La Campaña #MeToo visibiliza el acoso y hostigamiento sexual, manifestaciones de la violencia que existe contra las mujeres y que son parte de la cultura machista en la que vivimos. #MeToo detonó una campaña de acusaciones públicas en redes sociales, muchas anónimas, que han puesto a personajes de la industria de la comunicación, culpables o inocentes, en serios problemas y dio entrada a una conversación urgente sobre el tema para que se ponga en práctica un protocolo.
Debemos tener cuidado ya que si a casi todo le llamamos acoso o abuso, se diluye la gravedad del mismo y la posibilidad de terminarlo. Después de leer algunas de las denuncias anónimas me preocupa el uso que se le está dando a las redes sociales ya que lo realmente importante se pierde entre tantos comentarios que no son objetivos y que sólo lastiman la integridad de personas del medio. Yo crecí en el medio de la publicidad, la creatividad y la comunicación y siento la obligación de defenderlo de mucho de lo que se está escribiendo en redes. Mis mejores amigos son publicistas y siempre recibí apoyo y respeto de ellos (claro que siempre me di a respetar). Satanizar al hombre no es una solución.
El acoso sexual es la imposición que lastima. No puede considerarse parte de la libertad sexual de los hombres hacer tocamientos y abusar de su fuerza o posición, cuando la mujer no quiere. Aquí lo importante es saber diferenciar el acoso y el abuso sexual, el que hace daño, el que destroza la vida de una persona y en muchas ocasiones por el poder que ejerce el acosador, obstaculiza su carrera y desarrollo. Ningún tipo de agresión es justificada. Poder decir NO y que ese NO se respete es lo que marca la diferencia. Hombres que creen que su libertad de tomar un cuerpo a su antojo es más importante que la libertad de la mujer a la que ataca. De eso estamos hablando, de agresores que cosifican a la mujer y abusan de su posición de poder para dominar y abusar de ella. A este tipo de hombre es al que SÍ debemos denunciar y castigar.
Es un tema URGENTE que debemos trabajar todos, mujeres y hombres, para que a través de la comunicación y la educación logremos una nueva generación de hombres y mujeres. Educar a los hombres para tener relaciones equitativas y respetuosas y a las mujeres para que sean autónomas y no permitan que nadie abuse de ellas o las lastimen.
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