LA ELABORACIÓN DE UN PROYECTO PERSONAL

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En el siglo veintiuno que está transcurriendo no puede haber un ser humano que no tenga un proyecto personal y una hoja de ruta a recorrer para lograr aquello que ha definido que quiere para su vida. Quizá usted se sorprenda de esta afirmación, pero ahora que está leyendo esta columna, piense por un instante cuánto de rutina hay en su vida, de obligaciones y roles asumidos voluntariamente, y cuánto hay de proyecto personal y de metas y objetivos por los cuáles usted está dispuesto a comprometerse para lograrlos.

Estar ocupado y ser muy eficiente, no es sinónimo de ser eficaz, que es la habilidad que debemos desarrollar los seres humanos para sortear con éxito los desafíos a los que la vida nos expone.

Por lo tanto comencemos por separar lo que es nuestro trabajo habitual, nuestra profesión u oficio, de aquello que verdaderamente sentimos que queremos obtener como consecuencia de plasmar en una realidad los sueños que acunamos en nuestra mente.

Los sueños pueden cumplirse en la medida que un hombre o una mujer tengan dos ingredientes fundamentales:

1)    ACTITUD Y

2)    COMPROMISO

¿Cómo elaboramos un proyecto personal? Todo nace en una idea o en un conjunto de ideas que nos identifican y nos motivan para poder encontrarle un sentido a nuestra vida. De allí en más lo más importante es plasmar en el papel ese conjunto de ideas, desde las que consideremos más descabelladas, hasta aquellas que se acerquen más a nuestra esencia interior.

Haremos luego la decantación necesaria para separar aquello que consideramos que es inalcanzable por distintos motivos, y nos iremos quedando con aquellas sugerencias de nuestra mente que se materializarán en las metas y objetivos a lograr en un futuro. Un plan de acción se impone para llevar a cabo la obra que nos hemos propuesto.

Desde ya debemos saber que no será un camino fácil, sino que aparecerán obstáculos que intentarán interponerse para evitar que podamos conseguir aquello que hemos decidido que necesitamos y deseamos para nuestra existencia.

Y, curiosamente, esos obstáculos y esas vallas suelen aparecer desde los frentes más cercanos a nuestra vida cotidiana, por lo que una sugerencia útil es que si usted tiene un proyecto, una idea, o un cierto plan, no lo comente en forma inmediata. Dé los primeros pasos para ver cómo se siente en su nuevo formato, y asuma los riesgos por usted mismo.

Sucede que aquellas personas que son muy permeables a la opinión de los demás, suelen abandonar ante las primeras dificultades, o ante el concepto que le merece su nueva actitud, a quienes le conocen y le dicen una y otra vez, que cómo en al pasado pudo haber fracasado en algún intento, ahora esto sucederá nuevamente. Siempre es mejor ganar experiencia equivocándonos en nuestro propio camino trazado, o surco elegido, que transitar por caminos que otros marcaron. Lo que es bueno para uno, no necesariamente tiene que ser bueno para todos.

Y, usted tiene la capacidad de generar sus propios proyectos y sus propias ideas, lo que no significa que se pueda perfectamente compartir la vida con los demás y sobre todo con nuestros seres queridos.

Hay personas que generan ideas con gran facilidad, mientras que otro grupo queda con su mente en blanco cuándo intentan focalizarse en algo que les interese, que les atraiga, o que pueda captar su atención. Uno puede preguntarse ¿qué diferencia a un grupo de otro? Lo que los diferencia es

LA ACTITUD.

La actitud es la disposición mental con que cada uno de nosotros enfrenta los desafíos a los que la vida nos expone, pero también es la estrategia que utilizaremos para ser exitosos en nuestros propósitos.

Si persistimos siempre en la visión del medio vaso vacío, en lugar de disfrutar de aquello que tenemos, y no sufrir en vano por lo que podríamos tener, será muy difícil que las ideas puedan convertirse en proyectos, y éstos en una realidad tangible.

Hay algunas razones que bloquean la capacidad de pensarnos en forma diferente y que nos hacen repetir una y otra vez modelos de comportamiento que nos conducen inexorablemente al fracaso y a la frustración.

EL CONFORMISMO: el temor a qué pueden pensar los demás si nosotros iniciamos un proceso de reingeniería personal es uno de los frenos que nos detienen al intentar cambiar la actitud frente a la vida. Lo que no nos damos cuenta es que los demás también cambiarán la forma de vernos, en la medida que nos respetemos y ganemos en confianza en nuestros propios procesos de pensamiento.

EL MIEDO AL RIDÍCULO: es lógico que no nos resulte agradable que se rían de nosotros. Y la inseguridad de no saber si llegaremos a buen puerto con nuestras ideas, puede también constituirse en un obstáculo para nuestras metas

Y así podríamos seguir enumerando una serie de razones, todas ellas válidas por las cuáles tantas veces caemos en la apatía, la indiferencia y el aburrimiento, por tener la sensación de que no nos movemos del mismo lugar dónde estamos por temor a lo desconocido y al cambio que conlleva tener una visión diferente del mundo que nos rodea, que es el único mundo que tenemos y del cual somos protagonistas.

Vaya pensando en esto: ¿Cuál es su actitud frente a la vida?

¿Qué espera que suceda para que usted cambie aquellas cosas que no le generan satisfacción en su existencia?

Sólo con estas dos preguntas puede tomar varios cafés con usted mismo e intentar responderse. No se arrepentirá de hacerlo, pues habrá iniciado un diálogo interno enriquecedor y conocerá lo mejor de su persona, y también cuáles son sus debilidades.

Algo que nadie puede hacer por nosotros

 

Buena suerte, y hasta la próxima

Dr. Walter Dresel

wdresel@adinet.com.uy

 

www.exitopersonal.org

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