pueblo.
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