¿CÓMO SABER SI, UNA MUJER, ES REINA O DAMISELA CON LA DIADEMA FLOJA?

Damiselas de diadema floja las hay normales, tontistas, wokistas y despistadas........

¿Quieres saber si es o eres reina? Sigue leyendo...

En 2004, RBA publicó por primera vez mi libro LA REINA QUE DIO CALABAZAS AL CABALLERO DE LA ARMADURA OXIDADA. Fue en ese libro donde di a conocer mi 'concepto' de 'Reina' versus 'Damiselas de diadema floja'. 

¿Cómo se me ocurrió lo de 'reina versus damisela de diadema floja'?

¿Os acordáis de la película '¿Armas de mujer’ ‘Working girl’, 1988)? Espero que sí. La coprotagonista, Katherine Parker, papel interpretado por Sigourney Weaver , aprovecha su posición de jefa y le birla la idea a su empleada Tess McGill, papel interpretado por Melanie Griffith, una idea brillante. El ‘robo’ se descubre o queda de manifiesto, cuando a Katherine le pregunta Jack Trainer (Harrison Ford), cómo se le ocurrió la idea de fusionar esas dos empresas y no sabe qué responder, en cambio, Tess, lo argumenta y justifica muy bien. Yo soy esa Tess McGill a la que suelen birlar ideas… No quiero decir que lo hagan conscientemente ni que tengan mala intención… Quiero pensar que lo hacen porque les gustan mis conceptos, mis ocurrencias,  si bien, no estaría de más que, de ser conscientes, me dieran mi sitio igual que yo procuro hacerlo con los autores de conceptos que uso pero que no se me ocurrieron a mí. Por consiguiente, no estaría de más preguntarle a esa ‘usadora del concepto reina’, ¿cómo fue que se le ocurrió?

Volvamos a cómo se me ocurrió lo de ‘mujer reina’ versus ‘mujer damisela de diadema floja’.

Érase un día en el que, tomando café con un amigo editor, andábamos de ‘brainstorming’ y él, en un momento determinado, quizá animado por el té, me soltó: ‘Deberías escribir un libro que fuese la réplica al libro de El caballero de la armadura oxidada”. Debería titularse algo así como ‘La damisela que mató al caballero’. A lo que yo le contesté: ‘No, de damisela nada. Sólo una mujer que es reina de su vida y de su destino, la que lleva las riendas de su vida puede hacer eso. Lo voy a titular ‘La reina que dio calabazas al caballero de la armadura oxidada’. Las mujeres inmaduras emocionalmente son ‘damiselas de diadema floja’.

Y, ¿eso de la diadema floja como se me ocurrió?

Hay que remontarse a mi pasado profesional, a mi etapa en las agencias de publicidad. Éramos muy ocurrentes y un poco cínicos a veces, por lo que poníamos motes a los clientes (anunciantes). Había uno al que le pusimos el mote de ‘p… floja’ porque era un meapilas total. Años después, en mi mente al idear el concepto de ‘reina’ para hablar de mujeres que llevan las riendas de su vida, salió de mi memoria esa anécdota y la apliqué a las mujeres de inmadura psique y carácter que pasaron a ser ‘damiselas de diadema floja’.

Desde 2004, en innumerables entrevistas, vídeos, conferencias… he ido compartiendo mi concepto de ‘REINA’. En la contraportada del libro puede leerse ‘No te quites la corona para parecer menos alta que tu caballero de armadura oxidada’.

Asimismo, fue con ese libro que, en la portada, empezó a aparecer una corona encima de mi nombre, algo que también me han copiado.

  • Damiselas de diadema floja. Se la puede reconocer porque no son genuinas, se aprovechan de la inteligencia, creatividad, trabajo, esfuerzo de otras mujeres. Asimismo, odian a los hombres, aunque no pueden vivir sin ellos. Su inmadurez emocional las hace echar las culpas de sus resultados no deseados a otras mujeres, hombres, padres, el tiempo o el chachachá. Son presuntuosas. Se pasan la vida tratando de quedar bien o de no quedar mal con los demás, aunque ello suponga quedar fatal consigo mismas y traicionar su dignidad. Fingen en vez de ser cómo son en verdad debajo de esa capa de barniz malo que es la damiselez. Toda damisela ha sepultado su singularidad. Toda damisela esconde a una mujer maravillosa, tan sólo tiene que dejar de ser una imitación de otra y atreverse a ser quien es.
  • Las Reinas. Una mujer reina es auténtica, genuina, lo que ves es lo que hay. No finge, no miente, ni tergiversa, no se aprovecha del trabajo o del talento de otra mujer ni de otro hombre. Va por la vida de frente. No agacha la cabeza para parecer menos alta que nadie, esto es, no se humilla, no se obliga a comulgar con ruedas de molino. Pasa de quedar bien con alguien que no sea ella misma. No traga ni aguanta en relaciones tóxicas ya sean laborales, de amistad, familiares, amorosas, sentimentales o ligoteables. Una reina, cuando se equivoca, coge su dignidad y asume las consecuencias/resultados de sus actos. Por eso va por la vida con la corona bien puesta.

