Mariposa
Las Fases de la Vida Humana
La mariposa es un arquetipo maravilloso para entender nuestro proceso vital y humano en la Tierra. Dicen también de ellas que son anunciadoras del reino de las Hadas, y que dónde ellas están hay hadas, porque las hadas también pueden tomar la forma de una mariposa de alas brillantes. Hadas y mariposas. Mariposas y hadas.
La mariposa pasa por cuatro fases, siendo este proceso la metáfora más apropiada para entender nuestra propia evolución en la luz humana.
La mariposa es un arquetipo de nuestro aspecto humano, mientras que el ÁNGEL lo es de nuestro aspecto espiritual. Ambos tienen alas. Ambos aman la luz y el calor de la sonrisa. Ambos son alegres y desenfadados y aman el buen humor.
Ellas nos recuerdan que podemos movernos, y si podemos movernos podemos, por consiguiente, bailar. Si queremos disfrutar de las mieles de la vida de nuevo: ¡bailemos!
Recuerda, la mariposa es un símbolo del alma.
La mariposa, arquetipo de las fases por las que discurre nuestra vida humana, a saber: concepción, niñez, pubertad, y pre-madurez + madurez propiamente dicha.
- Primera fase: HUEVO (creación e ideas) = EMBARAZO
- Segunda fase: ORUGA (experimentación) = NIÑEZ y PUBERTAD
- Tercera fase: CRISÁLIDA (integración, asunción de los experimentos para pasar a la fase siguiente de gran transformación) = PUBERTAD Y PRE-MADUREZ
- Cuarta fase: MARIPOSA (su expresión final de vida, con alas) = MADUREZ
Fase Huevo.
GESTACIÓN: Creación e Ideas.
La gestación de nuestra vida en la Tierra, la preparación del plan para poder experimentar la vida en la Tierra. Este “período” de pre-vida humana lo llevamos a cabo durante el embarazo, si bien, ha habido un “embarazo espiritual” previo en el que hemos ideado y construido los planos de nuestra vida humana, unos que nos servirán de guía dado que contienen información exhaustiva acerca de nuestra misión, dones, talentos, capacidades, habilidades, recursos, lecciones, ofrendas, sueños y posibles aventuras terrícolas.
Evidentemente, para quien no cree en la existencia de una vida previa o en la inmortalidad del alma, no existe, asimismo, ningún plan preconcebido ni nada que tenga que ver con la sincronicidad o el destino. Para quien no cree en la “vida antes y después de la vida”, no existe más destino que la casualidad. Asimismo, la causalidad solamente tiene sentido para aquellos que creen en la existencia del alma, una energía que puebla el cuerpo físico, una entidad que da sentido al traje físico y a la personalidad humana. ¿Por qué cada niño exhibe una mirada diferente? ¿Se ha fijado en quién asoma a las ventanas del alma, estos es, los ojos? ¿Se ha percatado de que hay muchos y variados “asomados” a las ventanas del alma, que en nada tienen que ver unos con otros? Existen niños cuyas ventanas son dos focos, dos penetrantes ojos que los absorben todo, que lo traspasan todo… Unos ojos imposibles de ignorar. Y, da la casualidad, que de mayores exhiben unas personalidades penetrantes, agudas, diferentes de la media. ¿Será que existen diversas procedencias estelares? ¿Será, acaso, que procedemos de diferentes escuelas universales? ¿Será que nuestra procedencia está intrínsecamente relacionada con el nivel de evolución del alma?
- Mi madre afirma que, desde el mismo instante en que un niño asoma su rostro por vez primera a su vida humana, puede verse con meridiana claridad “quién hay ahí”: tipología de alma, personalidad, energía, carácter, o como queramos llamarlo.
