Muchas veces a las amas de casa no se las considera productoras financieras porque se quedan en el hogar, pero trabajar en el hogar es lo que una mujer dedicada a su familia disfruta y sus actividades son tan valiosas como la de cualquier otra mujer que trabaja fuera del mismo.
Administrar una empresa u ocupar un puesto de trabajo no es más ni menos importante del que un ama de casa lleva a cabo en su hogar. Ambos requieren talentos específicos y habilidades. Con una carrera la mujer gana un salario de la compañía que pertenece o para la cual trabaja y el ama de casa lleva a cabo innumerables tareas de planificación y mantenimiento que por cierto poseen un claro valor económico. Dentro del grupo familiar tanto el que tiene que salir a trabajar fuera del hogar como el que se queda, lleva a cabo trabajos y tareas esenciales para el continuo éxito de la empresa familiar que es el de llevar adelante una familia.
El gran valor social y financiero del trabajo de las amas de casa es a menudo subestimado por la escasa consideración de la sociedad al valor de la producción. Debido a que el ama de casa no recibe un salario nos olvidamos que es la que le permite a su pareja dentro del matrimonio el salir y acceder a un trabajo pagado o a actividades empresariales. La sociedad como la conocemos no sería posible sin el trabajo de 24/7 de las amas de casa. Muy lejos de ser humillante o dependiente, la contribución de las amas de casa a la familia conyugal es esencial. Todos sabemos que detrás de cada hombre, hay una gran mujer. Los hombres necesitan un hogar bien administrado y un lugar seguro para recargar sus baterías y así poder lograr tener éxito, y las amas de casa son acreedoras de la mitad de ese éxito.
Otro elemento importante que tenemos que tener en cuenta, como mujeres, es que no funciona competir con el hombre en el hogar. Esta competencia por ser el jefe no funciona para nadie. Las cosas se han tergiversado un poco con el advenimiento de la igualdad de derechos. No estamos aquí para competir; estamos aquí para colaborar y apoyarnos mutuamente. La felicidad no consiste en competir por la posición de un hombre. Igualdad de derechos significa igualdad de valor, no necesariamente la misma actividad. La idea de que debamos ser como los hombres nos cuesta mucho más de lo que realmente ganamos.
Muchas veces a las amas de casa no se las considera productoras financieras porque se quedan en el #hogar, pero trabajar en el hogar es lo que una mujer dedicada a su familia disfruta y sus actividades son tan valiosas como la de cualquier otra mujer que trabaja fuera del mismo.
Administrar una empresa u ocupar un puesto de trabajo no es más ni menos importante del que un ama de casa lleva a cabo en su hogar. Ambos requieren talentos específicos y habilidades. Con una carrera la mujer gana un salario de la compañía que pertenece o para la cual trabaja y el ama de casa lleva a cabo innumerables tareas de planificación y mantenimiento que por cierto poseen un claro valor económico. Dentro del grupo familiar tanto el que tiene que salir a trabajar fuera del hogar como el que se queda, lleva a cabo trabajos y tareas esenciales para el continuo éxito de la empresa familiar que es el de llevar adelante una familia.
El gran valor social y financiero del trabajo de las amas de casa es a menudo subestimado por la escasa consideración de la sociedad al valor de la producción. Debido a que el ama de casa no recibe un salario nos olvidamos que es la que le permite a su pareja dentro del matrimonio el salir y acceder a un trabajo pagado o a actividades empresariales. La sociedad como la conocemos no sería posible sin el trabajo de 24/7 de las amas de casa. Muy lejos de ser humillante o dependiente, la contribución de las amas de casa a la familia conyugal es esencial. Todos sabemos que detrás de cada hombre, hay una gran mujer. Los hombres necesitan un hogar bien administrado y un lugar seguro para recargar sus baterías y así poder lograr tener éxito, y las amas de casa son acreedoras de la mitad de ese éxito.
