Reflexionemos sobre algunas Leyes Universales y a las cuales nosotros tenemos que enfrentarnos para poder responder a los desafíos a los que la vida nos expone. Y comencemos con la ley del CONTROL con la cual uno puede sentirse bien en la medida que sienta que controla su propia vida, mientras que todo lo contrario sucede cuando uno queda a merced de la opinión de los demás o de las decisiones de los otros que no necesariamente responden a lo que nosotros necesitamos. Esta ley del control explica por qué es tan importante tener decisión y saber exactamente lo que uno quiere para su vida. Porque cuando uno pasa primero por esa etapa de tomar decisiones y de saber lo que quiere para su vida, automáticamente está ejerciendo el control de su propia existencia y esa confianza en uno mismo, que es uno de los pilares fundamentales de la autoestima, se acrecienta cuando uno percibe que tiene el control de algo que es ni más ni menos que de la propia vida.
Y eso es lo que nos hace comprender que las personas que tienen una meta, un objetivo y un propósito claro en la vida, un plan y una metodología a seguir, siempre van a tener una ventaja competitiva sobre aquellas personas que son indecisas e inseguras y permanecen en ese territorio de la mediocridad. Una de las mayores responsabilidades que tanto tú como cualquier otro ser humano tiene en la vida es la de llevar uno mismo el timón de su propia existencia. Y este sentido del control, es la base en la que se tiene que apoyar un ser humano para poder alcanzar un mayor éxito y una mayor felicidad en el futuro, asegurándose de que sea sólida como una roca esa conducción del barco.
Y la segunda ley, que es la Ley DE LA CAUSA Y EL EFECTO, uno la podría enunciar afirmando que en la vida todo efecto tiene una causa específica. Nada pasa porque sí ni nada pasa por casualidad. Y es tan importante esto que se ha denominado a esta ley como la Ley de Hierro del Universo. Y proclama que todo sucede por alguna razón, la conozcamos o no. O sea, no existen hechos accidentales, es probable que nosotros en algunos aspectos no podamos llegar al fondo de la cuestión, a poder saber por qué se han producido determinados hechos, pero todo tiene por detrás una causa. Vivimos en un Universo que está ordenado, que está regido estrictamente por leyes y esta idea es fundamental para comprender cuál es el funcionamiento del conjunto de todas estas leyes o principios.
Y vamos a introducirnos en la tercera ley para poder manejar mejor los caminos hacia nuestro progreso personal. Y es la Ley de la CREENCIA, que nos dice que aquello en lo que nosotros creamos emocionalmente es lo que en definitiva se convierte en nuestra realidad.
Una creencia es una afirmación a la cual le damos el valor de una verdad. Y esas creencias se van generando en la primera infancia con el aporte de nuestros padres o de las personas que están a cargo de nuestra educación, luego se suma lo que nuestros maestros o profesores introducen en nuestra mente con el aprendizaje, hasta que llega un momento en la adolescencia o ya en la juventud, donde nosotros empezamos a tener nuestras propias creencias, o sea nuestra propia manera de ver el mundo, nuestra propia manera de ver la vida. Cuanto más intensamente tengamos una creencia en algo que lo consideramos como una verdad, más posibilidades hay de que eso se convierta en algo absolutamente verdadero. Si tú crees realmente en una cosa, no es posible que te puedas imaginar que eso sea de otra manera. Si tú estás convencido de que estás llamado a ser algo grande en tu vida, lo vas a hacer pase lo que pase y vas a hacer todo lo posible para poder avanzar hacia esa meta. No habrá nada que te detenga, por eso es tan importante analizarse para ver cuál es el grado de convicción que uno tiene en cuanto a lo que realmente quiere para su vida. Pero si tú piensas lo contrario, o sea que el éxito está supeditado a la suerte, al azar o a la casualidad, rápidamente te vas a descorazonar y te contrariarás fácilmente cuando las cosas no te salgan de acuerdo a tu conveniencia. O sea, tus creencias te empujan hacia un lado o hacia el otro. Te pueden llevar a ser exitoso o te pueden arrastrar estrepitosamente hacia el fracaso.
Y por regla general, los seres humanos adoptamos una de las dos formas que hoy tenemos de mirar el mundo en el cual vivimos. Una es la que podríamos llamar visión positiva. Y si uno tiene esta visión, lo normal es que crea que el mundo es un sitio relativamente adecuado para vivir, más allá de todas las carencias y de todas las desigualdades que hoy existen. Tenemos una tendencia a tratar de ver e incorporar el lado bueno de la gente y de las situaciones y creer que las oportunidades pueden estar a nuestro alcance aún sin ser perfectos, pero con esfuerzo, con dedicación, con perseverancia y con obstinación podemos alcanzar las metas que nos proponemos. Tenemos fe en un futuro. O sea que por encima de todas las cosas, aún reconociendo las dificultades y los obstáculos que se interponen en la vida de todos, tenemos una visión optimista. Dicho con otras palabras, la vida vale la pena vivirla.
Ahora tú puedes tener la otra forma de mirar el mundo, que es la de la visión negativa y pesimista y creer que es inútil luchar contra lo que ya está constituido, que las diferencias sociales nunca se van a zanjar y que por más que trabajes nunca vas a poder alcanzar ningún logro.
Ni siquiera sería necesario que te diga que aquellas personas que tienen una visión optimista de la vida, tienen un carácter inquieto, son personas que construyen, son personas que sueñan, son personas para resumirlo en una palabra, que ACTÚAN.
Y todo esto merece una reflexión profunda. Nada es perfecto ni nada es matemático en la vida. Quizás en la vida se da una de las pocas situaciones en las cuales dos más dos no siempre son cuatro.
O sea hay cosas que nosotros no podemos prever, hay situaciones que se interponen en el camino, pero eso no habilita a que bajes los brazos y abandones, todo lo contrario, tienes que redoblar los esfuerzos, tienes que mirar hacia el futuro, tienes que creer en tu capacidad, tienes que avanzar con tus propios medios, explotando al máximo tus capacidades y tus potencialidades.
Dr. Walter Dresel
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