VIVA LA INDEPENDENCIA

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Cuando uno es madre y soltera, hay ciertas concesiones que se hacen a la vida por necesidad, entre ellas la libertad.

Uno bien sabe que al nacer un hijo, la vida no vuelve hacer la misma, se acortan los horarios, se multiplican las responsabilidades y nuestra economía ya no nos es exclusiva.

Pero no me refiero a la libertad de poder decidir lo que uno hará con su tiempo, su dinero o con su vida; si no a esa libertad que se concesiona con nuestra familia a cambio de apoyo y protección.

Al no estar el padre asumiendo las responsabilidades de educar y crecer a un hijo con nosotras, esta tarea queda completa en nuestra manos; en mi caso, una vez que mi hijo nació, opté por seguir siendo la hija de mi madre y mi padre, bajo las reglas de su casa para que me permitieran estar con ellos bajo su cuidado y protección.

Las negociaciones con mi madre fueron muy claras desde el principio de mi maternidad, esa era su casa, mi hijo era su nieto y yo había cometido una especie de lección que tenía que aprender, asumiendo en este caso la responsabilidad de mis actos.

Sin embargo así como hablo de ese dominio de su personalidad, también puedo hablar de que gracias a su cuidado mi hijo no pudo estar en mejores manos que en las de ella y yo aprender definitivamente mi lección.

Mi hijo creció, aprendió a caminar, temeroso se subía a los juegos, no socializaba y entró a la escuela, donde empezaron para nuestra vida los mayores retos. Ya no era solo alimentar, bañar y cuidar a un bebé, ahora tenía en mi vida a un pequeñito que demandaba libros, escuela, colegiatura, uniformes, tareas y otras actividades.

La forma como mi madre delimitó nuestras responsabilidades en su casa siempre las admiré, ella solo proveía comida para mi padre y para ella; para mi hijo y para mi, solo la casa estaba a nuestra disposición. Los pagos de luz, agua, gas, esos detalles casi imperceptibles en la vida, pronto los conoci como otra parte de mi responsabilidad muy clara.

Considero muy saludable que como madres entendamos que no estamos para ser protegidas en todos los aspectos, que la vida de nuestro hijo depende de una persona que debe cumplir con sus responsabilidades emocionales y económicas y que eso aunque en el camino no siempre es fácil y se requiere de apoyo, nuestra independencia en la relación con los demás es muy necesaria.

La educación de mi hijo fue el pretexto que tuve siempre para mejorar mis empleos. Determinada a que mi hijo tuviera una educación privada y de calidad, opté por un gran reto, pagar casi el total de mi salario en su educación, ropa y alimento, mientras contaba con el apoyo de mis padres.

Esta faena derivó en varios empleos, diferentes condiciones de horarios y exigencias, mientras buscaba mejorar mi economía; además como madre de un pequeño al que casi no veía durante el día, cargaba también con el sentimiento de culpa.

Dejar a mi hijo en las guarderías, al cuidado de mis padres, horarios extendidos en la escuela por no poder contar con un horario flexible, me quitaron por mucho tiempo la oportunidad de ver crecer a mi hijo, y ese fue el precio que pagué, además de no asistir a los festivales infantiles o sus eventos escolares, ya que en la mayoría de las veces, mi madre y mi padre fueron mis representantes.

Pero la libertad se acercaba en cada esfuerzo, aunque yo había trazado un plan para llegar a tener mi propio espacio y me movía lentamente para organizar mi salida de la casa de mis padres, el tiempo en el que pude pagar una hipoteca y pintar paredes, había llegado.

Hablaría con mis padres, empacaría mis libros, la ropa y partiría a mi propia casa abrazándolos fuerte.

Sin embargo algunas luchas por la independencia solamente se logran entre violencia y confrontaciones, y la mía a pesar de mis buenas intenciones, lamentablemente así fue.

Pasé entonces del plan romántico de poner una fecha para salir a formar mí propio hogar, a una noche de gritos y golpes, donde el alcohol como personaje principal nos hizo enfrentar las diferencias que por mucho tiempo había entre mi padre y yo.

Mi acto de independencia comenzó cuando salí descalza protegiendo a mi hijo, corriendo después de recibir algunos golpes para llegar a mi casa apenas formada por sus paredes y sus ventanas. Ese fue nuestro primer boleto de salida, aquella noche en medio de la violenta confusión.

Mi hermano me llamó para regresar con mis padres preocupado por mi hijo, olvidaron todos incluida mi madre, preguntarme por los golpes que yo había recibido y lo entendí, antes que una mujer adulta, había un pequeño de casi ocho años por el que todos se preocupaban.