Observe a los niños con los que se cruce. Observe sus rostros, sus ojos y sus cuerpos. Decimos mucho a cerca de nosotros mismos con el lenguaje silencioso de ausentes palabras pero preñado de significados. Los trazos que mostramos en la niñez son los rasgos auténticos de la personalidad del alma. Nuestros sueños, nuestros juegos preferidos, nuestros rasgos de personalidad, nuestros dones y talentos… son exhibidos sin pudor en la infancia, es más, ya durante el embarazo la madre puede “intuir” y “sentir” el tipo de alma que la ha escogido como “aeropuerto” para poder “aterrizar” en esta vida humana.
La gestación ya sea de una vida humana, una relación, un libro, un proyecto, un viaje, etc… no debería ser tomada a la ligera. Deje de lado las prisas, las presiones sociales, y las creencias que le obligan y condicionan a no disfrutar del proceso de gestar algo, empujándole a ponerlo en práctica rápidamente, a veces, a expensas de la solidez y de la estructuración adecuadas para que el proyecto sobreviva y se consolide una vez “nacido.”
Creatividad, ideas, gestación de sueños, de proyectos, inventiva… visión & misión.
¿Siente que está “gestando” algo?
Recuerde que la gestación de una idea, sueño, proyecto o lo que sea no es patrimonio de los cuerpos del sexo hembra. Toda alma puede sembrar ideas, ideas, etc. Toda alma puede, en su forma humana, “gestar y dar a luz” vida en sus diferentes formas: libros, cuadros, ideas, proyectos, edificios, recetas de cocina, diseños, jardines, cursos, trajes, zapatos, carreteras, películas, artilugios varios, etc.
Si percibe, intuye, siente, piensa que está gestando algo, deténgase y tómese su tiempo para gestar su “sueño”. No corra, no se meta prisas, no se presione o sabotee de mil y una maneras. Relájese. Las ideas “nacen” cuando están preparadas. En mi caso le contaré que mis libros se gestan a veces a lo largo de varios años. Todo surge con una idea, pero la idea no necesariamente se estructura inmediatamente en un libro. Suele darse que entre la concepción de la idea y el nacimiento del libro, suceden y acontecen mil y una situaciones diferentes todas ellas plenas de sentido y perfectamente engarzadas en un único y común objetivo: la creación del libro en cuestión.
En este siglo 21, vivimos nuestras vidas humanas sentadas en el acelerador de tiempos, rigiéndonos por la máxima de “el tiempo es oro.” Cierto, por ello hay que detenerse a meditar, reflexionar, interiorizar, gestar… Deje de lado la competitividad con sus semejantes, libérese de la necesidad de competir y de compararse con otros, midiendo su éxito profesional o personal en función de la cantidad de cosas que hace, del número de proyectos que consigue llevar a cabo con éxito (se materializan), de la cantidad de relaciones que vive… en tiempo record.
Conozco a gente que apenas termina un curso de algo ya se siente con autoridad suficiente como para ponerse a impartir la materia que acaba de aprender…, esto es, nos encontramos con pseudo-maestros creando pseudo-alumnos, personas con ideas prendidas de alfileres, sin ningún tipo de vivencia ni incorporación de lo aprendido. Personas, al fín y al cabo, que no ofrecen un nivel de aprendizaje (cuando no inferior) superior al que facilita un libro, esto es, que si usted se leyese un libro, aunque, en este caso, el de ser autodidacta, puede que le saliese más barato en tiempo y en dinero. Y, quizás, al no haber interferencias, podría incluso haber aprendido mejor la materia en cuestión. Conozco a muchas personas que se lamentan de haber asistido a cursos en los que el instructor parecía haberse leído unos cuantos libros y contarles “más de lo mismo”… Su impresión es absolutamente correcta: se han leído unos cuantos libros y/o acaban de realizar un “cursillo” de esa materia que imparten. Consecuentemente, no les ha dado tiempo a incorporar nada de lo aprendido ni a vivenciarlo. Resultado: un fiasco. Por el contrario, los auténticos maestros se pasan la vida gestando, probando, experimentando, reconsiderando, analizando, gestando de nuevo… Compartiendo con otros sólo aquello que han incorporado y vivenciado. La diferencia es notable, la profundidad asombrosa. ¿Cómo lo consiguen? Viviendo al margen de los condicionamientos, presiones y normas sociales al uso, es decir, no miden su éxito o fracaso en función del espacio de tiempo que tardan en poner en práctica algo. Lo suyo es la referencia interna: se preguntan a sí mismos cómo quieren vivir su vida, qué piensan (cuáles son sus creencias acerca de lo que sea), qué sienten, cómo se quieren sentir… Viven en su mundo propio, guiándose por su propio código “deontológico”, son los interdependientes del planeta, seres sociales pero libres en su estilo de vida y forma de pensar.
