HAY QUE DECIRLO

31007686855?profile=RESIZE_710xTras presentar un seminario de negociación para una empresa, varios participantes me invitaron a cenar. Durante la comida compartí con el grupo divertidas anécdotas de mis años como motivadora. Después de muchas risas, me levanté de la mesa para ir al baño y antes de retirarme exclamé: “¡Hacía tiempo no me reía tanto!”.

Cuando fui a retocarme el lápiz labial, me di cuenta que tenía un trozo de lechuga atravesado en los dientes. Rápidamente me sentí avergonzada porque indiscutiblemente todos tenían que haberlo notado. Este pedazo de lechuga era tan grande que con tan sólo agregar un tomate y algo de aderezo ¡hubiera podido preparar una ensalada!

Al regresar a la mesa, le pregunté a Sandra, la chica sentada a mi lado, por qué no me había dicho nada, y con una tímida sonrisa contestó: “Me dio pena decírtelo”. Entonces, un poco frustrada le dije, “¿Acaso no te dio pena conmigo?”.

Días más tarde, cuando me encontré con mi colega Gerardo y noté la cremallera de su pantalón abierta, sabía sin duda que tenía que decírselo. El problema es que me sentía tan apenada como Sandra. “¿Cómo le digo sin ofenderlo?, ¿procedo como si no me hubiera dado cuenta?, ¿espero a que otro le diga?

Todos hemos pasado por estos momentos, bien sea porque presencias a alguien salir del baño arrastrando papel higiénico o ves a una dama que enseña el sostén porque el botón se le abrió. La pregunta que nos viene es: “¿Se lo digo o me callo?”.

Una guía útil para decidir si debes decir algo es hacerte estas preguntas: “¿Es necesario señalarlo?, ¿lo hago con buena fe?, ¿estoy ayudando a esta persona? Si yo estuviera en la misma situación, ¿quisiera que alguien me informara?

Si tienes una respuesta afirmativa a estas preguntas, entonces debes decirlo con mucho tacto y en una forma bondadosa. No podía permitir que Gerardo pasara por una vergüenza, así que le dije: “Estoy segura que no querrás oír esto, pero si yo estuviera en tu lugar quisiera que alguien me lo dijera”.

Sin dejarme acabar, me miró apenado y en secreto me preguntó: “¿Tengo mal aliento?”, entonces le dije: “No es tan grave… es el zipper de tu pantalón”.  Se sonrió y me dijo: “Gracias, ahora veo lo mucho que me aprecias porque sólo una esposa o una buena amiga serían tan valientes para decirlo”.

De ahora en adelante, al enfrentar una de estas situaciones embarazosas si callas porque te da vergüenza decirlo, estás actuando de manera egoísta y pensando únicamente en ti. Tu decisión de expresarte o no debe estar basada en el beneficio de la persona afectada y no el tuyo. Tu silencio sólo declara indiferencia, por eso, siempre que te importe la persona, ¡no calles y habla para siempre!

Enviadme un correo electrónico cuando las personas hayan dejado sus comentarios –

¡Tienes que ser miembro de Retos Femeninos para agregar comentarios!

Join Retos Femeninos