ZONAS DE CONFORT NADA CONFORTABLES
Cuando por lo general nos hablan de salir de las zonas de confort, cualquiera pudiese imaginar que esas zonas son idílicos espacios con un mar profundo, palmeras, una suave brisa, el atardecer haciendo gala de su belleza y las nubes pintando el cielo para nuestro agasajo.
A nivel vida, lo podríamos comparar con estar sumamente felices, cómodos, plenos, sin problemas, resplandecientes y confiados.
Pues ¡Oh sorpresa!, por lo general las zonas de confort son zonas conocidas para nosotros y no tienen que ser necesariamente agradables, más bien atienden a conductas y reacciones que en algún momento nos “salvaron”, es decir, nos conectan a la forma en la que reaccionamos a una herida del pasado.
Por ejemplo: Yo he reconocido que en mi se generó una herida de traición cuando mi padre se fue de la casa, lo cual no quiere decir que me haya traicionado como tal, simplemente yo así lo viví y mi reacción a esa herida y a otras circunstancias de vida fue paralizarme; pude haber huido, o desarrollar alguna conducta agresiva, o mantenerme en alerta y movimiento….Pero por alguna razón decidí no moverme. Esa reacción, hoy que la puedo mirar con más conciencia, se fue repitiendo por muchos años disfrazada de desidia, miedo, flojera, gordura, fracaso, carencia, inseguridad. Cada una de estas acciones aunque no lo parezca me ponían en una “zona de confort”, es decir me colocaban aunque fuera fantasiosamente en ese lugar que decidí tomar para protegerme del dolor de la traición y la separación. Poder ver esto, me deja mucho más claro que para mí, salirme de la zona de confort es igual a movilizarme, todo lo que implique cambio, aceleración, progreso, reto, liberación, por mencionar algunos, amenaza mi zona “segura”. Hoy soy capaz de ver cómo ha operado esta dinámica, cómo mi inercia me llevaba a relaciones en donde yo me ponía en el lugar perfecto para ser traicionada o abandonada, me dejaba a un lado, sin dignidad ni valor, y cuando se cumplía la profecía y ocurría la traición o el abandono, yo me quedaba en postura de victima, paralizada esperando que el verdugo en cuestión se arrepintiera y me dijera que yo era lo que estaba buscando y que no me dejaría ni me lastimaría nunca. Repetí este patrón años y años. Quedarme herida aunque era doloroso, también me daba un toque de perversa satisfacción que yo no entendía. ¡Claro! Me permitía recrear una fantasía que tenía desde pequeña donde Papá volvía arrodillado y aliviaba mi intenso dolor y me salvaba. Obviamente hoy para mí eso ya es obsoleto, porque ya no hay nadie que me traicione, ni quedarme quieta me va a devolver una familia estable ni mis papás se van a volver a casar ni yo voy a volver a ser pequeña. Reconocerlo es el primer paso, cambiar el rumbo es otro. Hoy, al tenerlo ya consciente, procuro hacer lo contrario, es decir: ¡Moverme! Ante cada decisión que debo tomar, me inclino por la que me ponga en movimiento. Por ejemplo si en la mañana tengo la opción de quedarme en mi cama o de irme a correr, me “forzo” a lo segundo y aunque me cuesta trabajo, “mágicamente” hacerlo me hace sentir sumamente bien, lo cual refuerza que las “zonas de confort” son meras ilusiones, ya que salir de ellas es lo que nos permite ser verdaderamente felices y estar honestamente confortables.
¿Cómo saber si estás en zona de confort?
Aunque aparentemente tienes todo lo que deseas, sigues vacío e insatisfecho,
Sientes que tu vida o alguna área de ella, está estancada.
Por más que haces esfuerzos no logras lo que deseas.
Te ocurren eventos que te desequilibran.
Se repiten episodios o situaciones constantemente.
Estas enfermo o te enfermas seguido.
