Cuando tomas el micrófono o te paras frente a un grupo, ¿sabes qué tipo de huella estás dejando en tu audiencia? Más allá de la información que compartes, tu interacción moldea la percepción y la disposición a participar. En el ámbito del coaching, me topé con un instructor que, sin querer, dejó lecciones valiosas sobre lo que un presentador nunca debe hacer. Su estilo, aunque quizás bien intencionado, reveló una verdad: el verdadero poder no reside en exhibir, sino en elevar al otro.
La Delgada Línea entre Guiar y Exponer: Lecciones de la Tarima
Este instructor, en un afán por obtener respuestas "correctas", llevó a un participante al frente y lo sometió a un interrogatorio público. La tensión era palpable. El público, incómodo, presenciaba cómo la presión acorralaba al colega. La escena culminó con un gesto de despido brusco. Más tarde, con una participante mujer, el patrón se repitió, pero con un giro aún más problemático: un abrazo final en lugar de un apretón de manos profesional. Esta distinción, además de ser inapropiada, minó la credibilidad del instructor, demostrando que el profesionalismo no se negocia y la equidad es innegociable.
La Receta del Bloqueo: ¿Qué Evitar para Conectar de Verdad?
La lección es clara: exhibir a alguien en público es un error fundamental de un presentador. Si buscas que la gente participe y absorba tus conocimientos, nunca los hagas sentir incómodos o vulnerables. Cuando exponemos los errores ajenos en un foro público, la respuesta natural no es la enmienda, sino la defensiva y el bloqueo. Las relaciones se resienten, y la valiosa oportunidad de aprendizaje se pierde en la vergüenza.
Guía con Visión: La Asertividad que Inspira y Transforma
El arte de presentar y de dar feedback reside en la sutileza, en la comunicación asertiva y en el respeto. Si necesitas señalar una mejora, hazlo en privado. La conversación uno a uno, en un espacio de confianza, permite que el mensaje se reciba con apertura. Tu autoridad como presentador no se demuestra imponiendo tu saber o ridiculizando; se cultiva manteniendo la calma, siendo firme en tus ideas y guiando con una actitud positiva. Un presentador que no hace diferencias, que respeta la dignidad de cada participante y que corrige con discreción, es un presentador que genuinamente conecta e inspira.
Para enganchar a tu público y dejar una huella duradera, recuerda que tu rol va más allá de transmitir información. Eres un facilitador de aprendizaje y crecimiento. La conexión se construye con respeto, la influencia con asertividad y el poder, al final, con la capacidad de elevar a quienes te escuchan.
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