El capital social es la acumulación de recursos potenciales ligados a la posesión de una red duradera de relaciones.
Pierre Bourdieu
Los seres humanos nacimos y nos desarrollamos en grupos. Primero vivimos en ellos y después los integramos a nuestro aparato mental para que vivan en nosotros como átomos sociales que conforman nuestra masa existencial.
Con el tiempo algunas personas significativas se van de nuestra vida: porque se mueren, porque se cambian de ciudad, por vicisitudes de la vida. No obstante siguen viviendo en nuestro recuerdo; ocupando un espacio en nuestro corazón.
Y de vez en cuando hacemos el recuento de personas, instituciones y cosas importantes en nuestra vida; recuento de pérdidas y duelos, de proyectos en curso y proyectos truncados. Revisamos nuestros vínculos, cuáles se mantienen fuertes y cuáles fracturados. Hacemos una evaluación de nuestras relaciones amorosas, ambivalentes y conflictivas. Identificamos los roles sociales, familiares y laborales que jugamos, los asignados, los asumidos (con gusto o a regañadientes), los asignados y no asumidos, los asumidos sin haber sido asignado.
En dicho recuento hacemos conciencia del lugar actual que ocupan los otros en mí y el lugar que deseamos ocupen. Entonces tomamos el teléfono y llamamos al que sentíamos muy lejos, o tomamos la decisión de tomarle más distancia a un familiar que nos asfixia con su excesiva cercanía.
El hecho es que no podemos crecer solos. Somos seres gregarios. Nacimos y nos hacemos humanos en grupo. Y a mayor acumulación de recursos potenciales ligados a la posesión de una red duradera de relaciones, mayor riqueza interna, armonía, seguridad, paz, solidaridad. Es decir, mayor potencial para la salud, para la creatividad, para la ciudadanía.
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