UNA HEROINA DE LOS ESCENARIOS

Las celebraciones o conmemoraciones en torno al bicentenario del inicio de la lucha por la independencia nacional han dado lugar a un cúmulo de libros, cómics, conferencias, mesas redondas, programas de radio y televisión, y actividades en general con la presencia notoria de académicos, escritores, historiadores o cronistas.Pero, a la vez, han surgido otras voces, de organizaciones ciudadanas, así como expresiones genuinas de la cultura popular.Un buen ejemplo es ese espectáculo tan original, lúcido, irreverente y jocoso, de la talentosa actriz y cantante Astrid Hadad, que desde su enunciado nos lo revela: El bicentenario del aguante que, en sus propias palabras, muestra “la verdadera historia de México en la mejor tradición del cabaret”.A partir de una idea central o de la presencia de la mujer en la historia de México, denuncia la injusticia y desvalorización del sector femenino en la sociedad mexicana de todos los tiempos, desde la época prehispánica hasta nuestros días.También se propone desmitificar algunos episodios históricos, así como a sus principales protagonistas.Y de verdad logra plenamente su objetivo, a través de una cálida comunicación con los espectadores, a quienes hace pensar y reír a la vez.El resultado es una escenificación deslumbrante y vital de Astrid, quien canta, baila, declama, rescata, reflexiona, caricaturiza y denuncia, enfundada en su ya legendario vestuario que representa en sí una propuesta coreográfica que ha sentado su presencia en los escenarios y por tanto ya forma parte de nuestro acervo cultural.En este montaje estupendo desfilan Moctezuma, la Malinche, Hidalgo, Josefa Ortiz de Domínguez, Juárez e incluso los machistas y bigotones revolucionarios, además de las adelitas.Una visión diferente y necesaria para mirar hacia el pasado. En especial ahora que estamos tan necesitados de conocer a fondo la historia patria más allá de la versión oficial de nuestros reales o supuestos héroes y heroínas.Y el marco de este delicioso espectáculo no podía ser mejor: el Teatro Blanquita, todo un ícono de la ciudad de México, que por décadas ha concedido espacios a muchos de nuestros grandes artistas populares.Ojalá se repita su temporada, pues ésta fue muy corta –escasamente tres funciones durante septiembre–, pues además del gozo que otorga la propia obra, concientiza y hasta inmuniza contra la mediocridad, corrupción e impunidad de tantos gobernantes, políticos y clérigos de antaño y de hoy.Una vez más, aunque ahora con una renovada puesta en escena, Astrid Hadad luce, brilla y triunfa, y refrenda el cariño, el reconocimiento, el aplauso y la adhesión unánime de un público pensante y participante, al que no dudaría en calificar de asamblea ciudadana que escucha, reflexiona y de seguro actuará para transformar su entorno social.
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