Tal vez ese día no fue el mejor para quedarme definitivamente en mi casa porque bajo esas circunstancias de dolor, de impotencia, lo único que hice fue simplemente huir sin nada para comenzar.

Al regresar con ellos, solo tuve dos días para tomar mis cosas, así que en esos mismos días compré un colchón, una estufa, un refrigerador, entendí que mi libertad, nuestra libertad, no se haría como yo la había planeado, la vida me llevaba por un camino de viejos rencores, alcohol y violencia domestica, para demostrar una vez más, que podía salir adelante pese a las circunstancias.

Y así fue, ese día empaque mis cosas, las subí al carro y le pedí a mi madre que me ayudara, mi padre no salió de su habitación, se daba por enterado que dejábamos su casa cuando mi ella le aviso que iba a dejarme en la mía.

Mi primera noche la recuerdo muy clara, mi hijo pedía que regresáramos con sus abuelos, pues nuestra casa estaba casi vacía, yo inventé excusas para que él se quedara dormido y al siguiente día se diera cuenta que ya no regresaríamos, que habíamos despertado en nuestro nuevo hogar.

Esa noche acostada con mi hijo en el colchón, recuerdo solamente haber escuchado el eco de mi nueva vida.

Nos leemos en la siguiente.

Diana Rodriguez.

http://www.conversemos.com/grupo-de-apoyo-a-mujeres/mi-hogar-madre-independiente/

 

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Comentarios

  • Gracias Diana.. me encantaría.
  • Paloma muchas gracias por la confianza en compartir como te sientes. Las mujeres somos muy duras con nosotras mismas y en algunos momentos es importante acudir a la paciencia, a mi me llevó ocho años lograr tener mi espacio. Mi intención no era salir corriendo de un lugar para irme a otro donde hubiera peligro para mi seguridad, la de mi hijo y sobre todo un mal entorno. Afortunadamente hoy vivimos en un lugar donde él ha crecido con tranquilidad. Algunas veces hay que hacernos ciertas conseciones y permisos. Te invito a leer toda mi historia a través de este blog, un abrazo con afecto. Diana Rodriguez.

  • Excelente sitio
  • Yo estoy en una situación similar. pero la verdad me ciego y vivo en el conformismo porque creo que nunca voy a poder salirme de la casa de mi mamá. van 2 veces que me he ido y las mismas que he vuelto. aunque solo he podido salirme a otras ciudades. no sé porqué se me ha complicado independizarme aquí en la misma ciudad.
    estoy fallando mucho, lo sé. pero no sé como remediarlo.
  • Destello muchas gracias por tu comentario, mi experiencia es que tener mi propio espacio para educar a mi hijo ha sido importante para ambos, los abuelos aunque nos ayudan mucho y nos aman, en algunas ocasiones no ven los limites que hay que poner, ademas nuestra autoridad no es tan clara para nuestros hijos. Mi hijo hoy en casa crece muy contento y disfruta de ver a sus abuelos los fines de semana. Un saludo con afecto, Diana Rodriguez.

  • Maria Isabel aqui estan publicados en mi blog, o puedes revisarlos en el siguiente Link www.conversemos.com, un abrazo! Diana Rodriguez.

  • que valiente, yo aú no puedo, pero tengo la esperanza de hacerlo algún día....

  • ahh  gracias  y donde puedo ver las anteriores.  Saludos Diana.

  • Hola Maria Isabel Sanchez, muchas gracias por compartir tu experiencia asi como yo lo estoy haciendo, te invito a que sigas la lectura, este es el 5 capitulo de 12, soy madre y soltera de un adolescente de 14 y mi intencion es compartir los momentos que me han hecho ser quien ahora soy a traves de esta experiencia, Saludos con afecto, Diana Rodriguez.

  • woow... algo parecido me toco mi independencia, mi casa,  aun casada vivi con mi familia, me divorcie y seguía con mi familia,  fui preparando mi salida, empeze hacer mi casa, compre cosas para mi nuevo hogar. llego el dia agredeci todo aquello q se me dio por años pero tenia q hacer mi vida, tome a mi hijo de 13 años y nos fuimos a nuestra casa (mi mama no me ayudo con la mudanza se enojo mucho, sentí horrible cuando ya nos íbamos pq no salio a despedirnos ni nada, duro enoja creo yo 3 días, mis hermanos la convencieron de ir a mi casa; entendio q necesitaba ser independiente) le voy agradecer a ELLA por me dio la fuerza de seguir adelante en muchas cuestiones.

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