No cabe duda que el Foro Shakespeare es un espacio reconocible y meritorio para el teatro. Para comprobarlo basta ver su cartelera, en especial las obras que ofrece en estos días de julio.
Hoy me quiero referir a una puesta en escena que tuve el privilegio de ver y disfrutar, más allá del tono sombrío y escéptico que la recorre.
Se trata de Almacenados, donde brilla el desempeño del espléndido actor Héctor Bonilla, y de Fernando, también Bonilla, quien logra una eficaz adaptación de la pieza de David Desola. Hay que decir que también luce la producción de la destacada y muy creativa Sofía Álvarez.
Una puesta sencilla pero relevante, donde se percibe, casi se palpa, la soledad y la enajenación del hombre frente al trabajo sin presente ni futuro, embebido en la rutina, la inmovilidad social, los bajos salarios, la explotación y el desamparo.
De hecho, son dos actores (el otro es el joven Roberto Sosa, con buen desempeño) quienes sostienen el drama, con un ritmo que embelesa y que no está exento de humor, a momentos sarcástico, crudo y devastador.
Almacenados nos relata el encuentro del veterano almacenista de una empresa, quien está a punto de jubilarse, con un joven empleado de reciente ingreso al cual debe darle una serie de instrucciones y orientaciones en el manejo de ese almacén, donde parece no pasar nada, en un entorno de ensoñación fantasmal, o más bien, de pesadilla cotidiana.
Entre diálogos punzantes, la trama avanza y aun cuando se trata de visiones y actitudes contrastantes por las diferentes generaciones a que pertenecen uno y otro, al final comparten la ausencia de horizontes promisorios y la frustrada ilusión de llegar a ser o tener algo en la vida.
Bien lo dice el texto del programa de mano, del cual extraemos unos párrafos: “Tanto las dictaduras fascistas, como las comunistas, como las actuales democracias sometidas al capitalismo, todas se empeñan en anunciar a voces las virtudes del trabajo.
“Sepan la verdad: el trabajo –a menudo– no dignifica en absoluto: es ingrato, nos envilece, nos esclaviza, nos encadena a un horario y nos invita después a encadenarnos también a una hipoteca y barajas de tarjetas de crédito en el grillete de la sociedad de consumo, que con suma eficacia nos retiene a un sistema que obliga a fabricar para comprar, desechar y poder fabricar más.
“Esta obra habla del contenido de muchos trabajos, de la adicción a ellos, de la precariedad y la incertidumbre del joven que se incorpora al mercado laboral, de la sumisión a la empresa por parte de los empleados más veteranos (que tiene mucho que ver con el síndrome de Estocolmo de los secuestrados). No se trata de una crítica a la clase trabajadora, sino de cómo algunas veces el trabajo deja de ser un modo de ganarse la vida para convertirse en aquello que da sentido a la misma...”.
Como decía al principio, junto a esta magnífica escenificación teatral, que no deben dejar de ver, el Foro Shakespeare presenta otras obras muy apetecibles: El narco negocia con Dios, de la multipremiada Sabina Berman, dirigida por Ana Francis Mor; Tiernas criaturas, dirigida por Sebastián Sánchez Amunátegui, y Estando para todos, una serie de breves y reveladores monólogos al estilo de la stand up comedy o comedia en vivo.
Así, entramos y salimos del teatro no solo gozosos y reflexivos, sino también tranquilos de atestiguar que la sala estaba llena, tal como lo merecen estas buenas obras de nuestros días.
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