Una vez que descubras que estás en estas zonas, pregúntate si: ¿Puedes distinguir cuál es tu zona de confort?
Recuerda que no necesariamente es cómoda y que puede incluir: Estar en dolor, ser abandonado, Abandonar, traicionar, correr, escapar, humillar, defenderte, protegerte, morirte de hambre, fracasar, hundirte, complacer…..Es decir, la puedes reconocer haciendo una revisión de lo que podrías llamar “karma” o esto que se repite continuamente en tu vida.
Una vez que distingas que historia o circunstancia es la que más se repite en tu vida, estarás probablemente encontrando tu zona de confort. Te invito a seguir la siguiente guía:
Reconoce: ¿De qué te salvó reaccionar como naturalmente reaccionas a la vida? Por ejemplo, María Luisa es una mujer sumamente atractiva, activa y que siempre está en constante movimiento, lo cual se ha manifestado a lo largo de su vida, ya que está recurrentemente cambiando de casa, de trabajo, de pareja y de ideas: Cuando le pregunté de qué le servía y tras una introspección que incluyó escribir por varios días contestando esa pregunta, llegó a una escena de su infancia en la que pudo relacionar que su madre quien sufría de depresión, no se movía casi de su cama, sin importar que ella y sus hermanos comieran o no, la necesitaran o no. Fue muy duro su dolor a recordar esa parte de su vida en la que ella tuvo que moverse para sobrevivir, ya que por un lado si no lo hacía, no había nadie que hiciera las cosas por ella y por otro lado, era tanta su desesperación al ver a su mamá así que solía salirse de casa cada vez que podía; Por otro lado, la sobrepasaba y avergonzaba tanto la situación, que ante sus amigas empezó a fingir y a hablar de una mamá dinámica que trabajaba mucho y que siempre estaba al pendiente; Cuando la relación con alguna persona se hacía más profunda, ella se alejaba rápidamente para mantener su secreto a salvo. Esa vergüenza y ese secreto se hizo parte de su propia vida, aprendió que había algo dentro de ella “dañino” que no se podía mostrar y es por eso que prefería moverse rápido, no hacer arraigo ni en lugares ni en relaciones para no verse “descubierta”. La estabilidad la sacaba de su zona segura. Hasta que se dio cuenta de que ya no necesitaba huir y que no había nada malo ni vergonzoso dentro de ella.
Pon en práctica acciones concretas que vayan en dirección contraria a la tendencia de tus conductas y reacciones derivadas de tu “necesidad” a mantenerte en tu zona segura.
Por ejemplo:
Si sueles mentir constantemente, aun cuando te cueste mucho trabajo, hazte el propósito de decir la verdad para empezar si quieres con acciones como ser honesta cuando te pregunten ¿Qué necesitas? O ¿Cómo estás?
Si la pereza es algo habitual en ti, comienza YA a activarte. Sin importar si tienes ganas, sin esperar a que tu pareja te acompañe o que tu jefe te pida el reporte de ventas.
Si ser la víctima es tu papel ideal, empieza a tomar responsabilidad de tus actos y de tus decisiones, coloca límites y aléjate de quien de alguna forma de maltrata, incluyendo a las partes de ti que te someten.
Si eres la personificación del huidizo y persuasivo, arriésgate a no irte corriendo y a quedarte tanto en los lugares como en las relaciones y en las emociones. No inventes excusas para no ir a algún lugar ni para no hablarle a alguien, simplemente aguanta la incomodidad de tus decisiones y de las posibles reacciones que estas tengan. Procura no comer de más, no fumar, beber, justificar, etc. Ya que estas conductas son escapatorias recurrentes.
Recuerda que cuando nos retamos a nosotros mismos, es decir cuando conscientemente salimos de estas zonas, logramos el verdadero crecimiento y la verdadera liberación.
Te invito a retarte a nivel mente, emociones, cuerpo y espíritu. ¿Cómo?
