Hace ya algunos años, leyendo un libro que me habían recomendado, descubrí algo de lo que nunca había oido hablar. Nada más que su nombre ya me llamó la atención: Ho’oponopono. Entonces busqué rápidamente en internet y una artículo me fue llevando a otro. Técnica hawaiana. Sanación. Asumir la responsabilidad de tu propia vida. Perdón. Amor…
Así sin darme cuenta me encontré impresionada y casi abducida por una técnica muy sencilla que aportaba mucha paz interior. No excluía otras técnicas o terapias, podía ser un complemento o podía ser por sí misma, sin nada más.
“Lo siento. Perdóname. Te amo. Gracias”, una sucesión de cuatro palabras que se repetían y que venían a mí en momentos complejos y que obraban la magia. Aunque el Ho’oponopono es más.
He de reconocer que soy bastante inconstante para algunas cosas. El día a día, las prisas, el ritmo este loco que nos hemos auto impuesto, me hicieron dejar de practicar. Le di prioridad a otras cosas.
En estos años el Ho’oponopono de una u otra forma siempre se ha ocupado de venir a mí, de aparecer, de hacerse presente cuando no lo tenía en mi mente. Y así fue como una noche me escribió Leonor García Zato para comentarme que estaba cenando con Mabel Katz y que acaba de asistir a Being One Valencia donde había tenido la oportunidad de escucharla.
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