EL MANEJO DE LOS FRACASOS.

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El impacto que los acontecimientos que nosotros vivimos como fracasos en la vida, están íntimamente ligados al nivel de sensibilidad que cada persona tiene y a la manera en que cada uno de nosotros es capaz de manejar sus emociones. En la medida en que la vida nos va colocando en situaciones en las que debemos sentir de una determinada manera, porque fuimos programados para ello, comprendemos con facilidad lo que es la tristeza, por un lado, y lo que es la alegría por otro, cuáles son los sentimientos de éxito, y cuáles son los de fracaso.

Y eso hace, que los sentimientos que nos embargan cuando nosotros atravesamos por profundas crisis personales, sean en términos generales similares, o sea lo que primero sentimos frente a una situación crítica, es bastante igual entre todos.  Pero lo que marca la diferencia entre una persona y otra, es cómo manejamos lo que estamos sintiendo y qué tiempo nos lleva procesar, además, esa sensación tan desagradable que nos identifica con que hemos fracasado, con que hemos perdido, con que nos estamos encontrando en el borde del abismo.

 

Y durante un cierto tiempo de nuestra vida, creemos que somos inmunes, como que estuviéramos vacunados, o que podemos evitar tener que pasar por estas experiencias, que tienen un común denominador, que son  el sentimiento de pérdida, que lesiona tan duramente nuestra autoestima, por qué? Porque nosotros nos preguntamos, ¿en qué me equivoqué?, ¿qué es lo que yo hice mal?

Y esto no significa que nosotros nos estemos acariciando, para decir: “somos perfectos”, o “no existe ninguna falla de nuestra parte”. Pero en general, consideramos que lo que nos pasa, proporcionalmente es injusto, con respecto a nuestro proceder, a nuestra manera de ser, a nuestra manera de sentir.

Pero aquí hay algo que es muy importante, y es que un ser humano puede manejar sus propios sentimientos, sin embargo, no puede manejar los sentimientos de los demás, no puede manejar los sentimientos de los otros.

Y es muy probable que tú ya hayas tenido que enfrentarte en más de una oportunidad, a situaciones que han hecho trizas el juicio que tenías sobre tu propia persona, y que hayas experimentado ese sentimiento de impotencia frente a la vida.

Pero, también en el otro extremo de esta misma línea, y sobre todo los más jóvenes, quizás aún no tuvieron esa riquísima experiencia de ser derrotados por haberse arriesgado a algo, porque creían que era su camino.  Y entonces aquí sí vamos a enfrentar este desafío que lleva en su núcleo las respuestas más contundentes a los interrogantes que la existencia nos puede plantear.

Cada vez que tú te atreves a salir al mundo en busca de algo que te conmueve, de un sueño, de una ilusión, de un amor, de algo que te genera o te causa satisfacción, tienes que saber que una de las posibilidades que existe y que por supuesto, en un principio nunca pensamos en ella, es que ese sueño no llegue a buen fin. O que fracasemos en nuestro intento por ser felices, y por acceder a nuestro bienestar.

Esto está incluido en el precio de vivir. En ese impuesto que tenemos que pagar para poder llegar al equilibrio, al bienestar, a la paz interior, a la armonía, al éxito, en definitiva, que es poder llegar a vivir de acuerdo a nuestras propias expectativas.

Y sólo aquél que no se esfuerza, sólo aquél que permanece en la mediocridad, evitando ese esfuerzo, quedándose donde está, puede postergar por un tiempo, esa desagradable sensación de haber perdido algo. Y digo puede postergar, porque la inmovilidad del ser humano acrecienta la impotencia frente a los desafíos básicos de la vida. A ver, es mucho más placentero sentarse alrededor de una mesa de una confitería, con amigos, y hablar del éxito, hablar de los triunfos, hablar de las alegrías, que sumergirnos en las tinieblas del fracaso y el dolor que éste nos provoca.

Pero, también hay algo que me llama la atención, porque hay una innumerable cantidad de libros, de conferencias, de seminarios, que abordan el éxito desde distintos ángulos, creando una falsa imagen , a mi juicio por lo menos, de un ser humano que todo lo puede y relegando y olvidando maliciosamente, o sea intencionalmente, una de las posibilidades que con mayor frecuencia pueden presentarse en la toma de nuestras decisiones, que es ni más ni menos que equivocarnos, errar y como consecuencia de ese error, fracasar posteriormente.

 Estas últimas son posibilidades reales, son posibilidades humanas, son posibilidades nuestras, son tuyas, son mías, y nos hacen sentir que tenemos derecho a ganar, pero que también tenemos la posibilidad de perder.

Sin duda, que el fracaso lleva implícito en su concepción, el sentimiento de pérdida. Pero lo que no nos damos cuenta, y sobre todo en un principio, es que, con frecuencia, también podemos ganar mucho con este tipo de vivencias.

Una experiencia invalorable es vivir en carne propia lo que significa caer hasta lo más bajo, sentir que no encontramos el camino, que todo está oscuro, y que la esperanza se desvanece, hasta que un rayo de luz nos señala hacia dónde tenemos que ir para ser protagonistas de nuestra reconstrucción.

Si hay algo que el fracaso les hace a los seres humanos, es tornarnos mucho más humildes, más reflexivos y más permeables a escuchar a quienes tienen más experiencia y más sabiduría que nosotros. Esos fracasos son acontecimientos que templan el alma y el espíritu y nos van fortaleciendo para ayudarnos a enfrentar nuevamente la vida, con un aire renovador que nos estimula a lograr nuestros objetivos.

 

Dr. Walter Dresel

wdresel@adinet.com.uy

www.exitopersonal.org

www.walterdresel.blogspot.com

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