La toxina botulínica(conocida como botox), es tratamiento cosmético que mitiga los signos de envejecimiento, elimina el sudor y atenúa las líneas de expresión, celebra su décimo aniversario y se convierte en el protocolo facial más demandado por los hombres.
Durante los años setenta, el Doctor Alan B. Scott comenzó a inyectar toxina botulínica en el entrecejo de pacientes con estrabismo. Poco a poco, se dio cuenta de que estos pacientes no sólo mejoraban de su dolencia original, sino que cuando tenían arrugas en la zona de aplicación, éstas comenzaban a desaparecer.
De esta forma se iniciaron los estudios sobre los efectos estéticos de la toxina botulínica. En 2002 se aprobó en Estados Unidos el tipo A para uso estético y dos años más tarde en Europa. Nada más ser aprobado, nacieron reuniones informales en yates, clubes de campo o salones de fabulosos hoteles, donde entre aperitivo y copita de vino se inyecta a las asistentes un tratamiento para las arrugas.
La toxina botulínica es un fármaco ampliamente utilizado en neurología y unidades del dolor y rehabilitación. En España más del 50 % de sus aplicaciones son médicas no estéticas. "Además de aplicaciones estéticas y para el tratamiento del exceso de sudoración, la toxina botulínica se emplea en otras especialidades para el tratamiento del estrabismo, "tics", espasmos musculares, dolor lumbar, ciertos tipos de migrañas o fibromialgia reumática", afirma el doctor San Martín.
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