A nivel cuerpo:
Véncete a ti mismo cada día, fuerza a tu cuerpo a que te dé más; ¡El está esperando que lo hagas para mostrarte su capacidad! Si no haces ejercicio, proponte salir a caminar media cuadra todos los días. Cuando ya estés cómodo haciendo y no regreses con la lengua de fuera, es momento de aumentar el esfuerzo, camina una cuadra completa, después dos, agrega subidas al trayecto, comienza a trotar y así ve probándote que puedes avanzar cada vez más. O si lo prefieres inicia alguna actividad que requiera competitividad y en la que los resultados se midan ya sea en subir de grado, en competencias o a lo mejor en lograr diferentes posturas como ocurre en la práctica del yoga.
Prueba no comer lo que siempre comes y dar pequeños pasos hacia comida más nutritiva, pon en práctica las guías de alimentación que sugiero en mi libro “Cuando la comida calla mis sentimientos” (Comer con atención, Comer sólo por hambre estomacal, Comer sólo lo que de bienestar real, Comer hasta estar satisfecho)
A nivel emoción:
Atrévete a habitar las diferentes emociones que ocurren a cada momento, no huyas y dales su lugar. Por ejemplo: Si temes sentir soledad y corres a toda costa de ella, aunque esto implique tener relaciones abusivas, date permiso de estar sola, de enfrentar esa soledad que al fin y al cabo seguramente ya has sentido por mucho tiempo aun estando acompañada.
No catalogues a los sentimientos, asúmelos y muévete para cubrir con la necesidad que se esconde detrás de cada uno de ellos.
A nivel mente:
Comienza a confrontar a tus creencias aun cuando hacerlo te lleve a la toma de decisiones que puedan atemorizarte; recuerda que lo que más nos lastima son las barreras que hemos puesto para no sentirnos vulnerables, no sentirnos vulnerables en sí, así es que bajo esta realidad abandonar tus creencias limitantes es menos peligroso de lo que pensabas. Ser exitoso, imperfecta, vulnerable, capaz, independiente, valiosa, etc. Puede ser ya una hermosa y cercana realidad. Cada vez que te escuches diciendo: No puedo, Debo o Tengo que, Imposible, Soy incapaz, No valgo, Nunca lo logro, Es indebido, etc., pregúntate: ¿Según quién? Y desafía esas creencias.
Comienza a leer más sobre diferentes temas, aprende una habilidad nueva, asiste a conferencias, acepta responsabilidades..
A nivel espíritu:
Aprende a confiar en ti, a llegar más lejos, a perdonar, a crear, a compartir.
Busca cualquier práctica o doctrina que te acerque más a tu esencia espiritual.
¡Sueña más! Retoma tus más profundos deseos y comienza a caminar en dirección a ellos.
Escribe; conviértete en el gran escritor de la historia de tu vida. Escribir es una deliciosa manera de encontrarnos con nosotros mismos, es abrir una ventana para que se muestren partes de nosotros que pueden estar atrapadas y que tienen mucho que decir.
Finalmente retarnos a nivel físico, mental y emocional, fortalece al espíritu porque el alma tiene tanta capacidad que ama tener pruebas que le permitan mostrarse y si nosotros no se las damos, va a encontrar la manera de dárnoslas ella. Ponte a pensar en cuántas historias has escuchado, incluyendo probablemente la tuya, en las que a partir de una aparente desgracia, tragedia o desafío, surgieron cualidades, oportunidades y dones que jamás se pensó que existían.
TE AGRADEZCO QUE ME LEAS Y SI QUIERES CONOCER MAS TEMAS QUE NUTREN , ASI COMO LA INFORMACION DE MIS TERAPIAS, TALLERES Y CONFERENCIAS, ENTRES A www.adrianaesteva.com
Comentarios
gracias a ti por leerme!!!
GRACIAS POR NUTRIR NUESTRO INTELECTO CON TEMAS INTERESANTES.