Muchas veces me he planteado por qué las Empresas apuntan hacia la Excelencia, por qué un producto o un servicio debe ser excelente para poder competir en un mercado donde existen varias marcas. Qué es lo que diferencia a un producto o un servicio de otro, y me he planteado, por qué no podemos aplicar estos conceptos de la Excelencia a la vida de los seres humanos.
¿Y, cómo lograr la Excelencia? Porque hay algo de lo cual partimos de la base, y es que toda persona desea tener éxito en aquello que se propone hacer, no importa cuál sea el ámbito o cuál sea el área de la vida a la que nos estemos refiriendo, por supuesto que siempre queremos que nuestras cosas culminen exitosamente.
Pero para eso, se torna necesario, tomar conciencia, de que uno tiene que poner en juego todos los recursos que potencialmente tiene y que por distintas circunstancias no hemos podido desarrollar. Y entonces se torna necesario una motivación, y un estímulo, para despertar de ese largo sueño que a veces, lleva décadas, sin que nosotros nos hayamos dado cuenta de que tenemos que modificar o que tenemos que cambiar nuestra forma de pensar y nuestra forma de ver la vida.
Formemos parte, entonces, de ese grupo de seres humanos que hemos decidido investigar en nuestra profundidad, para rescatar valores, en primer lugar, valores que nos acerquen al concepto de Excelencia. Yo te pregunto a ti, porque me lo he preguntado muchas veces a lo largo de mi vida, porqué algunos seres humanos son exitosos en aquello que hacen, y por qué otras personas no lo son.
Y también me he preguntado, si en alguna Partida de Nacimiento, está escrito que su titular estará destinado a ser un mediocre a lo largo de toda su existencia, o será un exitoso a lo largo de toda su existencia. Y sin duda, que tú está de acuerdo conmigo, que no existe ningún documento personal de identificación que esté determinando un disparate de este tamaño, ¿verdad? Nadie puede decir de antemano, cuáles serán los caminos que cada ser humano va a recorrer. Obviamente, la respuesta es negativa. Pero entonces, ¿cuál es la diferencia entre un ser humano exitoso y uno que fracasa? Y la respuesta o las respuestas, pueden ser varias. Pero, vamos a ir desgranándolas de a una:
1) podría ser, cómo se han utilizado las capacidades.
2) En qué medida se utilizaron los recursos potenciales.
3) Cuánto compromiso hemos tenido con aquello que nosotros queremos para lograr nuestra misión en la vida.
4) Si realmente hemos pensado en la Excelencia como una finalidad de nuestro esfuerzo cotidiano.
Y hay seres humanos que trascienden a lo largo de su vida y dejan un legado para aquellos que vienen detrás, mientras que otros pasan por la vida en forma totalmente inadvertida, sin decisiones y sin un proyecto vital. Y tú puedes lograr acercarte a este concepto de Excelencia, por lo menos, de comenzar a considerarlo. Y si lo piensas bien, lo único que tú necesitas es, cambiar la actitud y tomar la decisión, repito, cambiar la actitud y tomar la decisión.
También requerimos el ejercicio de la autocrítica, porque esto nos va a permitir analizar con objetividad, pero también con profundidad, cuál es la anatomía de nuestros fracasos, que necesariamente van a aparecer en el camino. Porque no creas que aquella persona que hoy nosotros vemos o admiramos, porque es un ser humano exitoso, no ha cosechado también en el tránsito de su propia existencia, fracasos muy fuertes, fracasos muy duros, fracasos que le enseñaron justamente cuáles son los caminos que no hay que tomar.
Y yo sé que lo que te voy a decir ahora, te va a poner un poco nervioso o nerviosa. La propuesta es que nos desprogramemos. ¡Viste, a veces, cuando uno se sienta frente al ordenador, y resulta que todas las carpetas que estaban en el escritorio, han desaparecido, se desprogramó la computadora! Realmente, nos entra un nerviosismo muy grande. Bueno, yo te estoy proponiendo eso, desprogramarnos! Es decir, romper el modelo, el estereotipo que hizo hasta el día de hoy, que siempre encontremos excusas cuando las cosas no nos salen como deseamos. Siempre ponemos excusas, fue por esto, fue por lo otro, fue la responsabilidad de los demás. Y dejemos de lado de una vez, todas esas disculpas que nosotros utilizamos para justificar una cierta impotencia qué en determinado momento, nosotros tenemos frente a la vida.
Vamos a alejarnos del rol de víctimas de los acontecimientos que rodean nuestra vida, y dejemos de culpar a los demás de aquellos fracasos, qué por supuesto nos duelen, claro que nos duelen, pero que nos obligan a revisar una y otra vez, el porqué de su existencia.
Porque con esas actitudes, ¡de poner siempre fuera de nosotros, la responsabilidad de lo que nos pasa, únicamente estamos demostrando como que tuviéramos por delante un gran lente de aumento, cuán mediocres somos! Y vale la pena que nos detengamos un instante, para refrescar y recordar, que ser mediocre no es la persona que no tiene éxito o que fracasa. Ser mediocre es aquella persona que no se esfuerza para poder salir de ese entorno que lo aprisiona y que de alguna manera está provocando que los fracasos se sucedan unos tras otros.
Seamos entonces parte indivisible de esa respuesta frente a los desafíos de la vida y no le sigamos agregando más problemas a los que ya normalmente tenemos.
Pero veamos cuál es la diferencia de ese hombre o de esa mujer exitosa, y de ese hombre o de esa mujer que arrastra y carga sobre sus espaldas un fracaso tras otro, en cada área de su desempeño cotidiano. Si uno, tú o yo, siempre visualizamos obstáculos en lugar de ver las oportunidades, si siempre anteponemos las dificultades, en lugar de evaluar las posibilidades, vamos delineando siempre el alejamiento de ese concepto de Excelencia, en lugar de hacer el esfuerzo para acercarnos a ella.
Dr. Walter Dresel
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