VAMOS POR NUEVO LEÓN

De nueva cuenta, un fenómeno meteorológico afecta con dureza a Nuevo León, mi tierra natal.Ahora fue el huracán Alex, que dejó una triste secuela, con pérdidas de vidas y daños a las viviendas, la infraestructura y los servicios urbanos, cuyos costos ascienden a miles de millones de pesos.De no ser por las medidas preventivas que se han venido adoptando después del catastrófico paso, hace casi 22 años, del huracán Gilberto, los perjuicios serían todavía de mayor magnitud. De hecho, la precipitación pluvial que acarreó Alex fue aún mayor que la que nos inundó con Gilberto en aquel septiembre de 1988, de trágica memoria.El gobierno actual de esa entidad ha actuado con prontitud, decisión y tino, pero se requiere profundizar aún más. Confiamos en que se tomarán nuevas medidas, que vayan más allá que las aplicadas por las anteriores administraciones, para reducir al máximo posible en el futuro los efectos de este tipo de fenómenos.Ya sabemos, por ejemplo, que cuando la precipitación pluvial es muy intensa, su cauce natural es el del río Santa Catarina, que cruza por la ciudad de Monterrey. Este hecho incrementa la peligrosidad de los huracanes y tormentas tropicales, que con facilidad pueden causar daños a zonas densamente pobladas. Aunque se han puesto en marcha algunas estrategias para aminorar el riesgo, con seguridad aún se puede hacer mucho más.Recordemos que hace dos décadas, a lo largo de su destructivo recorrido desde el Caribe, el huracán Gilberto causó más de 300 muertes y daños por miles de millones de dólares a la economía de los varios países afectados.Por fortuna, al parecer Alex ya se disolvió –aunque las lluvias continúan– y se inicia la reconstrucción, pero la situación dista mucho de normalizarse. Ya se han comenzado a restablecer (como indican las noticias y lo corroboran mi madre y hermanos, quienes viven allá) servicios tan vitales para la población, el comercio, y la industria, como son el suministro de agua, la generación eléctrica y la red telefónica.Sin embargo, lo cierto es que aún falta mucho por subsanar y sin duda urgen los recursos federales destinados para tales efectos, es decir, los del Fondo de Desastres Naturales, Fonden.Asimismo, hay que ahondar en la convocatoria nacional para apoyar a Nuevo León en estos momentos.Desde luego, los más obligados somos los oriundos de ese gran estado, estemos donde estemos.Por ello, me uno a esa cruzada con la donación de obras de mi autoría para que se subasten y los recursos resultantes se apliquen a trabajos que la comunidad requiera con mayor urgencia.Estoy segura de que a esta propuesta de aportar nuestro granito de arena en beneficio de Nuevo León se sumarán muchos artistas, tanto de esa entidad y de la franja norteña, como del resto del país.El asunto no admite demoras, pues –como nos informan los diarios y los noticiarios de radio y televisión– cientos de familias tuvieron que abandonar sus hogares, aún escasea el agua potable y falla la electricidad, las calles se han vuelto pantanos, abundan las escuelas dañadas, miles de casas sufrieron serias averías, varios puentes se derrumbaron y todavía hay caminos intransitables –con el consecuente aislamiento de diversas comunidades—, por enumerar sólo algunos de los graves problemas que padece esa entrañable entidad norteña.En fin, que estamos y estaremos siempre con nuestro querido Nuevo León y nuestra insustituible ciudad de Monterrey, orgullo nacional, en especial cuando más lo necesita, como hoy, luego del paso del dañino Alex.Cuentan –cuenten– con nosotros los artistas.
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