Otro elemento importante que tenemos que tener en cuenta, como mujeres, es que no funciona competir con el hombre en el hogar. Esta competencia por ser el jefe no funciona para nadie. Las cosas se han tergiversado un poco con el advenimiento de la igualdad de derechos. No estamos aquí para competir; estamos aquí para colaborar y apoyarnos mutuamente. La felicidad no consiste en competir por la posición de un hombre. Igualdad de derechos significa igualdad de valor, no necesariamente la misma actividad. La idea de que debamos ser como los hombres nos cuesta mucho más de lo que realmente ganamos.
Crear un equipo exitoso en el hogar y en el trabajo es absolutamente necesario. Necesitamos aceptar nuestras diferencias. Es muy importante que superemos estas cuestiones en los nuevos tempos que estamos viviendo. Los cambios ya comenzaron. Todos los podemos sentir y son inevitables. Lo que funcionaba anteriormente, ha dejado de hacerlo ahora. Es hora de que abramos nuestras mentes y que comencemos a darnos cuenta que somos individuos únicos con talentos únicos. Reconocer esos talentos en nosotros mismos y en los demás nos ayudará a crear equipos felices, familias felices, comunidades felices y definitivamente un planeta más feliz.
En esta Nueva Era, nosotras, como mujeres, tenemos una importante tarea sobre nuestros hombros: nos corresponde a nosotras predicar con el ejemplo. Somos los pilares, la base, debemos llevar a cabo nuestra labor pero al mismo tiempo respetando, apreciando y pidiendo colaboración dado que no lo podemos hacer nosotras solas.
Una mujer inteligente respeta el cerebro de su marido y un hombre inteligente ama lo sentimientos de su mujer. Sí, somos diferentes y tenemos que reconocer que tenemos mucho que aprender unos de otros. Si aprendemos a trabajar como un equipo, ganamos todos.
Lo mismo respecto a nuestra relación con otras mujeres. Tenemos que soltar nuestra necesidad de competir que proviene de antiguas opiniones y juicios, como el hecho de pensar que no hay suficiente para todos. Debemos dejar de vernos como competidores y enemigos.
El común denominador es que todos estamos buscando la felicidad. Eso es todo. La claridad trae felicidad, pero la falta de roles claros, no.
No estamos aquí para competir con nadie. No nos confundamos. Muchas veces la persona más activa es la más incapaz y la mas pasiva, la más poderosa. Todo tiene una compensación. Tenemos que soltar nuestra mentalidad de víctima y dejar de culpar a otros. Somos 100% responsables y todo depende de las decisiones que tomemos.
No importa que hagan las mujeres ni dónde lo hagan (en el hogar o en el mundo de los negocios), es importante que estén conectadas a esa parte de ellas que sabe mejor. Algunas personas lo llaman el sexto sentido. Yo le llamo inspiración. Esa inexplicable sensación de saber cosas y que a veces nosotras experimentamos pero que no podemos explicar. Aunque pueda parecer ilógico, absurdo o, hasta ridículo es muy importante que las mujeres aprendan a confiar en su propia inspiración dado que tiene todas las soluciones a nuestros problemas y nos ofrece las respuestas correctas a nuestras preguntas.
Las mujeres somos el ejemplo. La experiencia de vivir es buscar placer y amor para uno mismo y compartirlo con los demás. Aprendemos a amar con el ejemplo. Cuando las madres se aman y aceptan a ellas mismas, les enseñan a sus hijos a amarse y a aceptarse. Es esencialmente importante que las mujeres sean felices, hagan lo que aman y confíen en ellas mismas en el hogar y en el trabajo, porque mujeres felices crean hijos felices e hijos felices crean familias y negocios felices. Depende de nosotras las mujeres cambiar el mundo. Sí, podemos juntas hacer una diferencia, y sí, es importante llevarlo a cabo con el apoyo de los hombres en nuestras vidas.
“El éxito no es la llave a la felicidad. La felicidad es la llave al éxito. Si amas lo que haces, serás exitoso- Albert Schweitzer
Elige la felicidad. Todo comienza en ti. Cuando seas feliz, todos lo serán. Una mujer feliz es una mujer exitosa.
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