La referencia interna nos permite un grado de libertad asombroso: nuestro tiempo carece de presiones, fechas de entrega, caducidad, etc. Nadie es mejor ni peor por haber llegado a los, pongamos por caso, cuarenta años y no haber triunfado aún (según lo que se entiende socialmente por triunfo) en su profesión, o no haber hallado a la persona de su vida. Los humanos nos ponemos muchas trampas y trabas los unos a los otros bajo la forma de creencias, sentencias vitales o normas sociales, a saber: “entre tal a tal edad uno ha de casarse, sino lo hace ya no se casará”, “antes de tal edad tienes que haber triunfado en tu profesión, tener una casa, coche, etc…” “a tal edad tienes ya que haberle mostrado al mundo quién eres”, “si no tienes pareja eres un fracasado/a en lo emocional”, y etc. Es como si hubiese realmente una edad para cada cosa. Cierto. Pero, lo contrario también es igualmente cierto. Cada ser espiritual en su experiencia humana haría bien es “gestar” su propia vida a su aire y a su manera. La “edad para cada cosa” varía en función de cada persona, pues no todos con la misma edad cronológica están en disposición de alcanzar, lograr, realizar, crear, hacer… lo mismo. Más bien depende de la edad biológica y psicológica del individuo en cuestión, así como de quién es a nivel de alma.
Dese, pues, el tiempo y el espacio necesarios para gestar sus proyectos, ideas… o propia vida.
- Hágase las preguntas siguientes:
- ¿Qué quiero?
- ¿Cómo sé que quiero eso y no otra cosa?
- ¿Qué me proporcionaría a nivel físico, mental, emocional, espiritual?
- De no alcanzar eso, ¿habría algo que pudiese sustituirlo?
- ¿Qué tengo ya que pueda darme lo mismo que lo que yo quiero lograr/mi nueva meta?
- ¿Qué estoy dispuesto a hacer con tal de lograr mi meta?
- ¿Cómo sé o puedo saber que de verdad estoy dispuesto a hacer lo que creo que hay que hacer?
- ¿Cómo haré caso de que las cosas se pongan difíciles?
- ¿Tengo un plan estratégico de “urgencia”?
- Tiempos: ¿en cuánto tiempo quiero ver logrado mi sueño?
- Creencias: ¿qué creencias propias y ajenas tengo en relación a mi meta y su consecución?
- ¿Qué me motiva a intentar alcanzar mi meta?
- Si no fuese eso (lo contestado en 12), ¿qué sería? (la verdad más profunda).
- Y, sino logro mi meta… ¿cómo haré?
- ¿Qué pienso a cerca del tiempo?
- ¿Qué pienso a cerca del esfuerzo?
- ¿Creo que me merezco el conseguir mi meta?
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En las fotos, Rosetta viste diseños MATILDA: www.matilda.es
UN POCO DE HADAMADRINING ES UN MUCHO DE COACHING.
“Rosetta Forner conoce los principios del bienestar del ser humano. Es la persona con la visión y el conocimiento precisos para arrancar las creencias destructivas, a veces, tan arraigadas en nuestra interpretación de la realidad, que remontan a nuestro nacimiento.” Elena Sancho Pereg, sopranoSi me necesitas como Hadamadrina para que le dé un giro a tu vida o te enseñe a ser la mejor versión de ti... Escríbeme a:
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