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El próximo domingo se reunirán en el Parque Bicentenario de Guanajuato cientos de miles de personas. Entre ellas habrá líderes religiosos, empresariales, políticos, candidatos… Personas y figuras con la capacidad para incidir en la vida de la comunidad: gobernantes, jerarcas, patrones, patronos, artistas, estudiosos, famosos... en misa con Benedicto XVI.

            ¿Puedes imaginar todo lo que podrían crear juntos?, ¿las políticas, acciones y programas que con su conocimiento de la realidad podrían diseñar?, ¿las soluciones que podrían plantear para resolver los problemas que aquejan a la sociedad?

            ¿Puedes imaginar cuántas iniciativas podrían echar a andar con todo su conocimiento, poder, influencia, contactos, pericia, recursos e inteligencia?, ¿y cuánto bien podrían generar aprovechando la buena intención que los convoca?

            Muchos talentos juntos. Muchos cerebros con ideas. Imagínales reconociéndose causa y consecuencia de los problemas de nuestro país y parte activa en sus soluciones; reconociéndose humildes servidores, demócratas consumados que actúan en consecuencia, ciudadanos responsables y solidarios con su patria…

            Imagínales haciendo acuerdos para resolver la pobreza; para ir contra la discriminación, la homofobia, la violencia y el narcotráfico. Definiendo acciones para prevenir la pederastia, hacer justicia y resarcir el daño a las víctimas; para evitar la trata de personas; para trabajar por la paz y promover el amor; para cuidar el medio ambiente; para que se respete el cuerpo de las mujeres y sus decisiones; para educar a la población (y no sólo enviarla a la escuela); para desatorar temas pendientes especialmente en Guanajuato, tales como, la educación sexual y el acceso a la anticoncepción, así como el respeto a los derechos sexuales y reproductivos; para darle una familia a los niños y niñas privados de cuidados parentales…

            Imagínales comprometiéndose a compartir su riqueza, y acordando estrategias para acabar con los monopolios de nuestro país. Comprometiéndose a respetar la vida de sus empleados y la Ley Federal del Trabajo: sueldos dignos, horarios apegados a ley, pago de horas extras…

            El detalle es que ese día los poderosos, los VIP, no se reunirán para analizar la realidad, ni para buscar soluciones a los problemas, tampoco para generar iniciativas en beneficio del colectivo. Esta vez no se reunirán para hacer política (dicen, aunque es evidente que sí), ni para resolver la violencia, ni para asumirse causa y consecuencia, sino sólo para rezarle al dios del cielo: dios impersonal, lejano, que no genera un compromiso, un dios a molde. Más no necesariamente al dios de Jesús: dios que compromete, que obliga a ver y a defender al que no es escuchado, que invita a denunciar los atropellos, que promueve no sólo el arrepentimiento, sino principalmente, la justicia…

            Sí, hay tiempo para todo: tiempo para orar y tiempo para actuar; para contemplar y para demandar; para hablar con Dios y para hablar con el semejante y reconocerlo. Tiempo para amar al prójimo y para amarse a sí mismo; para la introspección y el ensimismamiento y para la acción comprometida. Y todo esto se puede y se debe hacer con el otro (sobre todo si nos decimos cristianos): sobre todo con los niños, los ancianos, los migrantes, los indígenas, las trabajadoras domésticas, las víctimas, los encarcelados (hombres y mujeres)…

            Hay tiempo para todo. Pero no olvidemos que nosotros, seres contemporáneos y mortales, no tenemos todo el tiempo. Este es finito, se nos acaba, y con ello las posibilidades de construir algo mejor, una sociedad más justa, más humana, más pareja y más pacífica, una que permita una existencia digna, libre y segura.

            Y como dice Germán Dehesa (ahora desde el cielo): “¿Y si nos ponemos a trabajar?”