ÉXITO Y FRACASO. ANVERSO Y REVERSO DE LA MISMA MONEDA.

 

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          El éxito y el fracaso son dos experiencias personales que tanto hombres como mujeres vivimos a lo largo de los caminos de la vida, y que dependen del juicio con que cada uno juzga los acontecimientos que nos tienen como protagonistas.

Y digo experiencias personales, porque lo que para una persona puede ser un episodio que configura una gran pérdida, para otra, esa misma situación la vive como una oportunidad y una liberación, para poder programar su existencia de allí en adelante de una manera totalmente distinta.

          Cuando nos disponemos a mirar a nuestro alrededor vemos que hay seres humanos que han enfrentado la adversidad con mucha dignidad, surgiendo entonces espontáneamente la pregunta de “¿porqué no la hemos de superar nosotros también”.

          Es muy común escuchar hablar de cómo llegar al éxito, y es más, cuando se abre un periódico podemos observar invitaciones a Conferencias, Seminarios y Talleres vinculados al éxito, pero difícilmente encontremos alguna invitación a ingresar en la profundidad de lo que significa un fracaso en la vida de un ser humano. Lamentablemente vivimos en un mundo dónde la superficialidad gana cada vez más espacio, y nadie se detiene a valorar el impacto que un fracaso puede llegar a tener en la vida de un hombre o de una mujer.

          Cada individuo es diferente y esa singularidad hace que cada persona reaccione de un modo distinto, frente a los hechos que le toca vivir. Sin embargo, las emociones que todos sentimos en momentos de profunda crisis son en general similares.

Lo que verdaderamente nos separa de otros individuos es lo qué hacemos con esas emociones, de qué modo las manejamos, y con qué rapidez logramos desprendernos de esas anclas tan negativas que embargan nuestra alma.

          Amigo lector o lectora, si tú aún no has experimentado lo que significa un fracaso en algún área de tu vida, ten la certeza de que tarde o temprano, esta experiencia llegará a tu existencia. Y para ello debemos estar preparados, para no destruirnos con la primera interpretación de los hechos, y para poder mirar con cierta perspectiva, lo que nos está sucediendo. Los fracasos son algo así como una de las leyes de la Vida.

          Se trata de una vivencia que nos involucra a todos y tiene un motivo básico y fundamental que es que:

QUIEN ASUME RIESGOS SE EXPONE A SALIR GANANCIOSO O DERROTADO.

          Pero, ese es el juego natural de la vida, dónde permanentemente estamos apostando a nuestro crecimiento, a nuestro desarrollo, a la expansión en las distintas facetas de nuestro desempeño cotidiano, lo que inexorablemente nos debe llevar a aceptar que no todos nuestros sueños se cumplirán, debiendo entonces aprender a desarrollar una adecuada tolerancia a la frustración.

          En otras palabras, a pesar del dolor, a pesar del sentimiento de injusticia que nos embarga, una vez procesado el dolor de la pérdida, estaremos nuevamente en condiciones de generar confianza y respeto por nuestra propia persona. Esto no es otra cosa que fortalecer los dos pilares fundamentales de nuestra autoestima.  

          Si luego de atravesar por situaciones de crisis personales intentamos hacer cosas nuevas, en forma inevitable nos estaremos exponiendo a fracasar nuevamente. Lo que no comprendemos habitualmente es que también nos estamos exponiendo a ser exitosos y a triunfar en nuestro nuevo intento.

Frases como y… ¿si me va mal?, o ¿si no soy capaz de?, o ¿si no lo logro?, aparecen como fantasmas en la pantalla de nuestra mente, y nos acosan constantemente, reflejando un sentimiento de minusvalía, asociado a una muy baja autoestima.

¡Es urgente que podamos revertir estos sentimientos tan limitantes!

          La única manera de evitar el fracaso es quedarse absolutamente estático, sin hacer ningún intento por avanzar. Aun  así, esa parálisis es a mi juicio una señal clara de fracaso, por no poder vencer el temor a no lograr nuestros objetivos. Pero esto es lo que sucede con mucha frecuencia en la vida cotidiana, y en muchos aspectos de la misma, dónde tenemos las cosas bien claras, pero nos falta el último eslabón de la cadena que es pasar a la acción.

          Pensamos, tomamos las decisiones, pero hay algo que nos detiene, y ese algo es el profundo temor a fracasar y a someternos al juicio que los demás puedan hacer de nuestra actitud.

          Esto nos obliga de alguna manera a reflexionar sobre nuestra condición humana, que nos está señalando desde el centro mismo de nuestra persona, qué si somos capaces de desarrollarnos para de ese modo hacer crecer nuestras posibilidades, todos los que nos atrevemos a explorar nuestro mundo circundante, estamos enfrentando la posibilidad de fracasar. Sin embargo, voy a trasmitirte un secreto ¡Vale la pena esa búsqueda!

Siempre visualizamos la pérdida que significa atravesar por una experiencia de fracaso, y nos olvidamos de evaluar la oportunidad que se nos presenta, de cambiar nuestra manera de pensar y de actuar y de adoptar una actitud diferente frente a los hechos de nuestra vida.

Los fracasos nos conducen a acumular una experiencia acerca de nuestra existencia, que no se compara con ningún otro episodio del cual podamos ser protagonistas.

 En el futuro cuándo sientas que estás inmerso en una situación que vives como un fracaso, no olvides de preguntarte ¿por qué me habrá sucedido esto?, y verás como seguramente hallarás respuestas que te involucran como responsable de ese final que tanto te duele.

 Todo tiene solución: a veces basta sólo con cambiar la visión que tenemos del mundo que nos rodea.

  

Dr. Walter Dresel

 

wdresel@adinet.com.uy

 

www.exitopersonal.org

 

www.walterdresel.blogspot.com

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