¿YA SANASTE TU NIÑA INTERIOR?

En una publicación anterior, reconocimos las heridas de nuestra infancia y sus indicadores, que es un primer paso para sanar, y muy importante, porque la conciencia es básica en el proceso de recuperación.

Lise Bourbeau, autora del libro “La sanación de las 5 heridas”, realiza un análisis que vincula a cada una de las heridas, con actitudes y comportamientos en la edad adulta e incluso, con características del cuerpo físico (esto último habría que estudiarlo detenidamente porque que hay personas que tienen dos o más huellas de la infancia, ya que la misma autora señala, todos los individuos tenemos, al menos, cuatro de ellas, en mayor o menor grado, lo que haría inexplicable la apariencia en función de la presencia de cada una).

Si te concentras en las conductas y actitudes, piensa en aquello que te molesta en la vida adulta, porque ésa será la forma de saber a dónde apuntan las heridas que cargas desde la infancia, o tal vez sientes culpa por lo que piensas o haces y  sufres por la manera en que te tratas diariamente. Todos estos eventos activan tus heridas.  Ahora que lo sabes, no utilices esta información para victimizarte, a partir de que descubras que lo que eres hoy responde a que fuiste abandonado, rechazado, humillado, traicionado o sujeto de injusticias; ocupa este conocimiento para trabajar en tu ego, porque, de acuerdo con la autora, es el principal obstáculo para sanar tus heridas, ya que te enmascara para no reconocer lo que sucede en ti y te debilita constantemente mientras criticas todo a tu alrededor y encuentras excusas para justificar todo lo que piensas, dices y haces. ¡Cuidado!, porque lejos de sentirte mejor, experimentarás incomprensión y soledad. Busca más allá de tus logros materiales y encontrarás quien eres realmente, dejando en un rincón la actitud defensiva y estando dispuesto a reinventarte. Cuando ya no permitas más que el ego te controle, habrás dado el segundo paso para sanar tus heridas.

Es necesario que aceptes lo sucedido en tu pasado como algo que no puede cambiarse en la forma concreta en que sucedió, pero sí en la interpretación que le das. Da más peso a tu intuición para reconocer que no había algo “personal” en la forma en que fuiste tratado; quien te educó, hizo lo que pudo con las herramientas que tenía, y, finalmente, de toda experiencia adversa tienes la oportunidad de ganar sabiduría. ¿Qué de lo que hoy eres, lo debes en alguna medida a que tuviste que superar los obstáculos de tu niñez? ¿Qué te ha permitido tener lo que hoy tienes, que se ha originado en la gran madurez desarrollada gracias a situaciones complejas en tu vida de infancia? Y toda vez que reconozcas que aunque hayas vivido situaciones no deseables, emergió de ellas un beneficio, una habilidad, una competencia que hoy te permite afrontar de una mejor manera los retos de tu existencia. Reconocerte como un sobreviviente exitoso, es el tercer paso del proceso. Esto implicará que desarrolles tu capacidad para perdonar y perdonarte por todo lo vivido, con una genuina intención de estar en paz contigo mismo.

Esfuérzate en romper el eslabón de la cadena de heridas, para que no repitas los mismos patrones con los tuyos, manifiesta constantemente tu agradecimiento y diseña tu futuro con tus actitudes presentes.

 

 

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