Las distintas corrientes dentro de la psicología y de la filosofía, han pregonado a través de los tiempos, la importancia que tienen los pensamientos y las actitudes y además la forma de enfrentar los sucesos de nuestra vida. De qué manera nos posicionamos frente a las cosas que nos suceden en la vida. Si una persona tiene un pensamiento constructivo cobra su fuerza actuando sobre el carácter y el modo de relacionarse de esa persona en particular. También mirado de otro punto de vista, le evita a esa persona transitar por caminos que lo pueden hacer altamente desdichado.
Pero también están en el otro extremo aquellas personas que tienen un pensamiento destructivo, lo cual le genera un sufrimiento inútil, perturba los rasgos de su personalidad, interpone dificultades en su interrelación personal. Y aunque esto repercute directamente sobre las emociones, el hecho de poder cultivar pensamientos positivos y buscar la forma, que no es fácil, de neutralizar los negativos, debe ser siempre tenido en cuenta porque juegan un papel fundamental en lo que nosotros llamamos la salud emocional.
Claro que uno no puede por arte de magia generar un pensamiento positivo cuando hay cosas que le están preocupando, pero lo que tenemos que pensar es cuáles son las alternativas que tenemos para resolver esos conflictos o esos problemas, que terminan quitándonos esa energía vital que tanto necesitamos para poder enfrentar los desafíos de la vida.
Para poder luchar contra estos pensamientos negativos que nos asaltan con tanta facilidad necesitamos ser lo suficientemente lúcidos como para darnos cuenta de lo que nos pasa. Pero… ¿qué significa ser una persona lúcida? La lucidez es la capacidad de ver con claridad y objetividad la realidad de nuestra vida sin emitir todavía un juicio de valor al respecto. Es algo así como decir: “las cosas son de una determinada manera, ésta es mi realidad y es probable que no sea como yo quiera pero es mi realidad.” Y por lo tanto a punto de partida de la aceptación de esta realidad puedo comenzar a construir un camino de cambio.
En definitiva, lo que se trata es de limitarnos a aceptar con firmeza los hechos que conforman nuestra vida diaria. Y la lucidez es generadora por sí sola de los pensamientos positivos porque estoy viendo con claridad y si veo con claridad tengo que darme cuenta que tengo que tener esperanza, tengo que darme cuenta que tengo que apoyarme sobre mi capacidad y sobre mis objetivos para poder resolver las crisis personales por las cuales un ser humano puede estar atravesando.
El pensamiento positivo y la autoafirmación, o sea, tener una buena autoestima más allá del conflicto o más allá del problema que puede ser circunstancial, se hace absolutamente necesario para nuestro desarrollo personal. Y trabajar sobre las emociones implica trabajar sobre la mente porque esta siempre debe estar atenta, debe estar limpia y con un sentido crítico de lo que es nuestra realidad porque de lo contrario, esa misma mente que normalmente es la herramienta más versátil que tiene el ser humano a su disposición, se convierte en la fuente de las emociones negativas que nos terminan paralizando y que no nos permiten actuar.
En la medida que nuestra mente se va aclarando a las verdades de la vida, aprendemos a disfrutar de la misma y a darle ese toque de calidez que tanto necesitamos, más allá de que un día nos puede ir bien y al otro nos puede ir regular y al tercero nos puede ir excelente.
Muchas veces arrastramos un mes, un año, varios años, emociones negativas y no nos damos cuenta que el daño que tenemos es producido por las emociones negativas y suele suceder que necesitamos experimentar que esas emociones negativas alteran nuestro cuerpo físico para recién darnos cuenta de que tenemos que trabajar urgentemente en transformar esos sentimientos negativos que nos paralizan, en un camino creativo, en un camino con metas, en un camino con un proyecto personal.
Y esto es independiente de la edad, por lo tanto más allá del paso del tiempo, cada ser humano tiene que encontrarle el sentido a su vida. Y para eso hay que buscar. Cada uno tiene que sentir cual es su misión en la vida y de qué modo la va a cumplir. Y la propuesta pasa entonces por modificar los patrones de conducta y realizar un examen atento de cuáles son nuestros modelos y cuáles son nuestros paradigmas. Hay que revisar los hábitos.
Preservar la salud, enaltecer los fenómenos del envejecimiento, mantener la lucidez intelectual y cuidar nuestro cuerpo físico requiere de cambios paulatinos y pequeños, pero seguros y firmes. A veces no es posible ejercer ningún tipo de control sobre las circunstancias externas a nosotros. A pesar de que cabe la posibilidad de vivenciarlas con la mayor objetividad posible; lo que sin ninguna duda sí es posible, es que aprendamos a ejercer control sobre nuestros estados anímicos y sobre nuestros pensamientos. Es decir, el pensamiento genera emociones, y entonces si controlamos el pensamiento, también podremos controlar el tipo de emociones que se genera. Y esa actitud de controlar el pensamiento no va a transportar por la senda de la salud emocional, donde vamos a ir tratando de manejar en forma positiva, nuestra manera de pensar. Aprenderemos también a estimular los factores que nos inviten al crecimiento interior y que nos conduzcan por el camino del equilibrio. Aproximarse al mismo te va a ir convirtiendo en el arquitecto de tus emociones, pero también de tus reacciones, porque aprender a ejercer el control para no reaccionar desmesuradamente frente a los acontecimientos diarios es haber dado un enorme paso para lograr esa armonía y la alegría de vivir.
Dr. Walter Dresel
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