"Cualquier cosa que se quiere decir sólo hay una palabra para expresarla, un verbo para animarla y un adjetivo para calificarla"
Guy de Maupassant.
Todos los seres humanos a lo largo de nuestra vida escuchamos muchas veces la palabra NO.
Esta simple monosílaba puede resultar un detonante en nuestra memoria que nos lleva a sentir o actuar de algún modo.
Cuando niños nuestra madre nos decía “NO hagas esto”, “NO tires la comida”, “NO hables o NO llores” esa palabra describía perfectamente una acción a seguir, una ORDEN a acatar.
Cuando adolescentes o jóvenes, la palabra NO abría paso a la rebeldía como un camino para nuestra independencia, “NO LLEGUES TARDE”, “NO TE EXPONGAS”, “NO LO HAGAS”; la palabra podía entonces tener una connotación de limitación que más que ser obedecida, nos invitaba a proclamarnos como seres adultos.
Sin embargo ¿qué significado tiene la palabra NO para una mujer que está embarazada y circunstancialmente soltera?, ¿Un acto de rebeldía?, ¿Una orden a seguir dictada por la vida, por nosotras?, ¿Por quién? ¿Qué significado toma esta palabra cuando la pareja o el padre biológico del hijo la proclama para definir la situación entre ambos, como si se tratara de cerrar una puerta y no volverla abrir más?
¿Qué pasa por nuestra cabeza, por nuestro cuerpo, por la nueva vida que se gesta?
Yo recuerdo perfectamente el momento y el significado que tuvo esa palabra en mi vida.
El lugar, la calle, el teléfono público donde hice una llamada casi clandestina para dar la noticia de que sería madre, esperando ansiosa la respuesta que necesitaba del otro lado del aparato telefónico.
Sin embargo, en nuestra conversación la palabra NO predominó y determinaba mi nueva realidad.
El significado de aquel NO, se presentaba para mí como un final y un principio que se unían como dos puntos.
El sonido que recuerdo además de las imágenes fue el del silencio, un silencio como el resultado contundente de nuestra tan mal lograda relación sentimental.
Entonces, me quedé parada, una vez más en estado de shock, como cuando recibí la noticia de una prueba de embarazo positiva; mi cerebro, mis emociones, en completo estado de incredulidad, me dejaron inmóvil en esa calle tan larga, como entonces encontraba mi destino.
Ese fue un momento que recuerdo como la fotografía de alguna película, puedo inclusive describir, el color de mi vestido, el tráfico, los comercios abiertos y la gente que circulaba mientras yo quedaba quieta y perpleja.
¿Y qué hacer después del NO?
¿Qué pasa en aquellas mujeres que nos sentimos perdidas y desamparadas?, ¿Llorando por no saber qué hacer?
¿Qué pasa con aquellas que por el contrario, nos sentimos heroínas de nuestra propia historia y nos levantamos para seguir adelante pese a todo?
¿Qué pasa con aquellas que se hunden?, ¿Qué pasa con aquellas que no es solo el primer hijo, si no el segundo o el tercero sin padre?
¿Qué pasa?
Supongo que cada mujer responderá diferente y reaccionará de acuerdo a su estabilidad emocional que sacudida ante el rechazo, hará brotar de ella todas sus capacidades y limitaciones.
Es el momento en el que el cuerpo se prepara para gestar, nuestra mente se confunde y nuestras emociones avivan todo aquello que sentimos.
Parada ahí en la calle después de recibir un NO como respuesta, me dispuse a llorar, a caminar y llegar a casa de mis padres.
Mi vida se preparaba como esa calle larga, con muchos y diferentes rumbos, con muchos y diferentes matices, entonces la vida no solo sucedía afuera, sino adentro de mí.
Nos leemos en la siguiente entrega.
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Comentarios
Muchas gracias Maria Velia Gonzalez Rocha, por compartir conmigo tu experiencia, un abrazo fuerte desde Tijuana Mexico. Diana Rodriguez.
waw yo tambien recuerdo cuando pasó esto en mi vida pero habia una diferencia el y yo estabamos casados por el civil pero no viviamos juntos faltaba la boda por la iglesia. y cuando me dijo ya no me quiero casar le contesté, perfecto no me vuelvas a buscar y ni conocer a tu hijo.
el al verme decidida despues de una semana me busco y hablamos, regresamos y dos meses despues nos casamos, pero según los psicólogos que nos ayudaban como pareja me comentaron que él era misogeno, narcisista y esquizofrenico. bueno paso el tiempo y ahora puedo decir que cuando me bautice cristiana lo perdoné y me perdone, con lo que ahora podemos convivir cuando voy a monterrey a ver a mis hijos tambien sus hijos y nieto. aunque hay ocasiones en que trata de manipular a mi hija, pero soy mas inteligente yo y ya no permito que me afecte.
Muchas gracias, me has trasladado a ese momento clave en mi vida, ahora mas sana lo recuerdo como una experiencia y aprendizaje más; :) eso si... se siente muy mal... :)
Amigas esta es la segunda parte de mi historia como Madre y Soltera, gracias por tomarse el tiempo para leerlo, por favor no olviden darle un like si les gustó o recomendarlo. Saludos. Diana Rodriguez.