Una mujer de nuestro tiempo?...

Te vi llegar, cruzaste el umbral de la espera en el aeropuerto, el avión llegó retrasado 20 minutos solamente, y digo solamente, por que probablemente había esperado 23 años, pero no lo sabía aún.Cuando nos vimos, fue saludarnos y preguntarte: Que tal tu viaje?, a lo que respondiste todo bien, iniciamos hablando en inglés, por que tu español no era fluido, solo palabras, mas sin embargo nuestro interés por hablar era superior, yo intentaba explicarte algo de la ciudad y tu me escuchabas pacientemente, querías aprender, de mi parte era igual, probablemente el viaje había empezado.Continuamos la charla, intentamos contarnos parte de nuestra vida, pero hoy se que no había un script en nuestra conversación, todo sucedía muy natural, fuimos a visitar el mar, tu tomando una margarita de limón, bebida típica y yo creo que una de fresa, como si fueran dos helados, como cuando íbamos en la preparatoria, pero no, éramos en ese momento dos gentes maduras, con discernimiento, prudencia, razón y sensatez.El mar fue testigo y compañero de nuestro encuentro, el mar que es fuerte e implacable, pero flexible e indulgente, nos ofrecía su mejor fotografía, el clima no podía ser mejor, sentir los rayos del sol, un sol de abril, la primavera en pleno.El mar, que me acompañó en mi niñez, las olas de su vaivén, el sonido de su fuerza, aquel que cada que puedo corro a verlo, a admirarlo, a deleitarme, a observarlo, por que en algún momento le ha dado la paz a mis recuerdos.Tal vez recordé las palabras de José Vasconcelos en su libro Ulises Criollo…¨En la playa una cinta blanca de arena blanquecina refulge hiriendo casi la vista; el azul, en cambio la reposa claro en el firmamento, verdoso en la extensión del agua¨.Sentirnos vivos, optimistas, fortalecidos, dejando entrever nuestro pasado y nuestro presente, evaluando y recapitulando parte del pasado, pero refrendado el presente con nuestra madurez, flexibilidad, afabilidad y bondad.Sentados al inicio de un largo puente, posiblemente tan largo como hubiésemos querido que fuese ese día, perdidos entre la gente, unos disfrutando de un día de descanso, otros probablemente contemplando la inmensidad de este azul pacífico.La tarde llegó, y nuestras palabras no terminaban, pero había que enseñarte la raíz de este país, un país, que como dice una canción: … ¨Como una mirada hecha en Sonora, vestida con el mar de Cozumel, con el color del sol por todo el cuerpo, así se lleva México en la piel…¨, y entonces continuamos nuestra plática con fondo de los acordes de un mariachi… habíamos coincidido.En ese momento, no había un pasado para mi, aquel que como un torbellino llegó junto a mi para posarse, el cual me cimbró, me sacudió, pero me hizo renacer, reinventarme, despertar, crecer y valorar cada momento, ver las cosas en su justa dimensión, a lo cual he dado gracias en algún momento por haberlo vivido.El pasado que me dio la paciencia, la reflexión, la tolerancia y la flexibilidad que hoy vivo, pero sobre todo la paz para comprender y esperar, para recibir y tomar solamente lo mejor que la vida me puede dar.Fue entonces, cuando decidí ser feliz, pensando que la felicidad es un estado anímico de plenitud existencial, asociado a lo positivo, a lo digno de ser vivido, alcanzar mis metas, sonreír, disfrutar, gozar y dependería de mi.Sus palabras fueron construyendo un idioma, tejieron redes entre el y yo, miradas de complicidad, anhelos, mis palabras construyeron sentimientos, generaron confianza, ternura, afecto, la pasión fue el resultado final de ese día, una pasión llena de paz, de armonía, de calma, de felicidad.Al día siguiente, regresamos al mar, esta vez para despedirnos, tu regresabas a terminar tus vacaciones y yo a seguir mi día, pero acordamos en silencio que esta oportunidad de encontrarnos nuevamente, había que volverla a vivir, que la vida todavía iba ha hablar mas de nosotros.El corazón el cual siempre nos hace sentir emociones, hoy había despertado a sensaciones y sentimientos, las cuales nos hicieron sentir mariposas en el estómago, pero que creíamos que por la juventud un poco acumulada, estaban perdidas estas mariposas.Pero tú y yo, amor mío, estamos juntos,juntos desde la ropa a las raíces,juntos de otoño, de agua, de caderas,hasta ser sólo tú, sólo yo juntos.Soneto II de Amanado Nervo.
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Comentarios

  • Lindísima Edith, es un gusto leer tus escritos y este particularmente esta lleno d ti,
    de eso, d una mujer d nuestro tiempo, q vive, disfruta, observa, comparte, ama.....
    Gracias x existir, un fuerte abrazo.
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