Ésta es una pregunta que debemos hacernos cuándo experimentamos que lo que vivenciamos cotidianamente tanto sea en nuestras relaciones afectivas como en las laborales, o en la interacción con otros seres humanos, no nos satisface, y además percibimos que nuestra opinión y nuestros deseos nunca son tenidos en cuenta.
Es probable que durante mucho tiempo hayamos soportado estoicamente el ser relegados a un segundo plano en los vínculos que naturalmente desarrollamos a medida que asumimos los roles en nuestra vida, hasta que llega un momento que solos o por la advertencia de alguien allegado a nosotros, nos damos cuenta de que no podemos ni debemos seguir viviendo así.
¿Qué es entonces ser manipulado? La manipulación es una modalidad perversa de la conducta de personas tanto del sexo masculino o femenino, que intentan por cualquier medio imponer su criterio, desconociendo absolutamente los requerimientos o las necesidades o deseos de su víctima o víctimas. Es la conducta natural de ellos, por lo cual cualquier demanda de quien se siente agredido e invadido, es tomada como una afrenta o una represalia que no logran entender.
El manipulador o manipuladora actúa con total descaro, utilizando la agresión como arma fundamental. Agresión que se manifiesta bajo la forma del chantaje emocional, la inoculación de culpas inexistentes, la violencia psicológica, pudiendo llegar en su máxima manifestación a la violencia física. El chantaje emocional se traduce con frases tales como “con todo lo que yo he hecho por ti, y hoy me pagas de esta manera, demandando tal o cual cosa”. A su vez la inoculación de la culpa se verifica cuándo el manipulador hace responsable a su víctima de hechos que quizá nunca lo tuvieron como protagonista, pero como él o ella son muy hábiles y conocen los flancos más débiles de su oponente, le hacen creer que son eternamente culpables de determinados hechos.
La violencia psicológica se ejerce en el día a día, destruyendo literalmente la autoestima de la víctima, haciéndole creer que sin la protección o el apoyo del manipulador, ese ser humano no existe, o no será capaz de afrontar los desafíos a los que la vida le expone. Es quizás el máximo exponente de la violencia, inclusive mayor que la física, que es fácilmente demostrable a través de un médico forense por ejemplo. La violencia psicológica va destruyendo lentamente la estructura defensiva del sujeto, convirtiéndolo en un ser dependiente y carente de confianza en sí mismo.
La violencia física que no pocas veces termina en hechos mucho más graves, es el exponente más claro de la intolerancia y la falta de respeto por el otro.
Existen otros elementos tales como la amenaza de abandono, la falta de protección económica, la pérdida del status social, que hacen que la víctima que se siente imposibilitada de enfrentar en forma independiente la vida, se mantenga en esa situación de dependencia por décadas a veces.
Pero también existe la posibilidad que la supuesta víctima sepa que está siendo manipulada y mantenga la situación porque le conviene, y porque de ese modo entrega la responsabilidad de su vida en manos de quien supuestamente le protege, pero que en realidad le está faltando el respeto de una manera intolerable. Tarde o temprano la víctima, al darse cuenta de lo que ha vivido, y de lo que está viviendo, se rebela y allí es dónde debe ser más cuidadosa.
Una cosa es darse cuenta de que se es víctima de una manipulación, y otra muy diferente es actuar en forma inmediata. Por alguna razón la víctima ha soportado durante tanto tiempo el acoso y el desprecio de su verdugo. Sin duda que un déficit importante en los dos pilares de la autoestima están presentes: falta de confianza en sí mismo, y falta de respeto también por sí mismo, en el sentido de no haber sido capaz nunca de establecer límites para no que no se invada su territorio personal, y de no tener que invadir territorios ajenos.
Lo más importante en esta etapa del reconocimiento de la manipulación es sentarse a tomar un café con uno mismo, y reflexionar acerca de cuáles pudieron haber sido las causas de haber soportado durante tanto tiempo circunstancias tan adversas. Quizá en la historia personal de cada uno, en su historia estén algunas de las respuestas que nos permitan descubrir el porqué de nuestro comportamiento. Una vez detectadas esas áreas, la tarea es sanarlas, para no continuar con un mismo modelo de comportamiento, que nos conduciría inexorablemente a un mismo resultado.
Por ello es importante resistir el asedio un tiempo más, mientras mejoramos nuestra comunicación, siendo claros, concisos y contundentes en nuestros reclamos, y entonces nos sintamos en condiciones de intentar negociar con un ser que por naturaleza es soberbio, y que siempre ha intentado desacreditarnos tanto en privado como en público.
Es posible querido lector o lectora, que usted se sienta identificado con algunos conceptos vertidos en este artículo. Lo importante es que abra su mente y sus ojos, para tomar conciencia de que el tiempo de ser víctima se ha acabado y que debe iniciar una etapa nueva en su vida, dónde asuma el protagonismo de la misma, con el total derecho de acceder a su bienestar y porqué no a su felicidad. Para ello deberá iniciar un proceso de cambio o de reingeniería personal, tendiente a modificar no sólo conductas sino también la visión que usted hoy tiene de su propia existencia.
No será fácil, pero tampoco imposible.
Dr. Walter Dresel
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