Si tú eres un adulto mayor, o dicho de una manera más suave si te encuentras en el otoño de tu vida, seguramente alguna vez habrás oído de parte de hijos o nietos o jóvenes “que eres del siglo pasado”, porque tus pensamientos no están acordes con la visión del mundo moderno.
Lo que no saben los que recién comienzan a andar en la vida es que quienes ya recorrimos los caminos de la misma, nos hemos encontrado con una serie de obstáculos que siguen estando en el mismo lugar y que nuestros consejos, lo único que pretenden es que no se golpeen contra los mismos muros como lo hicimos nosotros en su momento.
Si tuviera que definir con una palabra sola cómo debería ser el vínculo o la relación intergeneracional, me animaría que debiera ser “equilibrio”. Es decir, que quienes tenemos blanco el cabello o éste ya partió, debemos adaptarnos en la medida de lo posible a los avances sobre todo en el campo de la tecnología y a escenarios geopolíticos que han cambiado radicalmente en los últimos cincuenta años.
Quienes vienen detrás nuestro deberían comprender que la mayor universidad no es la más costosa o más prestigiosa, sino que la enseñanza cumbre la da la vida misma, las experiencias y la sabiduría que vamos adquiriendo en los caminos de fuego que tenemos que recorrer.
La pregunta es ¿cómo hacer compatible dos formas tan diferentes de pensar y de vivir? En realidad, no es tan difícil en la medida que ambas generaciones se guíen por el respeto por el otro y por la tolerancia por aquellas ideas que no son compatibles con su estilo de vida.
Tengo personalmente la suerte de ser médico, escritor y padre lo que me ha permitido evaluar cabalmente los presuntos avances en el modo de vivir y de pensar de los jóvenes. Y lamentablemente el resultado no es demasiado favorable para ellos.
La tan ansiada libertad en todo sentido, tiene un inicio, un punto máximo y luego una caída estrepitosa, que sume a los jóvenes en depresiones profundas y en una desorientación respecto a su presente y a su futuro.
Las uniones libres se caracterizan hoy en día, por una falta total de compromiso, que hace que cuándo el vínculo se termina por distintas razones, uno de los dos queda literalmente destruido y todo ese avance en la liberación de las formas, se desmorona cuál castillo de arena.
También suelo ver con extremada frecuencia una muy baja tolerancia a la frustración, que tiene que ver con lo que acabo de expresar. La finalización de un vínculo afectivo, o la pérdida de un examen en cualquier nivel de la educación, provoca en el joven la sensación de que ha llegado al límite, y que no podrá recuperarse, cuándo en realidad, la vida recién comienza y lógicamente las primeras adversidades se presentan.
La vida no es fácil en ninguna etapa de la misma. Por distintas razones siempre estamos sorteando obstáculos, enfrentándonos a desafíos que ponen a prueba nuestra habilidad y nuestra responsabilidad frente a la existencia.
Lo más lógico sería que entre todos lográramos un acercamiento en las posiciones que suelen ser muy antagónicas. Todos somos seres humanos, y quienes hoy son adultos mayores, también fuimos jóvenes, y también tuvimos nuestros sueños y nuestras ilusiones, y las seguimos manteniendo hasta el presente.
Cambian las creencias, cambian los modelos o paradigmas, pero no cambian los códigos éticos y morales que deben regir la convivencia en una sociedad civilizada.
La violencia en todas sus formas es una manifestación que crece día a día en un gran número de países, y los principales protagonistas son los jóvenes, que en realidad están protestando contra un mundo que consideran injusto y cruel, pero que equivocan la forma, porque la violencia lo único que hace es generar más violencia, en una espiral ascendente sin fin.
El mundo empresarial y comercial apunta a la juventud. No cabe duda de ello. Basta con mirar los avisos comerciales en la prensa escrita o en la televisión, olvidando la capacidad que los mayores poseen, y que han desarrollado a través de décadas de experiencia.
Son muy pocas las empresas que han entendido que la Excelencia se logra trabajando para ella y que eso lleva tiempo, por lo cuál no se le puede exigir a un joven que tenga conocimientos profundos sobre determinados temas, cuándo recién comienza a dar sus primeros pasos en el área laboral.
Pero, dónde son mayores las diferencias es a nivel familiar, dónde las posiciones encontradas de los jóvenes con sus padres y abuelos, provocan profundos sufrimientos en los mayores.
Todos fuimos rebeldes en la adolescencia y en la juventud, pero dentro de un marco de respeto por la sapiencia de nuestros mayores.
El amor sigue siendo el mismo, y los sentimientos que genera también. Por lo tanto cuándo escuchamos “tú no me entiendes”, eres de otra época, los jóvenes olvidan que todos hemos palpitado tras el amor, más allá de que hoy los vínculos sean mucho más libres, lo que no significa que sean mejores.
Todos debemos acompasar el ritmo del mundo, aunque no necesariamente debamos aceptar como válidos las actitudes que la mayoría toma. Mantener la independencia de sentimientos y de pensamientos, es dignificar la vida, y es marcar la diferencia entre uno y los demás.
Esa singularidad, esa individualidad que nos caracteriza, hace que seamos iguales en algunos aspectos, y bien diferentes en otros. Del mismo modo que una persona puede ser fiel a los colores de un club deportivo, o de un partido político, también frente a la vida puede adoptar una postura única, la cuál deberá ser respetada.
En conclusión: la convivencia intergeneracional es posible en la medida que ambas partes comprendan que pueden aprender los unos de los otros, en un mundo cuyos escenarios cambian vertiginosamente, exigiendo de cada uno de nosotros, capacidad de adaptación y una flexibilidad muy especial.
Dr. Walter Dresel
Comentarios