Existe una verdad incómoda en el mundo del liderazgo auténtico: a veces, el exceso de una buena cualidad puede dañar tu credibilidad. Si bien es cierto que tu actitud profesional te lleva mucho más lejos que tu conocimiento, ¿qué sucede cuando esa energía se percibe como forzada, exagerada o, peor aún, insincera? Esta pregunta es crucial para cualquier persona que busque ascender.
La Anécdota de la Energía no Contagiosa
Conocí a una profesional cuya actitud era impecablemente positiva en todos los aspectos: desde la búsqueda de clientes clave hasta la interacción con sus colegas. Sin embargo, en privado, sus compañeros la describían con una palabra: sobreactuada. Sentían que su energía jubilosa no era espontánea y reflejaba una falta de sinceridad. El resultado fue que, a pesar de su esfuerzo, la gente dejó de respetar su trabajo y su impacto se minimizó.
La Regla del Respeto: Entusiasmo sin Invasión
Ser un buen líder significa ser capaz de contagiar tu actitud positiva y energía, pero el secreto está en el equilibrio. El entusiasmo debe inspirar, no ahuyentar. Para lograrlo, es fundamental ser considerado con el espacio de los demás, un principio básico de la etiqueta en la oficina:
Respeta el Clima Laboral: Una cosa es saludar con un cordial "¡Buenos Días!" y otra es llegar gritando por la oficina, invadiendo el espacio personal e interrumpiendo la calma y concentración de tus colegas.
La Sinceridad es Poder: Demasiada acción puede parecer que estás sobreactuando o "vendiendo" una imagen que no es real. La credibilidad se construye cuando tu energía es una extensión auténtica de quién eres, no una actuación para impresionar.
Conclusión:
El liderazgo auténtico no te pide que reprimas tu energía, sino que la canalices con intención y respeto. No es difícil manejar tu actitud profesional para contagiar a las personas en lugar de ahuyentarlas. Recuerda que la actitud positiva es tu motor, pero la consideración y la sinceridad son tu brújula para lograr éxito profesional.
Comentarios