 

Me gusta reivindicar mi trabajo porque, el auto respeto, la auto afirmación, es una característica diferencial entre una reina de verdad y la que luce una corona de cartón.

Muchas mujeres no se dan su sitio porque temen ser tachadas de ‘orgullosas’, ‘prepotentes’ o algo peor. Mientras a un hombre con actitudes de ‘rey’ (la sociedad sigue siendo machista y además de hembrista), se le admira, a una mujer con personalidad, líder, singular, maverick… se le trata de ‘domesticar’, o sea, animar eufemísticamente hablando a que deponga su actitud de reina y sea más maleable. Una mujer auténticamente reina camina lo que habla (congruencia), y eso molesta mucho en esta sociedad de falsedad, postureo (como se dice ahora en España). En un mundo donde está triunfando el neocomunismo, o sea, el igualar hacia abajo, se está logrando que la gente se auto censure y dimita de sí misma, abjurando de su singularidad y de su derecho no sólo a ser ella misma, sino a dar su opinión, compartir su visión del mundo, airear su forma de pensar, mostrarse tal cual es, denunciar aquello con lo que discrepa.

No es momento para mujeres fuertes y sin embargo, el mundo las necesita más que nunca. Las reinas de verdad nunca fueron tan necesarias.

Muchas damiselas de diadema floja se han disfrazado de ‘feministas’, ‘reinas’, defensoras de la mujer… Lo parecen, pero no lo son.

¿Cómo sé que esto es así y no es de otra manera?

Las ‘huelo’ a distancia, es una forma metafórica de hablar. Con ello quiero decir que mi instinto regio, así como mi experiencia profesional (tengo muchos ‘case histories’ en mi cabeza), hace que salten las alarmas en cuanto, inconscientemente, detecto alguna ‘variable determinante’.  La incongruencia o la falta d autenticidad la percibo al igual que una amiga mía, joyera de profesión, que antes de coger el “calibra-diamantes” sabe si es zirconita, diamante malo o bueno lo que tiene delante, su instinto profesional no falla. Es lo que tiene la experiencia forjada a base de ‘ensayo-error-ensayo-error…-ensayo-éxito’.

 

¿Qué señales detecta mi ‘instinto regio’?

  • Se dan un aire de princesas etruscas o de ‘estar por encima del resto’ de las mujeres. Miran por encima del hombro.
  • Van de sabiondas, pretenden saber más que nadie.
  • No toleran la discrepancia.
  • Miran con desdén, aunque esa mirada sólo dure un milisegundo el inconsciente lo percibe.
  • Desprecian cuando discrepan.
  • Buscan que tienen ellas que no tenga la mujer a la que quieren rebajar (igualar hacia abajo), para así echárselo en cara. Pudiendo ser: edad (más joven o más seniority), belleza, estatura, dinero, marido, hijos, modelo de coche… Cualquier cosa, que sirva para lograr inferiorizar a la mujer objeto de su desdén, es útil.
  • A veces, van de paternalistas, o maternalistas: te perdonan la vida, eufemísiticamente hablando.
  • Actitud displicente.
  • Si eres de su ‘cuchipandi’ (grupo o pandilla), en ese caso, te otorgan todos los beneficios. Sin embargo, si no perteneces a su club, vas por libre y osas mostrar tu singularidad, corona o reinado, buscarán la manera de rebajarte, humillarte, despreciarte… Te harán el vacío. En España, las ‘falsas feministas’, diferencian entre las mujeres políticamente de derechas (no les conceden ningún valor) o de izquierdas (son las chupi guays).
  • No quieren relacionarse con mujeres que, además de académicamente bien preparadas tengan un alto nivel de inteligencia emocional. Si las pueden manejar, bien, caso contrario, no les importa que sean tontas. Lo que importa es poderlas manipular, manejar a su antojo.
  • Carecen de verdadera opinión personal. Opinan lo que opina la mayoría, son políticamente correctas.
  • Si se les alaba algo, enseguida, se hacen las falsas humildes.
  • Si se las deja hablar (hay que saber provocar y también escuchar), al poco, acaban por confesar su incompetencia en aquello de lo cual andan dando lecciones.
  • Contrafóbicas: se unen a una corriente imperante, a una cuchipandi, a un grupo, o a una figura de autoridad o famosidad (alguien famoso) en el que encuentren su ‘fuerza’. Por consiguiente, si alguien osa discrepar en su presencia o se le ocurre criticar a su ‘ideología’, grupo o ‘adorado’ (figura de autoridad a la que reverencian), que se prepare porque irán a por ella: la criticarán, la despreciarán, tratarán de echarla, simbólicamente, a los leones o al ostracismo real.

 

 

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© Rosetta Forner

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