¿Recuerdas la sexualidad al inicio de tu relación?
Ambos gozaban de una sexualidad fogosa, digna de cántiga. Algunos encuentros sexuales se tornaban en un espléndido recorrido de exploración, miradas, caricias y atrevimientos. Un gozo innato que los llevaba a amarse aún más. ¿Lo has experimentado?
Pero con el tiempo la relación “se madura”, las prioridades cambian y la pasión baja a último lugar.
¿En qué momento, una sexualidad tan apasionada se transforma (en el mejor de los casos) en una relación meramente amistosa? ¿Por qué a lo largo de los años sentimos que hemos escogido la pareja sexualmente equivocada? ¿Qué pasa cuando el amor vive, pero el deseo sexual desaparece? ¿Se puede recuperar?
Por lo general, uno de los dos (a veces ambos), pierde el gusto y el deseo por el sexo. Se puede decir que sexualmente, la pareja “se desactiva.” Mientas esto sucede, la persona que no cae en el proceso, espera pacientemente que la situación “regrese a su normalidad”, pero esto no sucede. En la medida en que se disminuya la actividad sexual, se reducen la libido y deseo; conforme menos apetito, menor entusiasmo por iniciar encuentro.
En la mayoría de los casos, la consecuencia de que la sexualidad pierda importancia crea un abismo comunicativo y la pareja se encuentra atrapada en un círculo vicioso. De pronto, cualquier excusa se vuelve válida para justificar el alejamiento físico; la práctica sexual se convierte en casi un estorbo. Los niños, el cansancio, estrés y falta de tiempo son los comunes pretextos para no tener relaciones.
Con el tiempo, el sexo deja ser parte rutinaria de la vida de pareja, volviéndose una actividad ocasional, reservada para eventos especiales como cumpleaños, aniversarios o cualquier celebración. Termina despareciendo y se convierte en una rutina no sexual.
La mayoría de las parejas prefiere no “mover el tapete” de este nuevo Status Quo, eligiendo continuar en la zona de confort rutinaria. La falta de actividad sexual es mencionada sutilmente, pero ni esperan ni reciben una reacción o respuesta concreta. Tener sexo es una necesidad innata, como el hambre o la sed, y de pronto brota en uno de los dos (o en ambos), pero la pareja ya vive una falta de intimidad.
La sexualidad es una parte vital de la de la energía humana y la energía no se pierde sino se transforma; el gozo y placer se convierten en emociones negativas como frustración, resentimiento, amargura y tristeza. Se acumulan creando un bagaje que conduce a uno o ambos hacia una existencia de intolerancia, desamor y falta de respeto.
Más de la mitad de las parejas reemplaza esta falta con relaciones extramaritales. Algunas terminan en separación y divorcio. Esto las lleva a vivir en una unión desunida.
La gran paradoja: es probable que sigan amándose, quizá aun están enamorados, pero la falta de comunicación, el hacer sentir al otro el deseo que tenemos por él, no permite que se dé este punto de encuentro. Es vital comunicar a nuestra pareja las fantasías que tenemos.
Siendo honesto/a: ¿Alguna de las siguientes situaciones describe la sexualidad en tu pareja?
1. Uno de los dos es pésimo(a) amante, la otra persona no tolera la falta de habilidad en la cama y prefiere no tener relaciones sexuales. Muy repentinamente accede a ellas haciéndolo desde una postura de culpa, porque te quiere. Imagina el dolor emocional involucrado en tener relaciones no satisfactorias, año tras año, con alguien que lo hace muy mal, sólo pensando en satisfacer un sentido de amor.
2. Le ha dicho a tu pareja muchas veces, en forma bonita, erótica, sensual, sexual, sugestiva y finalmente con frustración y enojo, lo que te gusta en el sexo, pero no accede por la razón que sea. Te frustras y te abres a la posibilidad de tener otra relación.
La solución es tan simple, que su propia sencillez denota complicación: La comunicación y la educación son las dos formas más innatas a través de las cuales el ser humano puede mejorar su vida en todos los ámbitos. Tomen talleres, lean libros, vean videos y ábranse a la posibilidad de que ambos tienen gustos distintos y válidos (mientras no lastimen al otro). Hablen de sus inquietudes y busquen espacio para estar juntos.
Comuniquen abiertamente sus fantasías, sus molestias, sus pensamientos, sus miedos y sus placeres. Encuentren terapias y terapeutas de sexualidad en pareja, asegurando que estos sean personas de apertura, sin ataduras a creencias culturales y religiosas de las cuales ustedes están queriendo escapar.
Moshé Habia
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