La culpa es un sentimiento importante en la vida de todos.
Ante las cosas que suceden, casi siempre buscamos un culpable:
*Culpamos a los demás,
*nos culpamos a nosotros mismos,
*culpamos a la vida, la suerte, etc.
Cuando nosotros tenemos la culpa.
Todos nos hemos sentido culpables muchas veces.
La culpa es una de las emociones más paralizantes.
Generalmente cuando nos sentimos culpables, no actuamos para solucionar las cosas.
Lo único que hacemos es pensar y pensar en lo que sucedió y el lo que deberíamos haber hecho o dejado de hacer.
Mientras más pensamos, más culpables nos sentimos, pero seguimos sin hacer nada al respecto.
Además de hacernos sentir mal, la culpa nos hace perder nuestro presente, nos roba parte de nuestra vida.
Cuando quedamos atrapados en la culpa, nos enfocamos en el pasado, en lo que hicimos o deberíamos de haber hecho y no hacemos nada productivo con el único momento en el que realmente podemos actuar: el presente.
No importa cuánta culpa sentimos, el pasado ya no lo podemos cambiar.
Pero el sentirnos culpables, nos hace sentirnos mejor.
¿Por qué?
Si hicimos algo mal, dañamos a alguien, etc. y nos sentimos culpables, pensamos que no somos tan malos.
Partimos de la idea de que alguien que es malo, no siente culpa y nosotros sí.
¿De donde viene la culpa?
Desde pequeños aprendemos a culpar a los demás para no sentirnos mal o a culparnos a nosotros mismos, de casi todo lo que sucede.
Esta actitud está relacionada con la educación que recibimos y a la influencia de la cultura en la que vivimos.
De pequeños escuchamos mensajes que influyen en nosotros a lo largo de toda la vida.
Mensajes como:
"Si no eres 'bueno' nadie te va a querer"
"Por tu culpa me siento…"
Así adquirimos una escala de valores que califica las cosas y lo que hacemos como buenas o malas y nos califica a nosotros como personas.
Esa escala de valores rige nuestra vida de adultos y se refleja en lo que creemos que debe de ser nuestro comportamiento.
Nos muestra nuestro yo ideal.
Si hacemos las buenas, nos consideramos como buenos.
Si hacemos las malas, nos consideramos así y buscamos un culpable.
Cuando hacemos algo malo, alejado de lo que nosotros o la gente piensa que debería de ser, nos sentimos culpables.
El problema no es la culpa, sino lo que hacemos con ella.
Cuando actuamos mal, es importante reconocerlo para corregir o para no volver a cometer el mismo error.
Reconocer que nuestra conducta fue inadecuada o mala.
Nuestra conducta, no nosotros.
No podemos calificarnos por lo que hacemos, porque hacemos muchísimas cosas, a veces bien, a veces mal y otras regular.
Y lo que hacemos mal, no siempre lo hacemos por maldad.
*Puede ser por desconocimiento,
*por no analizar adecuadamente una situación,
*por dejarnos llevar por nuestras emociones.
*por error,
*etc.
La culpa es buena cuando nos sirve para analizar nuestro comportamiento.
No a nosotros como personas.
Si nos quedamos atrapados en juzgarnos como personas, nos quedamos atrapados en la culpa.
La culpa la mantenemos con autorreproches y autoacusaciones.
Cuando nos sentimos culpables lo importante es:
1.Reconocer mi conducta.
2.Aceptar las consecuencias que provocó.
3.Analizar el motivo de mi actuación.
4.Corregir si es posible o pedir una disculpa.
5.Aprender para no volver a cometer el mismo error.
Actuar así se llama responsabilidad y es sinónimo de crecimiento emocional y psicológico, de madurez.
Cuando mi ex-pareja tiene la culpa.
El culpar a los demás, tampoco soluciona nada.
Pero me sirve para:
*No responsabilizarme de la parte que me corresponde.
*Jugar el papel de víctima y justificar mis conductas.
*Enfocarme en el otro, para tapar mi dolor.
*Enojarme y sentirme con mayor energía.
En una situación de dos, ambos son responsables.
Aun si se trata de violencia física, el que golpea es responsable por agredir y el otro por permitirlo, por no hacer nada o por no abandonarlo.
Independientemente de que tan culpable sea nuestra ex-pareja, si nos centramos en ella no hacemos nada por mejorar nuestra situación personal.
¿Qué hacer?
El primer paso es reconocer que el pasado ya no lo podemos cambiar.
Por lo tanto, los pensamientos de "si hubiera…" o "yo debería haber…" son una pérdida de tiempo que te hacen sufrir inútilmente.
Analiza lo que sucedió. Tu conducta y las consecuencias.
¿Realmente tu sentimiento de culpa está en proporción con lo que sucedió?
¿Podrían estar un poco exagerados?
Si están exagerados, busca si la culpa no está tapando otro sentimiento o pensamiento más profundo qué es la causa real de tu malestar.
Si la culpa que sientes se relaciona directamente con lo que hiciste, acéptala.
Responsabilízate de ella, reconociendo que fue el resultado de una decisión.
Tal vez equivocada o no pensada, pero tomada por ti.
¿Por qué crees que actuaste así?
¿Cómo te sentías?
¿Qué pensabas?
¿Qué querías?
Analiza tus respuestas y entiende el motivo real de tu actitud.
En ocasiones nos cuesta trabajo ser honestos con nosotros mismos o porque no estamos acostumbrados a un análisis detallado o porque no nos gusta lo que podemos encontrar.
Pero es la única manera de mejorar nuestra vida.
Acepta que tus sentimientos y pensamientos son normales, dada tu situación y forma de ser.
Pero el entenderlo y aceptarlo sin juzgarte ni criticarte, no significa que lo justifiques y no hagas nada al respecto.
Pregúntate qué quieres hacer para mejorar la situación y aumentar tú bienestar.
El pasado no lo puedes cambiar, pero ¿qué puedes hacer ahora para mejorar las cosas o solucionar los problemas que resultaron de tu conducta?
¿Deseas disculparte?
Hazlo.
No dejes que el falso orgullo o lo que crees que pueden pensar los demás, impida que aceptes tu responsabilidad y que corrijas tus acciones.
No sólo es por la persona que resultó afectada, también es por ti.
Aprende a separar lo que es tu responsabilidad de la responsabilidad de los demás.
Si tú lastimaste a alguien y esa persona se fue y chocó, tú eres responsable de haberlo lastimado.
Pero si él se subió al coche y manejó, él es responsable de haber chocado.
Tampoco eres responsable de los sentimientos de los demás.
Nuestras emociones no estás causadas por los hechos o las palabras e los demás, sino por lo que nosotros pensamos de esos hechos o palabras.
No importa lo que le digas a una persona, si ella no le da importancia a tus palabras, no se va a sentir mal.
Acepta que no tienes qué sentirte culpable sólo porque los demás te culpen.
Tienes derecho a ser, pensar, sentir y actuar de manera diferente a lo que ellos consideran adecuado.
Pero si tu conducta tiene consecuencias, acéptalas, pero puedes hacerlo sin sentirte culpable.
Revisa si la culpa no está provocada por el perfeccionismo, demandas exageradas o tu estilo de pensamiento.
Si es así, corrígelo.
Recuerda que la culpa sólo es positiva cuando, siendo objetivo, puedo aprender algo de mí mismo y/o puedo corregir mi conducta.
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