Desde su aparición, Mafalda tuvo un enorme impacto en el mercado del cómic –e incluso más allá de él– por su propuesta original, tanto en sus contenidos como en el perfil de sus protagonistas. Ahora, cuando la pequeña niña argentina llega a la quinta década de su nacimiento, conviene tenerla presente y valorarla en retrospectiva.
Cabe aclarar que en esto del aniversario hay versiones diferentes, pues algunos afirman que ese medio siglo se cumplirá apenas en el 2014. De hecho, su creador, Quino, ha salido a declarar que la celebración del medio siglo va a tener que esperar un par de años. Pero, ya que el tema salió a la palestra, vale la pena recordar a esta pequeña que nos conmovió y nos puso a pensar, y celebrarla hoy y, ¿por qué no? también dentro de dos años.
Mafalda bien puede simbolizar una de las vanguardias feministas en los medios de comunicación, que revolucionó la imagen de la mujer en los cómics desde aquellos emblemáticos años sesenta, y que después sería imitada por doquier, aunque nunca igualada. Su buena dosis de ingenio e irreverencia, pero, sobre todo, su mirada crítica, apoyada con frecuencia por su indispensable globo terráqueo, le permitían opinar sobre los más relevantes asuntos internacionales.
Esa chiquilla reflexiva, a la que le repugnaba la sopa y adoraba a los Beatles, representó a la conciencia crítica latinoamericana durante las décadas pasadas.
Recordamos también a su hermanito Guille o a la madre de ambos, así como a sus más entrañables amiguitos: Manolito, Susanita, Felipito, Libertad, cada uno de ellos, todo un personaje.
La historia empieza en los años sesenta y es su creador, Joaquín Salvador Lavado, Quino, quien ha contado con suma modestia que nunca imaginó tener tal éxito. De hecho, había pensado que su personaje se limitaría solamente a aparecer en una caricatura publicitaria para promover una marca de electrodomésticos, campaña que, por cierto, nunca se realizó.
El destino habría de decidir que la idea o la tira cómica se canalizaran a un periódico argentino, Primera Plana, que requería de este tipo de material, y resultó en suerte que se lo pidió a Quino tras de la negativa de otros dibujantes que en ese momento no estaban en condiciones de asumir el compromiso laboral.
La capacidad de la pequeña Mafalda de hacer una crítica demoledora y a la vez natural derribó clases sociales y fronteras. Su fama y aceptación se fueron abriendo paso en Argentina, pero también en más de 20 países, como todo un icono de la cultura de masas.
Aunque Quino dejó de dibujar a Mafalda en 1973, casi 40 años después esta pequeña niña sigue estando vigente, y más actuales aún son sus agudas críticas a los absurdos sistemas pergeñados por los adultos.
Mafalda solamente ha vuelto al escenario en las últimas décadas por razones de verdad relevantes, como en 1976, cuando el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, le pidió a Quino que elaborara un cartel para ilustrar los principios de la Declaración de los Derechos del Niño. Desde entonces, la pequeña niña argentina se ha dedicado a promover el bienestar de los menores en todo el mundo.
Y qué decir de tantos y merecidos premios y reconocimientos que ha recibido su creador, dentro y fuera de Argentina.
Una historieta, pues, que ya es objeto de culto y que tras varias décadas conserva su frescura, profundidad, sentido humanista y crítica social.
Entre sus frases, ya célebres, basta con recordar una de sus expresiones, cuando azorada por los hechos corrió a compartir con sus amiguitos un descubrimiento terrible: “¡Sonamos muchachos! ¡Resulta que si uno no se apura a cambiar el mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno!”.
Ya sea que cumpla medio siglo o que haya que esperar dos años para festejar su cincuentena, ¡qué viva Mafalda!, ¡que viva Quino!
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Comentarios
Gracias Martha, por recordarnos a este gran personaje, el cual marco mi manera de pensar.
Saludos