Publicado por Berenisse el 22 de Agosto de 2010 a las 7:05pm
Fidelio se incorporaba alegremente al escuchar a su dueña deshacerse de las cobijas. Sabía que eso significaba una mirada cariñosa, palabras cálidas y comida. Así era cada mañana en el inicio de una jornada de caminatas por la calle, el parque y pasos cortos entre las habitaciones, cocina, sala y comedor.Ella era toda su vida, su universo, su inmenso amor. No conocía más que esa voz que le daba tanta paz, serena alegría y un inmenso confort. Por eso lo único que deseaba era el momento en que aquella mano pasaba suavemente por su lomo, cuello y cabeza. ¡El momento perfecto, el instante eterno!Pero un día la cotidianeidad cambió; a la rutina diaria de afectos se agregaron abrazos intensos y breves sollozos, luego aparecieron las saladas gotas que caían desde el rostro de su dueña hasta el hocico. Lloraba hasta quedarse adormilada y Fidelio, agradecido, era feliz por servirle de apoyo.Muchas actividades se fueron alterando, los horarios de comida, el plato de agua que duraba vacío demasiado tiempo y notable disminución de las salidas a pasear. Ella dormía muchas horas en las que él se mantenía observándola cuidadosamente esperando verla abrir los ojos y sonreírle; luego vinieron las interminables noches sin dormir, cuando la televisión estaba encendida durante largas horas.En algunos le fueron escatimadas las caricias, y soportó la ausencia de agua y comida; por fin, un amanecer luego de que ella no parara de caminar entre las habitaciones, se detuvo silencio, sin lágrimas, frente a la ventana. No sé porqué Fidelio no podía dejar de mirarla y experimentar algo distinto: miedo.Le movía la cola, le soltaba suaves ladridos, casi llantos, apenas perceptibles para no alterarla. Su sexto sentido le indicaba que sólo debía estar muy cerca de ella, que sintiera la textura de su pelo y el peso de su cuerpo; pero su ama no se percataba de su presencia y cuando giró sobre sus talones dirigiéndose a la puerta, él la siguió sigilosamente sin alejarse demasiado.Subió al par las escaleras de aquella gigantesca avenida, luego, la observó recargarse en el barandal debajo del que pasaban velozmente cientos de autos. Por alguna razón sintió la necesidad de llamar su atención, de hacerle notar su presencia; así, recargó sus patas delanteras sobre el muslo y mansamente le lamió la mano, fue cuando se percató de la mirada vacía cuyos ojos se cubrían con una cortina de lágrimas, y escuchó un “Perdóname”; a continuación ella se lanzó al arrollo vehicular.La miró caer contra el suelo y quedar inerte, silenciosa, como una muñeca, entonces el ambiente se llenó de un silencio sepulcral que le asestó un golpe al corazón; corriendo bajó las escaleras sofocándose y sin mirar evadió el flujo de autos para colocarse al lado de la mujer que lo había alimentado, querido y protegido.Era el momento de regresar los cuidados y mimos, era la hora de acurrucarla como ella lo hacía con él cuando cachorro, era el día que todo se detuvo, era el tiempo del dolor y la tristeza, de la incomprensión y de la incertidumbre, y era el final de una vida.Así rescaté a Fidelio, al lado de su dueña triste, de su dueña la del alma derrotada y ahora espera a que alguien lo necesite porque la vida sigue y él tiene el amor, la lealtad y la vitalidad para cuidar y ser cuidado, amar y ser amado.Si te interesa darle una segunda oportunidad de vida x favor escribe a: bienvenidoacasa5@gmail.com. GRACIAS x compartir esta hermosa historia...
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