Medellín: Prácticamente toda la ciudad está construida con ladrillo rojo y es posible apreciarla desde la carretera saliendo del aeropuerto; si no usas el nuevo túnel, que mide aproximadamente 8 kms, puedes gozar de las maravillosas vistas que ofrece esta ciudad enclaustrada en un valle. Aunque desde el túnel se llega más rápido, sólo se ve concreto y puede hacerse muy largo el trayecto por la falta de visión, sobre todo cuando no conoces.

Nuestro primer encuentro de aprendizaje, resiliencia y resistencia fue la visita a la Comuna 13. Hay 16 comunas que seccionan las diferentes zonas en Medellín pero ésta es famosa porque fue una de las más recurrentes en tiempos de la guerrilla y de Pablo Escobar. Entre la guerrilla, los paramilitares y el narcotráfico se vivían momentos tan violentos que ni los policías se atrevían a entrar. Nos tocó como guía Alejo, un hombre de 28 años casado con tres hijos pequeños que nos contó que su papá murió en ese conflicto. A él le ha tocado ser uno de esos jóvenes que han demostrado que se puede salir adelante apoyando la no violencia.

El Gobierno construyó escaleras eléctricas para poder subir hasta el mirador. En las calles de Medellín se puede observar la historia de su supervivencia a través de grafitis, elaborados por diferentes artistas, tanto locales como de otros lugares como Chile y Brasil. El lugar estaba plagado de turistas, y es precisamente a través del turismo como han logrado sobresalir y luchar por ser más productivos. Es un lugar que difícilmente visitarías solo, pero si te acompaña un local, como Alejo, puedes conocer su interesante historia.

Mientras caminaba vi a personas bailando reggeaton, puestos de micheladas de sabores como maracuyá y mango, puestos de comida local como arepas, etcétera. Eso sí, está prohibido hablar abiertamente del tema de la guerrilla y del narcotráfico, por temor a que alguien que escuche se sienta demasiado sensible con el tema. 

Alejo saludaba a todo el que se encontraba, gente con la que creció, personas mayores de edad y otros más jóvenes. Todos se acercaban a él para hacerle algún comentario. Me platicaba la historia con una verdadera pasión, demostrando todo el amor que le tiene a su barrio. Es precisamente la Pasión, ese gran motor que les hizo creer que era posible salir adelante y mejorar su comunidad alejados de la violencia. 

Cuando subimos al metro me impresionó lo amable y educados que son con las mujeres y los adultos mayores. Incluso vi cómo un señor le pidió a su hijo de aproximadamente 11 años que se levantara para que se sentara una señora. Me encantaría ver esto más seguido en nuestra Ciudad de México. 

En general la gente en Medellín es bastante amable y educada, siempre dispuestos a servir. Cabe destacar que en Colombia no hay una propina estipulada, ellos atienden esperando que si el servicio te gusta, les des lo que crees que se merecen. Aunque en algunos lugares sí estaba estipulado el 10%, pero en general, lo dejaban a tu discreción. No sé si esto es lo que hace que se desvivan por atenderte bien.   

Visitamos otros lugares como el Museo de Antioquia, donde se exhibe la obra de Botero. Medellín es un lugar hermoso, donde puedes caminar, encontrar locales y restaurantes. Nosotros estuvimos recorriendo a pie la zona de Lleras, hay un parque en el que puedes encontrar vistas increíbles de la ciudad. Aún hay más de este viaje a Colombia y de lo que aprendimos mi familia y yo. La siguiente semana podrás leer el resto.

Ale Marroquín te lleva a la cima por medio de una transformación personal. Trabaja de la mano de las personas para empoderarlos, para encontrar y reinventar su marca personal a través de su esencia, talento y valores y que puedan conseguir proyectar liderazgo y una presencia ejecutiva de éxito. www.alemarroquin.com twitter @a_marroquin

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