En una sociedad como la de hoy, donde se sobrevalora la fama y el prestigio, el perder o no obtener el reconocimiento máximo puede causar un gran problema. Premiar al ganador, minimizando al perdedor crea la sensación de que o se gana y se tiene todo o se pierde y no se tiene nada. El miedo al rechazo, decepción por la falta de reconociendo, y hasta perdía de auto estima son sentimientos comunes cuando se trata del perder.
El ser derrotado y sentirse derrotado son dos cosas completamente distintas. Todo depende de la óptica mental que cada persona enfoque. La mente y el estado de ánimo pueden hacer de una situación un tormento o un gran maestro.
Si bien la pérdida de un partido de campeonato, el tan solo obtener el último lugar en cualquier concurso, el no ser el estelar, el perder o ser el descalificado… podría generar una gran frustración.
Pero también podría ser utilizado como una buena enseñanza y un ejercicio de fortaleza e humildad.
La realidad es que la derrota trae desesperanza, amargura, y tiene la magia de borrar en segundos todo aquello que por durante mucho tiempo se construyó ósea en el instante que la persona pierde surge como una especie de lupa interna que, critica y maximiza el evento hasta llegar al punto de segar la objetividad y derrumbar los sueños de la persona que cae en el juego de la perdida y la desilusión.
Hay un viejo dicho que dice: “Si piensas que estás derrotado, ¡Lo estás!” ¿Sera?
Por qué no encontrar otro punto de vista… un aspecto un poco más noble, más sano y hasta más constructivo, que tal si se encuentra el punto de vista positivo, en donde se valore el esfuerzo propio y se reconozca los logros a pesar de que no fueron los resultados esperados, sobre todo cuando estos no sean acompañados con trofeos, medallas, o diplomas llenos de aplausos y reconocimiento.
Uno se tiene que esforzar y verdaderamente tratar de dar lo mejor de sí, si ganas excelente muchas felicidades pero si no…, a seguir tratando ya que para llegar a triunfar hay que conocer muy bien el sabor de la derrota y la lucha por la excelencia.
La receta
Superando la derrota; con una visión positiva
Ingredientes:
2 rebanadas de esfuerzo – hacer todo lo que se puede con gusto y con excelencia
1 manojo de resiliencia – levantarse y seguir buscando el triunfo superando la adversidad
1 cucharada de gratitud- agradecer las oportunidades y los logros
2 cubitos de control – equilibro cordura de emociones y sentimientos personales
1 manojo de aceptación: reconocer la realidad y ubicarse sin reproches o justificaciones
1 sobre de fe – esperanza y confianza de que hay una razón y un momento mejor
2 tazas de actitud optimista – entender las lecciones, ver la perspectiva, encontrar algo bueno
Recomendación del chef: No tomes la derrota como un fracaso personal, busca la lección y recuerda que no siempre se puede ganar, la derrota marca el camino para mejorar, reflexionar y aprender a ser mejor.
Que se aprende de la derrota:
La derrota se refiera a un contexto específico, no delimita o marca a la persona. Se busca ganar una competencia, encontrar la excelencia del trabajo así como reconocer a un campeón, no se trata de juzgar a las personas o menospreciar al contrincante. La derrota es un evento circunstancial y temporal.
Mientras uno se concentra más en obtener la próxima victoria, menos importancia tendrá la derrota anterior. Después de todo, siempre hay una nueva oportunidad para remediar y superar el mal trago causado por la desesperanza tóxica de la derrota.
Las explicaciones salen sobrando. Cada persona sabe cuánto vale y cuanto esfuerzo hizo, las opiniones de otros no siempre son constructivas. Es muy importante reconocer el trabajo personal y valorarlo a pesar de la derrota.
“El ganar no depende del entusiasmo, la pasión o el esfuerzo personal, sin embargo el superar una derrota por supuesto que sí”
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