Nuestra libertad no tiene precio y no puedes dejarla en manos de otra persona.
Si estamos decididas a lograr nuestra autonomía, tenemos que aprender a generar recursos y a manejar nuestras finanzas. Por más pequeñas que éstas sean; por más insignificantes que parezcan, debemos saber cómo cuidarlas, cómo repartirlas, cómo utilizarlas, para que poco a poco vayan creciendo y nos permitan alcanzar la estabilidad económica.
No importa si somos solteras, si estamos casadas, si tenemos o no hijos. La administración de nuestro dinero es básica para conservar nuestro equilibrio emocional.
El dinero no lo es todo en la vida, pero ¡como ayuda!. Por eso no podemos evadir esta realidad, sino al contrario; tenemos que hacerle frente y prepararnos para poder salir adelante.
Dicen que no hay mejor administradora de los bienes económicos que el ama de casa, y es cierto, porque quienes están a cargo de su hogar han encontrado la fórmula para acomodar cada peso en su lugar, estirando al máximo el presupuesto familiar.
Quien consigue hacerlo, tiene más de la mitad del camino ganado, pero hay que pensar siempre en grande, y tener la visión que se requiere para hacer crecer nuestro patrimonio.
Ser económicamente independientes nos permitirá decidir lo que consideremos óptimo en nuestra vida y conservar nuestras alas para poder volar tan alto como queramos. La dependencia económica nos pone en desventaja y puede encerrarnos en una jaula que, aunque en ocasiones parezca de oro, no deja de ser jaula.
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