¿Sientes que los días te viven? Que llegas en la noche y no tuviste un momento de tranquilidad?. Vivimos esclavizados por las urgencias, la hiperactividad y la incertidumbre. No sabemos como escapar de esta presión.
En la década de 1980 se empezó a hablar del estrés, y ahora cuarenta años después se maneja otro término: el superestrés. Los especialistas hablan de que estas personas ya no se sienten estresadas, están cubiertas que diferentes capas de estrés, que ya forman parte de su vida y no se dan cuenta.
Esto es grave, ya que nos acostumbramos a vivir acelerados, presionados, no sabemos como aminorar el paso y vivir más despacio. Como consecuencia, no disfrutamos de los momentos, tenemos demasiadas presiones y creemos que no hay otro tipo de vida posible.
Hoy quiero platicar contigo la importancia de no vivir así, de poder controlar estos momentos, y lograr que estén lo menos presentes en nuestra vida.
Uno de los mayores expertos en la gestión de estrés, el doctor Kenneth Pelletier, propone seis consejos rápidos para liberarnos de la presión:
- Apretar los puños: apretarlos con fuerza durante cinco segundos y luego abrirlos, ayuda a una relajación instantánea.
- Mascar chicle: no es muy elegante, pero los especialistas aseguran que es eficaz, ya que al estimular las mandíbulas, nuestro organismo se relaja naturalmente, disminuye el ritmo cardiaco, la respiración y la sobreactividad cerebral.
- Mirar algún paisaje azul o verde durante un momento te puede dar tranquilidad.
- Cantar: ayuda a combatir la presión, ya que respiramos profundamente y se reduce la segregación de las hormonas del estrés.
- Ayudar a los demás: automáticamente nos sentimos úitles, más satisfechos y con mejor estado de ánimo gracias a la producción de endorfinas.
- Rodearse de plantas, que ayudan a reducir la ansiedad.
Hemos hablado hasta aquí de nosotros los adultos, ¿pero que ocurre con los niños? ¿los estamos educando para que sufran esta presión como lo hacemos nosotros?
Si analizamos la agenda de un niño, podemos concluir que estamos llevando a nuestros hijos a los mismos excesos que tenemos como padres. Nos empeñamos en llenar sus horas de ocio con actividades fuera de la escuela, teniendo como resultado que juegan muy poco.
¿Qué hay detrás de esta actitud de nosotros los padres?
Puede ser la vanidad en la educación, ya que sentimos un falso orgullo al saber que nuestros hijos hacen muchas cosas que tal vez no hicimos en nuestra infancia.
Nos interesa solo que obtengan conocimientos académicos, y dejamos a un lado la educación emocional y espiritual. Dejamos de fomentar los juegos tradicionales y educativos y porque no? Queremos controlar todo lo que hacen sin ocuparnos de ellos.
La solución para no vivir presionados padres e hijos es simplemente pasar tiempo juntos, leer, disfrutar de una película, platicar, pasear, ser espontáneos y no querer controlar cada minuto de nuestro día.
LUCIA LEGORRETA DE CERVANTES. Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer.
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